Punto ciego
Dice el refr¨¢n que las armas las carga el diablo, pero parece sensato buscar m¨¢s responsabilidad en las autoridades civiles que en las fuerzas infernales: si a un irresponsable le entregas un arma, tenga o no licencia para matar, terminar¨¢ por usarla. Entre nosotros ha habido recientes ejemplos de honrados ciudadanos que, haciendo uso de su leg¨ªtimo derecho a la defensa propia, han matado para evitar ser robados. Pero estas desafortunadas extralimitaciones no son nada comparadas con el caso norteamericano, donde el derecho constitucional de portar armas permite que cada ciudadano pueda disparar indiscriminadamente. Lo cual es una monstruosidad jur¨ªdica, pues el Estado de derecho se fundamenta en el monopolio estatal de la violencia leg¨ªtima. Por ello, esta peculiaridad norteamericana constituye un atavismo premoderno que (al igual que sucede con el punto ciego que hay en la retina del ojo) hace de esta flagrante contradicci¨®n constitucional un aut¨¦ntico punto ciego de su ordenamiento jur¨ªdico.Pues bien, nosotros tampoco estamos libres de an¨¢logos puntos ciegos, dudosamente constitucionales. Y no me refiero con ello al derecho de portar armas, que, por fortuna, ya no existe en Europa, sino a la licencia de irresponsabilidad para usar otras armas metaf¨®ricas como son los llamados fondos reservados. De hecho, ni siquiera se excluye que tambi¨¦n estos fondos, como las mismas armas, sirvan para matar, pues permiten ser invertidos en la contrataci¨®n de asesinos a sueldo. Pero el problema no es s¨®lo ¨¦ste, con ser ya grave, sino el derivado de su misma irresponsabilidad jur¨ªdica: por definici¨®n, no se puede pedir cuentas de su uso. Ahora bien, todo poder incontrolado tiende a caer, m¨¢s pronto o m¨¢s tarde, en la extralimitaci¨®n de su peor uso: esta ley de la ca¨ªda en la peor posibilidad parece ineluctable. Y la peor posibilidad no es s¨®lo el asesinato pol¨ªtico y la compra del silencio de los asesinos, sino, dada nuestra esperp¨¦ntica tradici¨®n de corruptelas, la apropiaci¨®n privada de sobresueldos clandestinos.
No obstante, aqu¨ª hay mucha hipocres¨ªa y mucho farisaico rasgamiento de vestiduras. Todos denunciamos a los altos cargos policiales que se autosobornan con fondos reservados, pero a la vez, contradictoriamente, todos consentimos que los altos funcionarios civiles se autogratifiquen reparti¨¦ndose en exclusiva los fondos de productividad. Y qu¨¦ decir de las bufandas o los sobres que lubrifican el tejido administrativo de las empresas o los ministerios: ?c¨®mo se incentivar¨ªa, si no, a unos cuadros de ejecutivos o a unos cuerpos de funcionarios que se niegan en redondo a hacer el primo? Adem¨¢s, ?acaso no seguimos estando en el pa¨ªs de la propina, donde no hay nada que funcione sin su correspondiente gratificaci¨®n clandestina, tan contante y sonante como t¨¢cita e impl¨ªcita? ?Es justo esperar que los funcionarios antiterroristas sean distintos a los dem¨¢s espa?oles?
Por ello, yo sostengo que el problema m¨¢s grave no reside tanto en los sobresueldos clandestinos (el que est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra) como en la irresponsabilidad jur¨ªdica. Si esto supone un punto ciego de nuestro ordenamiento constitucional es porque resulta imposible de controlar. Los dem¨¢s fondos furtivos, como el de productividad, son susceptibles de control, pues existen medios de hacerlo y bastar¨ªa voluntad pol¨ªtica para ello. Pero estos fondos reservados, por definici¨®n, son imposibles de fiscalizar. Pues bien, esta irresponsabilidad jur¨ªdica (an¨¢loga a la que detenta la Corona, ese otro punto ciego de nuestro ordenamiento legal, que carece de responsabilidad exigible), me parece contraria a derecho: nada ni nadie debe escapar al imperio de la ley. Por eso creo que debieran legislarse instrumentos de control de los fondos reservados, e instrumentos quiz¨¢ no parlamentarios (dada la necesidad de secreto y la identificaci¨®n entre Ejecutivo y Legislativo), sino jurisdiccionales (el Supremo, por ejemplo), como corresponde al Estado de derecho. Ning¨²n poder ni punto ciego sin juez ad hoc, so pena de que se extralimite y caiga en lo peor.
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