El pacto exigi¨® 30 horas de negociaci¨®n
Ganaron los dentistas. Gan¨® el empaste. Gonz¨¢lez renunci¨® a desmontar la muela mala y opt¨® por limarla y conservarla para mantener alineada toda la dentadura. Eso s¨ª: la operaci¨®n ha dejado algunos m¨²sculos doloridos. Y algunas decepciones. Despu¨¦s de haber entablado un pulso en p¨²blico con Guerra, permiti¨® en privado que el giro de mu?eca se quede en eso: en un movimiento que permite interpretaciones diferentes. La calma empez¨® despu¨¦s de la tormenta, a las cinco de la madrugada del domingo. Casi 33 horas despu¨¦s de que Felipe Gonz¨¢lez hubiera puesto las cartas sobre la mesa.
Pocos minutos antes del acuerdo estuvo a punto de producirse la ruptura. Los coroneles, dirigentes socialistas de Castilla y Le¨®n, de Castilla-La Mancha, de Navarra, de Madrid y de varias provincias andaluzas, se hab¨ªan rebelado de nuevo contra el cambalache. Gonz¨¢lez se hab¨ªa ido poco antes, en torno a las tres de la madrugada del domingo. El pleno del congreso hab¨ªa levantado la sesi¨®n una hora antes.Los coroneles pidieron que Jes¨²s Quijano, secretario general del PSOE castellano-leon¨¦s, ocupase la secretar¨ªa de organizaci¨®n. Exigieron la inclusi¨®n en la ejecutiva de Joaqu¨ªn Leguina, uno de los renovadores con m¨¢s coraje, y la exclusi¨®n de Abel Caballero y de Matilde Fern¨¢ndez, dos fieles guerristas. Apadrin¨® la propuesta Carlos Solchaga. El s¨¢bado al mediod¨ªa, los m¨¢s firmes partidarios de la renovaci¨®n le hab¨ªan solicitado que actuara como interlocutor ante Gonz¨¢lez. Y ¨¦l acept¨® de buena gana representar la pasi¨®n renovadora.
Candidatura alternativa
Los guerristas y los llamados integradores replicaron que si esa propuesta era inamovible, los renovadores asumieran el encargo de presentar al congreso una candidatura de ejecutiva. Ellos declinaban hacerlo. Jos¨¦ Luis Corcuera transmiti¨® a los renovadores que su pretensi¨®n era una irresponsabilidad.
Cipri¨¢ Ciscar se convirti¨® en la salida de emergencia a instancias de Joan Lerma. El resto de las piezas fueron encajando, y el pacto qued¨® dise?ado en torno a las cinco de la ma?ana, aunque no se cerr¨® hasta el mediod¨ªa.
Hab¨ªan pasado m¨¢s de 30 tensas horas desde que Gonz¨¢lez, en la tarde del viernes, le hubiera hecho llegar a Alfonso Guerra una lista de 40 personas, ordenadas alfab¨¦ticamente y sin asignaci¨®n de cargos concretos. Simplemente subray¨® los apellidos de quienes consideraba id¨®neos para desempe?ar una secretar¨ªa.
En torno a las diez de la ma?ana del s¨¢bado, Guerra comunic¨® a Gonz¨¢lez que la relaci¨®n de personas estaba bien para empezar a negociar. Y la negociaci¨®n fue encomendada a Manuel Chaves, Jos¨¦ Luis Corcuera -principal mensajero e interlocutor-, Joan Lerma, Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra y Txiki Benegas. Narc¨ªs Serra, por otro lado, abri¨® otra v¨ªa de comunicaci¨®n, en relaci¨®n m¨¢s estrecha con los renovadores.
Los guerristas vetaron la propuesta de Gonz¨¢lez, respaldada por los renovadores, de convertir a Carmen Hermos¨ªn en secretaria de organizaci¨®n. Carmeli, que ha arrebatado a los guerristas la direcci¨®n del PSOE sevillano -despu¨¦s de ser mucho tiempo colaboradora del n¨²mero dos- era para el guerrismo la bicha que antes representaba Solchaga.
En el fondo, los guerristas ten¨ªan una estrategia clara: conseguir que a Benegas, aunque est¨¦ en otra secretar¨ªa, nadie le arrebate el n¨²mero tres. Y Hermos¨ªn s¨ª pod¨ªa hacerlo. Cuando en la medianoche del s¨¢bado al domingo Chaves propuso, para desbloquear la situaci¨®n, la candidatura de Gaspar Zarr¨ªas y Alfonso Perales, Benegas dio un portazo. Se le intentaba sustituir por unos segundones.
Luego, Benegas regres¨®. Y lanz¨® el nombre de Nicol¨¢s Redondo Terreros, como candidato a secretario de organizaci¨®n. Nicolas¨ªn ni obtuvo el visto bueno para ese cargo ni entr¨® en la ejecutiva, a diferencia de Ram¨®n J¨¢uregui, designado para una vocal¨ªa. J¨¢uregui asum¨ªa la caricatura de los dentistas, que era una forma de asumir la victoria, el empaste. Aunque ese s¨ªmil le suger¨ªa a un renovador otra met¨¢fora, a partir de un chiste: un paciente [Guerra], ya en la camilla, le coge al estomat¨®logo [Gonz¨¢lez] un ¨®rgano sensible y le dice ?verdad que no nos vamos a hacer da?o?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.