Condenas integras
ANTE ATROCIDADES tales como ni?as violadas y asesinadas, cuerpos destrozados en atentados terroristas o j¨®venes destruidos por la droga, no es f¨¢cil sustraerse a la tentaci¨®n de pedir un uso vindicativo del derecho. Pero lo que es comprensible como reacci¨®n inmediata e impulsiva del ser humano ante hechos tan atroces no puede convertirse en respuesta de la justicia en una sociedad civilizada. El debate sobre si los convictos de asesinato y violaci¨®n, los narcotraficantes y los terroristas deben o no cumplir ¨ªntegramente sus condenas ha prendido en la sociedad; pero corresponde al Parlamento, y no a los tribunales, darle la respuesta que corresponda, en el marco, en todo caso, de la Constituci¨®n.El Tribunal Supremo ha puesto las cosas en su sitio al anular el ins¨®lito pronunciamiento de la Audiencia de Huelva en el caso del asesino y violador de la ni?a de nueve a?os Ana Mar¨ªa Jerez, suceso acaecido en febrero de 1991. El tribunal onubense, quiz¨¢ influido por la proximidad a los hechos y por su repercusi¨®n social, tom¨® una decisi¨®n que no estaba en sus manos: condenar al autor del crimen al cumplimiento ¨ªntegro del total de las penas impuestas (44 a?os de c¨¢rcel), por encima del m¨¢ximo legal de 30 a?os establecido en el C¨®digo Penal. Y ahora el Supremo, como no pod¨ªa ser de otro modo, le ha llamado al orden, no s¨®lo por excederse en sus funciones, sino por propugnar un concepto del derecho "punitivo y vindicativo" que cierra cualquier posibilidad a la recuperaci¨®n social del delincuente.
La apresurada y oportunista decisi¨®n de la Audiencia de Huelva muestra, en todo caso, c¨®mo no se debe actuar en cuestiones tan vidriosas y complejas como es la de limitar o excluir el efecto resocializador de la pena en determinados supuestos delictivos. No es ¨¦sa forma de aportar nada sustancioso al debate de un asunto necesitado del mayor consenso pol¨ªtico, social y doctrinal. Confunde m¨¢s que clarifica, y en cuanto propone medidas legalmente inviables, puede crear frustraci¨®n en algunos sectores e irritaci¨®n en otros. Es decir, todo lo que no cabe esperar de un tribunal de justicia.
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