Territorio comanche
Para moverse seguro por Madrid, para que no se nos note e miedo esc¨¦nico. hay que anda por esta ciudad como un enviado especial a los Balcanes. A menos, nunca vienen mal ni un chaleco antibalas, ni un casco. Madrid ciudad abierta. Aqu¨ª nunca se termina la guerra. No sabemos bien d¨®nde est¨¢ el frente, qui¨¦nes son los bosnios, los serbios o los musulmanes. No sabemos contra qui¨¦n, pero seguimos perdiendo. Y escribiendo. ?Es la guerra! Hace unos d¨ªas lleg¨® a Madrid un gallego y escritor. Ven¨ªa de su pueblo, del fin de una tierra, y, oportunamente avisado de las salvajes compa?¨ªas que por aqu¨ª se mueven, tra¨ªa un ligero equipaje: unas cabezas de ajos y un buen garrote de roble. Eran sus armas rurales contra la guerra de los escritores urbanos. Le pregunt¨¦, m¨¢s que nada por saber de qu¨¦ lado ponerme: "?Y contra qu¨¦ bando las piensas usar?". El gallego me respondi¨®: "Depende". Me tranquiliz¨®.En el armisticio le¨ª el libro-pistola de P¨¦rez Reverte -?Ay, si mi pluma valiera ... !-; me di cuenta de que no es necesario escaparse al "territorio comanche" de Sarajevo. Tambi¨¦n aqu¨ª la hora de morir es incierta y las balas, cada d¨ªa, est¨¢n a punto de besarnos en la boca. Estamos preparados, deseando, deseantes. Ten¨ªamos, tenemos, la prisa de las navajas, dice un madrile?o y poeta, Juan Carlos Su?¨¦n; y ten¨ªamos, tenemos, la prisa por entrar en combate. Nos buscamos guerras para poder decir, en este Madrid b¨¦lico, sitiado y pele¨®n, que ma?ana en la batalla pienses en m¨ª. Pero, si no eres Mar¨ªas, si en vez de pasear entre Oxford y El Retiro, se te ocurre ligar y pasear por el barrio del Pilar, te pueden dar una manita de recuerdos con r¨²brica de patadas en la cara del novelista m¨¢s duro-metal de Madrid, Javier Satu¨¦. Seguimos en un Madrid entre lo fingido y lo real, y no podemos olvidar a un madrile?o de Roma, S¨¢nchez Ferlosio. Bien pod¨ªa habernos dado un consejo positivo, por ejemplo: "Odia Madrid y compadece a los madrile?os...". Pero no, es optimista, pacifista y pretende enga?arnos con esperanzas del tipo: vendr¨¢n m¨¢s a?os malos y nos har¨¢n m¨¢s ciegos.
Yo pretend¨ªa una columna contra esa guerra literaria que algunos llaman Madrid. No se preocupen, toda guerra tiene su armisticio. Y en Madrid tambi¨¦n hay gentes que escriben cuentos y los llaman "serena". Otra met¨¢fora de la mentira, como Madrid.
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