El alma n¨®mada
"Llegu¨¦ a Veracruz en los huesos y de all¨ª trep¨¦ a la ciudad de M¨¦xico". As¨ª se describe en una carta Remedios Varo, como despojada casi hasta la esencia y en el inicio de una nueva ascensi¨®n, en el encuentro con el pa¨ªs centroamericano al que arribaba junto a su compa?ero, el gran poeta surrealista Benjam¨ªn P¨¦ret, a finales de 1941 y que deb¨ªa convertirse en su patria ¨²ltima y la del definitivo esplendor de su arte visionario. No era un destino caprichoso, sino fruto del azar objetivo que dif¨ªcilmente podr¨ªa encontrar un territorio m¨¢s apropiado donde germinar a la postre, el alma n¨®mada de Remedios Varo.La profesi¨®n del padre, el ingeniero cordob¨¦s Rodrigo Varo y Zejalvo, marc¨® el impulso errante -desde el Angl¨¦s natal, T¨¢nger o Algeciras, hasta aquel Madrid de los inquietos veinte, donde formar¨¢ su vocaci¨®n art¨ªstica- y le inculca esa obsesiva precisi¨®n en el dibujo que conferir¨¢ una definici¨®n cristalina a las alegor¨ªas visionarias de su pintura. Luego, de nuevo en la tierra de sus or¨ªgenes, Barcelona dar¨¢ a la joven Remedios, en la amistad de Esteban Vicente, de Manuel Viola, de Marcel Jean o de Oscar Dom¨ªnguez, esa s ra¨ªces del lenguaje surrealista que marcan su participaci¨®n en la vanguardia espa?ola de los treinta.
Y Barcelona le otorga tambi¨¦n el encuentro con P¨¦ret, inicio de una complicidad que el fantasma de la guerra volver¨¢ a convertir en n¨®mada. El estallido de nuestra contienda civil les llevar¨¢ a Par¨ªs, donde Remedios ser¨¢ reconocida en la legitimidad surrealista del grupo capitaneado por Andr¨¦ Breton; luego, esa nueva hecatombe b¨¦lica que conmueve los cimientos del viejo continente, les obliga a iniciar, una vez m¨¢s, su marcha. Ser¨¢, primero, la Marsella del ch?teau de Bel Air, y de ah¨ª al Marruecos de la infancia, etapas de una traves¨ªa que la artista concluye, "casi en los huesos", en el puerto de Veracruz.
El alma n¨®mada de Remedios Varo echa en M¨¦xico sus ra¨ªces definitivas, en una tierra convertida en patria hospitalaria para la Espa?a peregrina. Y tierra donde la geograf¨ªa universal del surrealismo hab¨ªa encontrado uno de sus enclaves m¨¢gicos. As¨ª, al calor de los espa?oles del exilio y en la alianza natural de los surrealistas de la di¨¢spora -Esteban Franc¨¦s, Paalen y, antes que nada, su entra?able Leonora Carrington, esa otra gran dama del surrealismo-, la pintura de Remedios Varo dar¨¢, en el f¨¦rtil suelo mexicano, sus mejores frutos.
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