El enroque
El desenlace del psicodrama que se desat¨® durante el 33? Congreso del PSOE ha defraudado a los espectadores m¨¢s sedientos de sangre, que finalmente no ha llegado al r¨ªo. Pero quienes esper¨¢bamos el cambio sobre el cambio nos sentimos doblemente frustrados: el cuerpo del delito ha volado (pues nadie ha pedido ni asumido responsabilidades sobre la corrupci¨®n) y las cabezas no han rodado (pues la camarilla sospechosa contin¨²a en la despensa de la cocina, contando todav¨ªa con el control de las cuentas y las llaves de la bolsa).Los adictos a la ¨¦pica se duelen de la debilidad del caudillo carism¨¢tico, que s¨®lo demuestra su liderazgo de puertas afuera, pero parece achicado por la impotencia de puertas adentro. Y algo debe haber, si recordamos su blandura cuando Aznar le mordi¨® la yugular, en aquel combate suyo cuerpo a cuerpo; si no es capaz de mancharse llegando a las manos, bastar¨ªa con jugar sucio y agarrarle por donde m¨¢s le duela para que se dejase ganar. Pero las cosas no parecen tan simples, pues quiz¨¢ la raz¨®n de Estado impidiese asumir el dilema de tragar o romper el partido (dada la imposibilidad actual de convocar elecciones anticipadas). Y, en definitiva, los adictos a la l¨ªrica podemos preferir la victoria moral de Gonz¨¢lez (pues, como record¨® Nietzsche, s¨®lo los fuertes son capaces de ser generosos) a la victoria p¨ªrrica de Guerra, quien no s¨®lo ha vendido su pretendida primogenitura ideol¨®gica por un plato de lentejas (al consentir la supuesta reconversi¨®n neoliberal de la socialdemocracia con tal de aferrarse a sus sillas en Ferraz), sino que, adem¨¢s, ha probado con ventaja su aut¨¦ntica catadura moral.Pero s¨ª ha quedado patente la debilidad org¨¢nica de los antiguerristas, esos tigres de papel que lloran como dem¨®cratas renovadores lo que no supieron ganar como luchadores socialistas. Pues los guerristas, minoritarios, pero mucho m¨¢s eficazmente organizados, lograron impedir que la mayor¨ªa cuantitativa de los renovadores les barriese del congreso. Es muy discutible la pureza democr¨¢tica de los procedimientos utilizados, que quiz¨¢ bordeaban el chantaje. Pero pocas dudas caben sobre la eficacia pol¨ªtica con que los esgrimieron. De hecho, m¨¢s que de una partida de p¨®quer o mus debe hablarse de ajedrez, ya que la t¨¢ctica escogida ha sido el enroque: los guerristas han cedido la mayor¨ªa a los renovadores, pero a cambio de enrocarse en Ferraz como minor¨ªa blindada por su poder de veto (ya que retienen la bolsa del partido y los contactos con prensa, sindicatos y dem¨¢s instituciones).
Y esta t¨¢ctica de enroque no parece obedecer a una estrategia atrincherada de bunkerizaci¨®n resistente, pasivamente defensora de las menguantes poltronas todav¨ªa ocupadas, sino a otra estrategia mucho m¨¢s agresiva de acecho, acoso y derribo, quiz¨¢ destinada a agudizarse conforme su traves¨ªa del desierto se prolongue, a la espera de la derrota electoral que les permita reconquistar el control total del partido. En suma, los guerristas se han convertido en los minoritarios bolcheviques del PSOE, cediendo a los desorganizados renovadores el desairado papel de mayoritarios mencheviques. Excuso decir qui¨¦n hace de Kerenski y qui¨¦n de Lenin, en este megal¨®mano delirio paranoide.
La moraleja de todo esto parece muy amarga, ya que nos afecta a todos los coet¨¢neos. Es la llamada generaci¨®n de mayo del 68, que protagoniz¨® la transici¨®n a la democracia, la que ahora, tras su inmersi¨®n en la cultura del poder y el dinero, prescinde de todo compromiso c¨ªvico y se enfrenta fratricidamente por el control de aparato del partido (mientras los dem¨¢s ya les hemos abandonado a su suerte, m¨¢s incr¨¦dulos y perplejos que asqueados o resentidos). Pero a¨²n hay esperanza. Se observar¨¢ que los traumas de este 33? Congreso se deben a la ausencia de procedimientos democr¨¢ticos, pues todo se ha cocido a espaldas de la asamblea; no en los debates del foro, sino en los chantajes del pasillo. Confiemos en que sea tambi¨¦n la democracia, representada por los resultados de pr¨®ximas elecciones generales, la que aporte la necesaria catarsis que en este congreso no ha habido.
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