Cien d¨ªas sin Mario
Han pasado ya cien d¨ªas. Tres meses largos desde aquel 28 de diciembre en que el Banco de Espa?a destituy¨® al anterior consejo de administraci¨®n de Banesto, con Mario Conde a la cabeza. Catorce semanas en las que han pasado muchas cosas. Demasiadas, probablemente, para el dream team de Conde. Un equipo que se ha hecho pr¨¢cticamente invisible en este tiempo, a imagen y semejanza de su l¨ªder. ?Qu¨¦ hace Mario Conde? ?Por qu¨¦ no aparece otra vez en p¨²blico? ?Por qu¨¦ no asisti¨® a la junta de accionistas en la que le iban a crucificar? ?Piensa dar la batalla o se ha rendido? Todas estas preguntas tienen una respuesta com¨²n, en palabras de uno de sus colaboradores de siempre: "Mario lo est¨¢ pasando fatal. Ha estado muy deprimido y aunque ahora se encuentra un poco mejor, su principal preocupaci¨®n es salvar su imagen y su patrirnonio". Y, probablemente, evitar el banquillo de los acusados.
En ¨¦sas est¨¢ Conde. El ex presidente de Banesto pasa los d¨ªas entre dos de sus fincas -Los Carrizos, en Sevilla, y La Salceda, en Ciudad Real-, en las que recibe a muy poca gente -se pueden contar con los dedos de una mano- y en donde se somete a una aut¨¦ntica cura antidepresiva. Intenta escribir un libro, aunque no parece que haya llenado m¨¢s de cien folios en estos cien d¨ªas. Su domicilio de Madrid lo tiene medio olvidado e incluso cuando viene a la capital a comer o cenar con alguien, prefiere hacerlo en casa de alguno de sus fieles.
Eso hizo aquella noche de febrero, reci¨¦n anunciado el expediente del Banco de Espa?a contra su persona, en la que pidi¨® a Arturo Roman¨ª que le consiguiera una cita con el subgobernador, Miguel Mart¨ªn, al que Conde considera su peor enemigo. Roman¨ª llam¨® a su antiguo jefe -Mart¨ªn fue subsecretario de Presupuestos cuando Roman¨ª era director general del Patrimonio- y quedaron para cenar en casa del primero. La cena trascendi¨® r¨¢pidamente, aunque la versi¨®n sobre su contenido no fue del todo veraz. La realidad del encuentro fue una larga conversaci¨®n, medio humana, medio profesional, en la que Mario Conde pidi¨® ¨¢rnica y ofreci¨® un pacto de no agresi¨®n mutua. La respuesta no pudo ser m¨¢s clara. "El Banco de Espa?a no pacta", como dijo el propio gobernador, Luis Angel Rojo, cuando compareci¨® d¨ªas despu¨¦s ante el Parlamento.
Entre la depresi¨®n, el miedo e incluso la obsesi¨®n, Mario Conde cumple hoy sus cien d¨ªas alejado del poder. Sigue muy de cerca lo que est¨¢ pasando en su antiguo banco y se dedica, sobre todo, a preparar su defensa. No tiene ni ganas ni medios -ya no cuenta con el presupuesto de Banesto para preparar dossiers- para contraatacar. Y, sobre todo, tiene cuatro amenazas que le quitan el sue?o. Cuatro procedimientos abiertos que podr¨ªan darle alg¨²n disgusto.
Las cuatro v¨ªas de agua que tiene abiertas Mario Conde -tan aficionado que es a la navegaci¨®n- son: la acci¨®n social de responsabilidad "para reparar los da?os causados", aprobada por la junta de accionistas el pasado 26 de marzo; el expediente incoado por el Banco de Espa?a por su gesti¨®n en el banco; el proceso de investigaci¨®n abierto por el fiscal general del Estado; y, por ¨²ltimo, la comisi¨®n parlamentaria creada al efecto para caso Banesto. Cuatro problemas, cuatro, que requieren mucha atenci¨®n jur¨ªdica y personal de Conde y su equipo de abogados, porque alguna de ellos bien podr¨ªa acabar en la v¨ªa penal.
Adem¨¢s, Mario Conde se muestra estos d¨ªas especialmente irritable por su situaci¨®n patrimonial. Las garant¨ªas exigidas por el BCH por el cr¨¦dito milmillonario que consigui¨® en su d¨ªa para ir a la ampliaci¨®n de capital, le han obligado a hipotecar bienes que ¨¦l consideraba intocables. Si a eso unimos la puesta a la venta de su yate Alejandra y la depreciaci¨®n de sus acciones de Banesto -antes de la intervenci¨®n estaban a 1.900 pesetas, hoy se sit¨²an en torno a las 800 y la subasta se har¨¢ a 400 por t¨ªtulo-, se puede entender la depresi¨®n del ex banquero.
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