Diez a?os de adivinanzas de tomo y lomo
Dos profesores de Lengua recopilan, m¨¢s de 30.000 acertijos populares
Por la ma?ana ense?an El Lazarillo de Tormes; por las tardes duermen la siesta. Y en vacaciones recorren las aldeas de Espa?a en busca de adivinanzas in¨¦ditas. El matrimonio formado por Concha Fern¨¢ndez y Jos¨¦ Luis G¨¢rfer, profesores de Lengua y Literatura en institutos de Alcorc¨®n y M¨®stoles, respectivamente, han logrado recopilar m¨¢s de 30.000 acertijos en 10 a?os de trabajo. La inquietud de sus hijos por las adivinanzas les llev¨® a abordar la empresa.
El copioso resultado est¨¢ ya publicado en media docena de libros. Pero su obra colosal acaba de empezar con la edici¨®n del primer tomo -de un total de 12- del Adivinancero popular espa?ol tem¨¢tico, bajo el sello de Taurus. El t¨¦rmino adivinancero es creaci¨®n propia: "La adivinanza es una peque?a obra literaria que merece un estudio aparte, pues tiene leyes y estructura" explican ambos profesores."Somos aut¨¦nticos amanuenses. Transcribimos nuestros des cubrimientos a mano: nada de m¨¢quina de escribir, pues nos la robaron", explican. "Tenemos algo, al menos, de frailes benedictinos: la paciencia", agrega Concha.La extensa obra que escriben a cuatro manos ha significado numerosas discusiones en la sala de estar del piso de Chamber¨ª donde residen: no siempre coinciden en las interpretaciones que preparan para los pr¨®logos. "Estamos acostumbrados. Llevamos casados 23 a?os, hemos hecho la misma carrera, hemos preparado juntos las oposiciones y traba amos en el mismo colegio durante 10 a?os", confiesa Jos¨¦ Luis G¨¢rfer.
Todo comenz¨® con un cuento de hadas. Los dos, hijos del matrimonio se sab¨ªan de memoria todos los libros infantiles de la biblioteca y estaban inquietos. Concha decidi¨® contarles adivinanzas, tal como hac¨ªa con ella su madre, que es gallega.
Los ni?os no tardaron en maravillarse cada vez que encontraban la respuesta. Pero ni Concha ni Jos¨¦ Luis recordaban nuevas adivinanzas para saciar las ansias de sus v¨¢stagos, por lo que decidieron salir a buscarlas a la calle. Amigos, compa?eros y familiares acabaron hartos de estrujar su mente.
Un d¨ªa la pareja se propuso recorrer Espa?a para rescatar las adivinanzas perdidas. "Galicia es la zona m¨¢s rica, porque las aldeas han quedado aisladas. All¨ª todav¨ªa las cuentan durante los velatorios para animar la noche", dice Concha.
Tras diez veranos errando por pueblos y aldeas en busca de sus tesoros han desarrollado una t¨¦cnica de aproximaci¨®n: "Primero abordamos al cura del pueblo. ?l nos indica qui¨¦n nos puede ayudar. Nos acercamos a las mujeres, que son las m¨¢s abiertas. Para que sientan confianza, primero contamos nosotros una adivinanza. La salida de misa o la sala de espera del ambulatorio son buenos lugares para recopilarlas", explica Jos¨¦ Luis.
"Es del color de la tiza..."
La cosecha y el campo son los temas m¨¢s recurrentes: las vacas, la aceituna, la cebolla, el ajo, la azada, las chanclas y la vara del alcalde se repiten en las adivinanzas que han acumulado. Sin embargo, las hay tambi¨¦n po¨¦ticas, como las que ata?en a la luna: "Por las barandas del cielo se pasea una doncella vestida de azul y blanco que reluce como estrella". Ni siquiera los barrios m¨¢s populares de las grandes ciudades son buenos filones para su estudio. "La televisi¨®n ha matado en la ciudad los h¨¢bitos que. a¨²n se conservan en los pueblos", sentencia G¨¢rfer.
Los alumnos, sin embargo, insisten en ofrecerles sus haza?as. "Es del color de la tiza y cada semana una paliza". Para los alumnos es el Real Madrid. Para Concha, una simple gamberrada. "Todo el arquetipo del ser humano est¨¢ presente en las adivinanzas, los f¨®siles mentales de la humanidad, que son lo que un psic¨®logo llamar¨ªa las obsesiones, como el miedo a la tormenta", explican.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.