La hora de la verdad de Guerra
El vicesecretario general debe optar entre la ejecutiva o dirigir una corriente
El 33? Congreso Federal del PSOE supone la consagraci¨®n del final del modelo de direcci¨®n bicefalo del partido, del tandem Felipe Gonz¨¢lez-Alfonso Guerra, de la p¨¦rdida del poder interno del poderoso n¨²mero dos. Pero va a ser m¨¢s que eso. Guerra va a tener que romper la ambig¨¹edad en que se ha movido en los ¨²ltimos tres a?os, desde que abandon¨® la vicepresidencia del Gobierno y empez¨® a marcar distancias con Gonz¨¢lez. Y lo va a tener dif¨ªcil para situarse con un pie en la comisi¨®n ejecutiva socialista y animar con el otro la creaci¨®n de una tendencia dentro del partido, tal y como ha venido haciendo hasta ahora.En este congreso, Felipe Gonz¨¢lez, con su oferta de continuidad como vicesecretario general en una comisi¨®n ejecutiva rodeado de renovadores, le ha situado a Guerra en la tesitura de optar entre colocarse en minor¨ªa en la direcci¨®n de un partido que controla directamente el secretario general o quedarse fuera animando una tendencia cuyos perfiles son a¨²n difusos.
La pretensi¨®n oculta de Gonz¨¢lez es disolver el guerrismo, al que no reconoce oficialmente como tendencia aunque sabe que existe. Y pretende hacerlo tanto si Guerra y los suyos optan por entrar en la Comisi¨®n Ejecutiva del PSOE como si deciden hacer lo contrario. En el primer caso, con la pretensi¨®n de acabar diluy¨¦ndolo en la mayor¨ªa que controla ¨¦l. En el segundo caso, por la v¨ªa del desenmascaramiento p¨²blico s¨ª es necesario.
Es una batalla de sobrentendidos donde el gesto y el rito est¨¢n jugando un papel clave desde la misma preparaci¨®n del congreso. Gonz¨¢lez no recibe a Guerra porque ¨¦ste no se lo ha pedido y el secretario general no toma la iniciativa porque no tiene nada que negociar con el representante de una tendencia. Tambi¨¦n quiere simbolizar el inicio de una nueva etapa y marcar distancias respecto al pasado, cuando los congresos los pactaban los dos primeros espadas. Ya nada va a ser igual y en ese cometido los gestos son fundamentales.
Felipe Gonz¨¢lez y el n¨²cleo de dirigentes renovadores e integradores en que se ha apoyado para preparar el congreso han sacado la conclusi¨®n, a la vista de muchas de las enmiendas recibidas por la ponencia-marco, que la cultura gueirrista est¨¢ muy extendida en el partido. A su juicio, entre las enmiendas hay muchas que no resisten el pulso con la realidad. Es el campo de cultivo en que se ha movido con comodidad Alfonso Guerra, el discurso de la defensa de la utop¨ªa frente al exceso de pragmatismo del Gobierno. Remover esa cultura es otra de las preocupaciones de Gonz¨¢lez y lo ser¨¢ tambi¨¦n del nuevo n¨²cleo dirigente.
Sin embargo, dificilmente habr¨¢ un debate ideol¨®gico en este congreso. No es f¨¢cil que el debate sea intenso, aunque la posibilidad est¨¢ ah¨ª, con la discusi¨®n del establecimiento de los l¨ªmites del Estado de bienestar. Pero las dos personalidades dominantes del PSOE, Gonz¨¢lez y Guerra, lo tapan y el congreso, salvo aut¨¦nicas sorpresas, est¨¢ fatalmente condenado a centrarse en el dilema del vicesecretario general y su futuro en el PSOE.
Es m¨¢s, los aspectos m¨¢s conflictivos del debate afectar¨¢n a cuestiones de organizaci¨®n interna, desde las incompatibiliades de cargos a los sistemas de votaci¨®n.
En esas condiciones es muy dif¨ªcil definir este congreso como el de la renovaci¨®n, aunque Felipe Gonz¨¢lez y los renovadores sean sus ganadores. No son exactamente la misma cosa. La propia ponencia-marco del congreso reconoce la falta de ideas nuevas para afrontar un proceso de cambio como el que ahora atraviesa el mundo, tras la ca¨ªda de los reg¨ªmenes comunistas y sin la configuraci¨®n de un nuevo orden mundial.
Adem¨¢s, para que renazcan nuevas ideas tambi¨¦n tienen que emerger nuevas generaciones y personas que afronten los problemas actuales con mentalidades nuevas. Lo cierto es que Gonz¨¢lez ha preparado el c¨®nclave con los renovadores y con cabezas de delegaci¨®n de todas las tendencias. Todos ellos, pese a sus matices diferenciados, est¨¢n inmersos en las contradicciones de una misma generaci¨®n, son presos de esquemas similares. Por eso, este congreso no es el de la renovaci¨®n sino el final de una etapa.
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