Reflexiones romanas
Al asistir a las recientes elecciones italianas uno tendr¨ªa la tentaci¨®n de afirmar que Italia se hab¨ªa acostado de izquierdas y se hab¨ªa levantado de derechas. No ser¨¦ yo quien caiga en esta simplificaci¨®n. De entrada, la consulta era diferente a las anteriores, pues ten¨ªa una fuerte componente constituyente y presidencialista. Es decir, se votaba para construir, de alguna manera, una Segunda Rep¨²blica, y un presidente del Gobierno, que sustituyese a la que naci¨® en 1946-1948, hundida, en los ¨²ltimos a?os, en el descr¨¦dito de la corrupci¨®n y la ineficiencia, en una inutilidad acelerada por los cambios ocurridos en Europa y en el propio pa¨ªs. Conviene recordar que Italia ha sido durante 40 a?os un pa¨ªs fronterizo con el campo socialista, con el PC m¨¢s fuerte de Occidente y con un problema entre el norte y el sur nunca resuelto. Heredera de una unidad nacional tard¨ªa, con un Estado tradicionalmente d¨¦bil y con tendencias parasitarias, incapaz de resolver la gran cuesti¨®n del mezzogiorno y su epifen¨®meno cancer¨ªgeno, la Mafia. Pero heredera tambi¨¦n de una sociedad civil fuerte e imaginativa que ha colocado a Italia entre los siete pa¨ªses m¨¢s ricos e industriales del mundo. El sistema que acaba de fenecer es producto de esas herencias y contradicciones, y desde 1946 a 1989 el objetivo pol¨ªtico fundamental del bloque dominante era que los comunistas no llegaran al poder. El instrumento fue la DC. Para cumplir este objetivo sin contradecir a una parte sustancial de su electorado, la DC fue construyendo un sistema econ¨®mico y de Estado en el que germinaron los elementos de su propia ruina. La relaci¨®n perversa entre poder pol¨ªtico y empresa privada, caldo de cultivo para el reino de Tangent¨®polis; un Estado de bienestar con grandes dosis de clientelismo, con aumento desmesurado de la deuda y d¨¦ficit p¨²blico, que acab¨® siendo un lastre para un desarrollo moderno; en fin, un m¨¦todo de reparto del poder a todos los niveles -la lotizaci¨®n- que produc¨ªa el efecto -quiz¨¢ no siempre justo- de que todos los partidos apareciesen pringados en el tinglado. M¨¢s la DC de Andreotti o el PSI de Craxi, que ocuparon la escena a partir del centro-izquierda y que fueron tragados, junto con otros, cuando se desencadena la revoluci¨®n de la judicatura, con la operaci¨®n Manos Limpias, detonante del fin del sistema.En realidad, las causas profundas que acabaron con aqu¨¦l no fueron la labor de los jueces o el avance de la Liga. El hundimiento del Este y el avance de la Uni¨®n Europea deshicieron los equilibrios existentes; la burgues¨ªa del norte comenz¨® a no considerar de inter¨¦s su alianza con los pol¨ªticos del sur, y el, asistencialismo, que hab¨ªa sido necesario como v¨¢lvula de escape para evitar la explosi¨®n de las tensiones sociales y un medio para proporcionar votos al bloque dominante, aparec¨ªa ahora s¨®lo como un obst¨¢culo para el desarrollo econ¨®mico, como, ha visto con lucidez el historiador italiano Aurelio Lepre. La DC hab¨ªa dejado de ser ¨²til e incluso, de perpetuarse, podr¨ªa facilitar la llegada al poder del PDS y sus aliados. Ya en las elecciones pol¨ªticas de abril de 1992, la DC hab¨ªa perdido cinco puntos, pero en realidad quien m¨¢s perdi¨® entonces fue el PDS, que se situ¨® en el 16%, y Refundaci¨®n Comunista, en el 5,6%. El avance espectacular lo obtuvo la Liga Norte, que iba vaciando de electores a la DC y al PSI en la parte m¨¢s din¨¢mica de Italia. Ahora bien, cuando todas las luces rojas se le encendieron a la derecha italiana fue ante el resultado de las elecciones locales del invierno del 93, que se saldaron con un gran triunfo del PDS y sus aliados. Todo parec¨ªa posible para la izquierda. Pero las municipales no son lo mismo que las generales, como ya demostraron las del 48, que gan¨® la DC por mayor¨ªa absoluta ante un frente de izquierda que hab¨ªa ganado municipales parciales.
