Las tres pelucas
Tras la tarde aciaga del ex-ministro de Agricultura y la noche l¨²gubre del ex-gobernador del Banco de Espa?a, Felipe Gonz¨¢lez compareci¨® ayer por la ma?ana ante la prensa con el ce?o adusto y el gesto severo adecuados para una situaci¨®n peligrosamente deteriorada. Mientras le ha resultado posible, el presidente del Gobierno ha seguido los sagaces consejos de Maquiavelo para que el Pr¨ªncipe logre ser amado y temido por igual en sus dominios. Pero es bien sabido que cuando esas dos emociones se presentan como t¨¦rminos excluyentes de un dilema, el poderoso opta por amedrentar a los s¨²bditos y renuncia a buscar el afecto de los ciudadanos. Con independencia de la gravedad de los delitos imputados y de la alarma causada por los hechos perseguidos, la orden de la fiscal¨ªa para detener, interrogar y encarcelar a Rubio y De la Concha en horas intempestivas evoca m¨¦todos intimidatorios de anta?o y trae a la memoria la manida cita de Churchill sobre las relaciones entre la democracia y el madrugador timbrazo del lechero. O calvos o con tres pelucas: el actual celo inquisitorial del Gobierno, del ministerio p¨²blico y del PSOE con Rold¨¢n y Rubio parece el reverso del largo periodo de abulia, indiferencia y obstruccionismo del Poder Ejecutivo, del Fiscal General del Estado y de la c¨²pula socialista respecto a otros casos de corrupci¨®n pol¨ªtico-financiera.Felipe Gonz¨¢lez anunci¨® en la rueda de prensa un m¨ªnimo cambio del Gobierno, causado por la dimisi¨®n de Antonio Asunci¨®n, tocado por el caso Rold¨¢n, y de Vicente Albero, culpable de un fraude fiscal conectado indirectamente con el caso Rubio a trav¨¦s de su com¨²n agente de bolsa; la designaci¨®n como titular de Interior de Juan Alberto Belloch, que retiene la cartera de Justicia, hace concebir fundadas esperanzas -nacidas de su historial como magistrado y como ministro- en su capacidad para limpiar y democratizar ese oscuro departamento. La onda expansiva de los esc¨¢ndalos promovidos por el ex-gobernador del Banco de Espa?a y por el ex-director de la Guardia Civil no se circunscribe al Gobierno: mientras Solchaga -cuyo talento y coraje no son corrientes en nuestra vida p¨²blica- se ha visto obligado a renunciar a su acta de diputado por culpa del caso Rubio, el caso Rold¨¢n -un "hombre cabal", dijo el ex ministro de Interior en su despedida- tambi¨¦n le ha costado el esca?o a Corcuera.Felipe Gonz¨¢lez reafirm¨® ante los periodistas su compromiso del 64 de abanderar la lucha contra la corrupci¨®n. Sucede, sin embargo, que mientras los arcones de los socialistas continuen guardando bajo siete llaves los esqueletos de la financiaci¨®n ilegal de su organizaci¨®n, el presidente del Gobierno, a la vez secretario general del PSOE, carecer¨¢ de t¨ªtulos suficientes para encabezar esa campa?a por la limpieza de la vida p¨²blica; las evidencias documentales y testimoniales del caso Filesa, una sociedad instrumental utilizada para recaudar il¨ªcitamente fondos destinados a sufragar la campa?a socialista de 1989, est¨¢n siendo, negadas ante el juez por los dirigentes del PSOE con los mismos m¨¦todos de obstruccionismo procesal que los delincuentes ordinarios suelen emplear para su defensa.
Pese a las rotundas declaraciones de autonom¨ªa hechas por Felipe Gonz¨¢lez en la rueda de prensa, Pujol tiene al Gobierno en sus manos: al tiempo que apuntalan a los socialistas, los diputados de CiU se niegan a formalizar ese apoyo mediante una moci¨®n de confianza parlamentaria y condicionan su sost¨¦n a la revisi¨®n de la pol¨ªtica auton¨®mica. Felipe Gonz¨¢lez no tiene m¨¢s salida -paciencia y barajar- que aguardar al 12-J: si las urnas le fueran propicias al PSOE, y si los esc¨¢ndalos menguaran, el respaldo de CiU al Gobierno podr¨ªa aguantar hasta que las elecciones locales de la primavera de' 1995 pusieran de nuevo a prueba su fundamento; pero si los socialistas sufriesen un descalabro electoral, Pujol decidir¨ªa con toda frialdad si le conviene forzar la disoluci¨®n de las Cortes en el oto?o.
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