Traici¨®n a un gran estilista

Pierre Lacotte es el ¨²ltimo arqueol¨®go del ballet franc¨¦s, un valedor insustituible y mas que necesario, conocedor de la tradici¨®n y en su modalidad, el mejor reconstructor del gran repertorio rom¨¢ntico y tardorom¨¢ntico.Esta Giselle que ingratamente los desaprensivos programadores de Madrid en Danza han metido con calzador en el escenario del Alb¨¦niz, data de principios de los a?os 80, cuando Lacotte la remont¨® para el ballet de Montecarlo con Gheslaine Thesmar como protagonista, tratando de limpiar el original franc¨¦s sin desechar el aporte de Marius Petipa y de la escuela de San Petersburgo.

Estilo es aqu¨ª la palabra clave. Amaya Iglesias no baila todav¨ªa una buena Giselle. Tiene talento, posee t¨¦cnica, no teme a evolucionar sobre sus puntas, pero a¨²n le falta entonar el personaje. Ella tuvo mejor segundo acto que primero, pero aun asi, el sabor que deja es de superficialidad, de trato epid¨¦rmico de la dramaturgia y del estilo, por no hablar de la m¨ªmica.

Lacotte es un core¨®grafo culto, experto, y sus arcaicas variaciones sobre fragmentos musicales olvidados exigen de una definici¨®n formal que la ma?a a¨²n no puede desplegar. Por ejemplo: en el primer acto emergi¨® virtuosa pero acab¨® apresurada, fuera de m¨²sica. Hasta estaba peinada equivocadamente, y en ballet no hay detalles n¨ªmeos, sino filigranas que completan la estampa estil¨ªstica. La producci¨®n es muy hermosa; la pena es que traer as¨ª esta Giselle es una traici¨®n a Lacotte y al cl¨¢sico mismo.