Los datos, electorales, fr¨ªamente analizados, no son tan extra?os, salvo el salto espectacular de los neofascistas. Porque los que aparecen como herederos de la DC -Pacto por Italia y PPI- obtienen alrededor de un 15%, lo que es l¨®gico ante el hundimiento de aqu¨¦lla y el fracaso de Segni de encabezar la reforma. En el polo progresista, el PDS gana casi cinco puntos, mientras Refundaci¨®n y Verdes no avanzan respecto al 92, convirti¨¦ndose en la aut¨¦ntica alternativa. El PSI pierde 11 puntos, lo que indicar¨ªa que los votos de este partido no han ido en su mayor¨ªa hacia el progresismo, sino hacia otros ¨¢mbitos, y la RED de Orlando, que en las locales del 93 obtuvo un ¨¦xito arrollador en Palermo, ahora fracasa. Misterios de la pol¨ªtica, sin olvidar que en las zonas muy deprimidas se produce, con cierta facilidad, el efecto bienvenido Mr. Marshall, ahora en forma de Berlusconi. No obstante, donde se han producido movimientos tel¨²ricos ha sido en la derecha. La Liga Norte, cuya colocaci¨®n en la derecha ser¨ªa quiz¨¢ un reduccionismo, se ha quedado m¨¢s o menos donde estaba, lo que indicar¨ªa que Berlusconi y, probablemente, el PDS han frenado el avance de Bossi en zonas del norte. Aqu¨¦l, que en principio parece el triunfador pol¨ªtico de las elecciones, ha logrado un poco m¨¢s del 21%, es decir, la mitad de lo que alcanzaba hist¨®ricamente la DC. Su m¨¦rito no est¨¢ tanto en el nivel cuantitativo de su voto, sino en comprender que despu¨¦s de las municipales y de los errores de Segni exist¨ªa un agujero negro en los electores de centro-derecha, que antes votaban DC y ahora se encontraban hu¨¦rfanos. Entender que ni la Liga -enrocada en el norte- ni el neofascismo pod¨ªan contentar a toda esa clientela. Intuir que Segni y Martinazzoli no eran un valladar ante la izquierda, pues algo que ha quedado claro, en mi opini¨®n, es que la mayor¨ªa de los votantes ex DC eran m¨¢s de derechas de lo que se pensaba. Captar, en fin, que en la sociedad de hoy no es necesario un partido con 50 a?os de historia para llevarse un 20% del electorado cuando los partidos tradicionales han desaparecido; la gente est¨¢ harta de los pol¨ªticos profesionales, de un Estado manirroto e ineficiente y, adem¨¢s, se cuenta con el 50% del mercado televisivo. No cabe duda que Berlusconi ha visto la jugada y le ha salido, pero habr¨¢ de reconocerse que las condiciones era favorables y que, como siempre, en pol¨ªtica los ¨¦xitos son una mezcla de aciertos propios y de errores ajenos.
El que s¨ª ha tenido un ¨¦xito espectacular y preocupante ha sido el neofascista MSI o Alianza Nacional, que del 5,4% ha pasado al 13,1%, coloc¨¢ndose como fuerza de gobierno, a. menos que se produzca -todo es posible- un cambio de alianzas. Ser¨ªa la primera vez desde la II Guerra Mundial que una fuerza heredera del fascismo entrase en el ¨¢rea de gobierno. Todo un drama para un pa¨ªs que ha hecho de la cultura antifascista una se?a de identidad pol¨ªtica. En mi opini¨®n, no ser¨¢ f¨¢cil que esto suceda, pero en todo caso es un dato inquietante sobre el que conviene reflexionar despacio.
