El peri¨®dico
Una de las cosas que m¨¢s me gustan de esta ciudad es la posibilidad de leer el peri¨®dico el d¨ªa antes; quiero decir: la posibilidad que Madrid ofrece a los noct¨¢mbulos como yo de comprar de madrugada la prensa del d¨ªa siguiente y enterarnos de las noticias con una noche de antelaci¨®n.Pocos placeres hay comparables, tras una noche de copas o de trabajo, que meterse en la cama con los peri¨®dicos que los trenes y los coches de reparto llevan a esa misma hora por los caminos de toda Espa?a y dejar que el sue?o llegue entre el olor de la tinta a¨²n fresca y el pron¨®stico del tiempo o la agenda de actos de un d¨ªa que todav¨ªa no ha comenzado. En ese punto de duermevela, cuando la realidad y el sue?o empiezan a confundirse, es cuando mejor se entienden las noticias y los comentarios y cuando mejor se capta la fugacidad que las cosas tienen en las p¨¢ginas de los diarios. El mismo art¨ªculo que por la ma?ana parece impreso a fuego en el peri¨®dico por la noche se desdibuja y desaparece al mismo ritmo con el que van pasando las p¨¢ginas. Es lo que siempre ocurre con los peri¨®dicos, aunque muchos persigamos y queramos lo contrario.
A ese placer extra?o de leer el peri¨®dico el d¨ªa antes no debe de ser ajena la confusi¨®n de tiempos que en nosotros se produce, sobre todo si uno ha bebido algo. En ese estado de duermevela, en tre el candor de las s¨¢banas, las noticias que han sucedido se ju tan con las que la edici¨®n prime ra ha dejado interrumpidas - con el anuncio de completar las en las siguientes- y aun con las que se prev¨¦n o se anticipan, formando un todo confuso, no por extra?o menos compacto. Cuando se duerme, uno no sabe si lo que acab¨® leyendo hab¨ªa ya sucedido, o estaba sucediendo en ese instante, o iba a ocurrir al d¨ªa siguiente por la ma?ana. Ficci¨®n a la que contribuyen los ecos de esas noticias que todav¨ªa resuenan en la televisi¨®n o en la radio de alg¨²n vecino noct¨¢mbulo y la mezcla de adverbios temporales. El hoy, el ayer y el ma?ana no tienen ning¨²n sentido cuando el d¨ªa todav¨ªa no ha empezado. Por eso mismo uno se duerme pl¨¢cidamente, con la conciencia tranquila y la sensaci¨®n profunda de estar perfectamente informado.
El problema es al d¨ªa siguiente, cuando uno se despierta y no sabe si el d¨ªa ya lo ha vivido, o lo ha o¨ªdo, o lo ha so?ado. Lo mejor, en esos casos, siempre que se pueda hacer, es no salir de la cama. ?Para qu¨¦ va a levantarse si ya sabe todo lo que ha ocurrido en el mundo y, lo que es mucho peor, todo lo que va a pasarle?
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