Mil besos para mam¨¢
El ex toxic¨®mano indultado reconoce la deuda con su madre
Eduardo Cuadrado acaba de cerrar el episodio m¨¢s amargo de su vida. La experiencia de haber estado preso en la c¨¢rcel de Carabanchel durante siete meses y diez d¨ªas le ha servido para comprobar lo malas y lo buenas que pueden ser las personas.Este vecino de M¨®stoles (196.000 habitantes), de 28 a?os de edad, se ha dado cuenta de la capacidad de sacrificio de su familia, sobre todo de su madre, a la que debe "mil besos", y que no ha parado hasta conseguir el indulto del Consejo de Ministros y la interrupci¨®n de una condena fijada en ocho a?os por robar 6.000 pesetas y unos pantalones vaqueros en C¨¢diz hace seis a?os.
En cuanto sali¨® en libertad, Eduardo Cuadrado lo celebr¨® con los familiares y amigos que fueron a esperarle a la puerta de la c¨¢rcel. Este joven no se lo cree todav¨ªa y confiesa que no ha aterrizado a¨²n "porque todo ha pasado muy r¨¢pido". Las primeras noticias sobre el indulto las recibi¨® el mismo martes por la ma?ana, cuando dos compa?eros de celda le dijeron que "lo hab¨ªan escuchado en la tele", explica Eduardo. A partir de ese momento los hechos se sucedieron a una velocidad inusual para una c¨¢rcel donde precisamente lo que sobra all¨ª es el tiempo. "A la una intent¨¦ confirmar el rumor con un funcionario, a las dos habl¨¦ por tel¨¦fono con mi madre y a las cinco y diez estaba libre", comenta. Apenas tuvo tiempo para despedirse de Juli¨¢n, Juanjo y Miguel, sus tres compa?eros de celda, aunque cumpli¨® con la costumbre de dejarles "como herencia" su reloj y una cadena de plata.
Ya en casa, Cuadrado se ha desquitado de un deseo que ten¨ªa en Carabanchel y que le estaba prohibido: escuchar a todo volumen las canciones flamencas de Parrita, que "en aquella casa", como as¨ª llama ¨¦l a la c¨¢rcel de Carabanchel, s¨®lo le permit¨ªan "o¨ªr por los cascos". Entre continuas interrupciones telef¨®nicas de amigos y familiares que no le han podido ver todav¨ªa, Eduardo intenta explicar sus vivencias en prisi¨®n. Seg¨²n ¨¦l, las malas personas son peores de lo normal, mientras que el resto demuestra con mayor intensidad su perfil humano". En el primer grupo, este joven mete a algunos funcionarios, "que tienen pelos en el coraz¨®n", porque, seg¨²n ¨¦l, "demuestran una actitud prepotente con los reclusos y si no caminas derecho te lo hacen pasar muy mal". En el lado de las buenas personas se encuentra el resto de funcionarios, "que se limitan a cumplir con su trabajo", y los compa?eros de celda y del taller de carpinter¨ªa, que le animaban continuamente diciendo que le quedaba poco para salir aunque le faltasen "m¨¢s de siete a?os", comenta Eduardo. Caso aparte es Pilar, su madre, que ha demostrado una voluntad de hierro al conseguir peticiones de indulto procedentes de la Reina, el Ayuntamiento de M¨®stoles y 3.000 firmas recogidas en la calle.
Esta mujer, que padece del coraz¨®n y que se neg¨® a someterse a una prueba m¨¦dica hasta que su hijo no saliese libre, comenz¨® su mal sue?o cuando Eduardo rob¨® 6.000 pesetas y unos pantalones vaqueros en C¨¢diz bajo el s¨ªndrome de abstinencia, hace ahora seis a?os. Pero la retirada de la denuncia y la puesta en libertad de su hijo tras 47 d¨ªas de prisi¨®n en El Puerto de Santa Mar¨ªa le hicieron pensar que todo hab¨ªa terminado.
Poco a poco, Eduardo se desenganch¨® y comenz¨® a trabajar en una empresa de muebles hasta que en octubre se lo volvieron a llevar preso para cumplir una condena de ocho a?os. "Lo negativo de la justicia", dice Eduardo, "es que es muy general y no se fija en cada caso concreto".
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