Raz¨®n y religi¨®n
Adam Michnik (El racionalista y el creyente, 5 de marzo) tiene todo el derecho a pensar que "la creencia en un mundo sin Dios... es un absurdo peligroso", pero me parece grave que pretenda sostener esa idea apoy¨¢ndose en sugerencias tan arbitrarias como la de que el racionalismo provoca que "todo sea moralmente neutro" o que la secularizaci¨®n de la moral tradicional es, sin m¨¢s, "el anuncio de una cat¨¢strofe".M¨¢s sorprendente a¨²n es la ingenuidad que demuestra en materia religiosa al declarar que "el eje de la visi¨®n cat¨®lica del mundo es la persona", cuando el referente esencial para el catolicismo nunca ha estado en el ser humano, sino en una instancia suprahumana, la Iglesia, que se dice vicaria del propio Dios. Otro error de bulto es decir que "la experiencia totalitaria ha puesto de manifiesto el aut¨¦ntico valor indiscutible de la Iglesia", lo cual es tan absurdo como hablar del "aut¨¦ntico valor indiscutible" del integrismo argelino, por ejemplo. Oponerse a una tiran¨ªa determinada no equivale a defender la democracia.
Estoy de acuerdo con la idea de que en el conflicto entre raz¨®n y religi¨®n "es la propia esencia... de los derechos humanos lo que se cuestiona". Por eso me parece incre¨ªble que Michnik, despu¨¦s de reprobar al obispo polaco que incit¨® la censura contra Rushdie, proponga un "acuerdo ecum¨¦nico" en el cual la raz¨®n "ser¨¢ un recurso permanente contra los charlantes pol¨ªticos, pero no contra el evangelio". ?Pretende volver a la penalizaci¨®n criminal de la blasfemia?
Michnik, en fin, piensa que "la Iglesia... tendr¨¢ que elegir entre el esp¨ªritu integrista... y la apertura conciliadora". Yo creo que basta recordar los preceptos de Juan Pablo II sobre el divorcio, el aborto, los anticonceptivos o la homosexualidad para darse cuenta de que esa instituci¨®n no tiene ninguna intenci¨®n de abandonar ¨¦l oscurantismo que profesa desde hace siglos.-
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