La izquierda ha sido frenada en seco cuando parec¨ªa que el viento soplaba a su favor. Digo parec¨ªa porque en realidad la corriente profunda de la sociedad no iba en esa direcci¨®n. La gente estaba harta del Estado y del manejo que del mismo hab¨ªan hecho los partidos. Ha sido en cierto sentido como una venganza de la sociedad frente a una concepci¨®n del Estado, cuando ¨¦ste, adem¨¢s, ya no era garante de nada frente a un peligro que ya no existe. Hast¨ªo del excesivo gasto, de la ineficiencia de lo p¨²blico, de que una parte de los impuestos se quede por el camino, de la lotizaci¨®n en el reparto de cargos y carguillos al margen de criterios objetivos de m¨¦rito y capacidad. No era f¨¢cil para la izquierda ganar estas elecciones, pero es probable que no haya sido capaz de convencer a la mayor¨ªa del electorado que ella era lo verdaderamente nuevo, la renovaci¨®n de la econom¨ªa y de la democracia italianas. De otra parte, vuelve a confirmarse que en un pa¨ªs como Italia, u otro cualquiera de Europa occidental, no es suficiente con atraerse el voto de izquierda para llegar al poder; es decisivo agregar una parte importante de las capas, medias que se sit¨²an pol¨ªticamente en el centro o el centro-izquierda. Es probable que la composici¨®n del polo progresista no fuera la m¨¢s id¨®nea para lograr este objetivo. Quiz¨¢ era inevitable ante el sistema electoral mayoritario, pero pol¨ªticamente dejaba flancos que a la postre han sido un lastre.
He sostenido al principio que estas elecciones ten¨ªan un rasgo presidencialista, como suele ocurrir cuando el sistema electoral es mayoritario. En estos casos, la gente, al votar, quiere saber qui¨¦n va a ser el presidente del Gobierno, y no parece lo mejor acudir a este tipo de consultas sin un claro candidato a la presidencia o insinuando que si se gana va a seguir el mismo que estaba, cuando los electores lo que desean es un cambio completo en la direcci¨®n del pa¨ªs. La derecha ha ofrecido lo que la mayor¨ªa quer¨ªa o¨ªr: el nuevo milagro, menos Estado, menos impuestos, m¨¢s inversi¨®n privada, m¨¢s iniciativa individual y un mill¨®n de puestos de trabajo. Luego todas estas promesas se las llevar¨¢ el viento, porque una paradoja de estas elecciones es que quien, en principio, las ha ganado ha tenido el apoyo de lo m¨¢s viejo del pasado, de la derecha DC de Andreotti y compa?¨ªa, de lo m¨¢s desprestigiado del PSI, con Craxi a la cabeza. Por el contrario, los que desde hace a?os ven¨ªan luchando por el cambio no han aparecido, al final, suficientemente atractivos, a pesar de los importantes avances. La historia no suele ser caritativa.
Sobre el futuro es dif¨ªcil hacer vaticinios, pues todo est¨¢ abierto en el terreno de las alianzas. No est¨¢ dicho que la derecha, con Berlusconi al frente, sea capaz de formar Gobierno, e incluso no es descartable la formaci¨®n de un Ejecutivo de amplia mayor¨ªa para acordar las nuevas reglas del juego y los cambios constitucionales. Ser¨ªa, probablemente, lo m¨¢s sensato. La experiencia demuestra que no es realista crear las bases de una nueva rep¨²blica, un bloque contra otro bloque, pues la obra corre ¨¦l riesgo de ser ef¨ªmera. En todo caso, si alguien cree que de los Berlusconi, Bossi y Fino va a salir una nueva Italia est¨¢n equivocados, si bien no es menos cierto que la izquierda en su conjunto tiene que seguir renov¨¢ndose y cambiando muchas cosas, si pretende conquistar la mayor¨ªa.
es dirigente de Nueva Izquierda.
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