Las 'pinturas negras' de Goya recobran su alma
El Museo del Prado reforma su instalaci¨®n m¨¢s criticada
Las catorce pinturas negras de Goya, repartidas ahora entre las salas 66 y 67 del Museo del Prado, han recuperado parte del halo misterioso que se les hab¨ªa arrebatado durante casi una d¨¦cada. Las que fueran originalmente pinturas murales en la Quinta del Sordo, la casa que Goya compr¨® en la colina de San Isidro en 1819, se exhib¨ªan enmarcadas por una especie de paspart¨²s muy poco afortunados, que criticaron duramente varios artistas e historiadores, adem¨¢s de buena parte de los visitantes. La nueva instalaci¨®n, mucho m¨¢s serena y seguramente menos pol¨¦mica que la anterior, ser¨¢ presentada en los pr¨®ximos d¨ªas oficialmente.
Las pinturas negras siguen estando alejadas del resto de obras del artista que posee el Prado. Situadas al lado de una sala con algunas de las principales obras de Rubens, encontrarse con la atm¨®sfera intensa y oscura de esta serie, cerca a las voluptuosas y coloristas -aunque tambi¨¦n dram¨¢ticas- pinturas del flamenco, ofrece un contraste, cuando menos, inquietante. El Saturno devorando a su hijo, de Goya, est¨¢ a hora a menos de cuatro metros de la obra hom¨®nima de Rubens. Dos de las alegor¨ªas fant¨¢sticas sobre el ansia de poder m¨¢s salvajes de la pintura.No se sabe si ser¨¢ la definitiva, pero la presente instalaci¨®n permite una contemplaci¨®n individualizada y tambi¨¦n de conjunto. Cada una de las piezas tiene ahora un marco negro y est¨¢n colocadas en dos salas, aludiendo a su composici¨®n original. Se han convertido definitivamente en pinturas sobre lienzo, como las dem¨¢s obras del museo, y como tales han sido tratadas.
Se ha optado por una iluminaci¨®n artificial, contra los partidarios de una tamizada luz natural de las dos ventanas que han sido clausuradas. La atm¨®sfera es cerrada y recogida, e invita a la reflexi¨®n.
En la primera sala se encuentran, de izquierda a derecha: Dos mujeres y un hombre, Dos viejas comiendo, Dos frailes, Saturno devorando a su hijo, Judith y Holofernes, Una mano la: do?a Leocadia Zorrilla y La lectura (los pol¨ªticos).
En la segunda, presidida al fondo por El perro semihundido, est¨¢n Las parcas, La romer¨ªa de San Isidro, Duelo a garrotazos, Peregrinaci¨®n a la fuente de San Isidro (El Santo Oficio), Aquelarre (El gran cabr¨®n) y El aquelarre (Asamblea).
No siempre fueron negras
Pero las pinturas negras, conocidas por su tem¨¢tica atormentada y alucinatoria, no siempre fueron negras. Seg¨²n estudios radiogr¨¢ficos y estratigr¨¢ficos, inicialmente Goya proyect¨® una decoraci¨®n muy distinta para esos muros. Seg¨²n un estudio publicado por Mar¨ªa del Carmen Garrido, los primeros bocetos eran paisajes de tonos claros y luminosos, de celajes muy amplios, en los que los personajes no tienen mayor importancia.La Quinta del Sordo -que ya, ten¨ªa ese nombre antes de ser adquirida por Goya- fue el refugio y el retiro tranquilo que busc¨® el artista a los 73 a?os, para vivir alejado de una sociedad que no ve¨ªa con buenos ojos su relaci¨®n con Leocadia Zorrilla, de 32 a?os, y con la que ya entonces hab¨ªa tenido una hija, Mar¨ªa del Rosario. Pero esa felicidad se ve empa?ada cuando el liberalismo que ¨¦l apoyaba se enfrenta a la la vuelta del antiguo r¨¦gimen.
Es precisamente un retrato de Leocadia -vestida de luto y apoyada contra una tumba, seg¨²n los historiadores- el que inicia el viaje al extra?o abismo de las pinturas negras. Al parecer este retrato fue proyectado desde el primero momento, ya que no hay rastros de paisaje debajo de su figura, como sucede en las otras pinturas. Goya, sordo y con frecuentes dolores cerebrales que sufr¨ªa desde hac¨ªa casi dos d¨¦cadas, presa, adem¨¢s de diversas frustraciones y persecuciones pol¨ªticas, decide recubrir los luminosos paisajes con lo que entonces intuye como un oscuro destino que se cern¨ªa sobre Espa?a.
Los demonios que lo persegu¨ªan mientras realiz¨® Los caprichos, vuelven a planear sobre ¨¦l y producen intensas escenas de aquelarres y violencia fratricida. Como culminaci¨®n de todo esto est¨¢ la enigm¨¢tica figura del Perro semihundido, la m¨¢s desolada representaci¨®n de la angustia y el desamparo.
Babelia
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