El Mil¨¢n desnuda al Bar?a
El equipo italiano gole¨® a los barcelonistas en la final de la Copa de Europa
Los dioses siguen vistiendo de blanco. Un color maldito para el arca y agradecido para el Milan desde que agarr¨® la hegemon¨ªa continental en el Camp Nou 989), la ratific¨® despu¨¦s contra Berifica y la blandi¨® ayer en Atenas. Les gusta a los rossoneri fundarse la zamarra de los elegidos en las grandes ocasiones.La camiseta del Milan fueun spejo en el que mirarse el Barga. stuvo el colectivo de Fabio Caello limpio, brillante, clarividente insultante por su dominio del ampo y del contrario. Tiene el ampe¨®n italiano una-liturgia futol¨ªstica inequ¨ªvoca. Es un grupo rogramado para desnudar al rial y exhibir sus propios atributos.El Barcelona apareci¨® as¨ª como un equipo miserable. No le dur¨® el Barga ni medio tiempo al Milan. El equipo azulgrana se qued¨® seco.
La arrogancia de Johan Cruyff dur¨® el tiempo que se tarda en poner la alineaci¨®n. Puso en escena el mismo once que barri¨® al Oporto: Txiki emerg¨ªa como sustituto de Laudrup e Iv¨¢n se quedaba fuera del campo. Quedaba as? un grupo de peloteros demasiado tibio para competir con una m¨¢quina cuya sensibilidad radica en la perfecci¨®n con que cumple su trabajo. Todo lo que hacen los futbolistas del Milan tiene sentido: participan de un mismo solfeo.
Maldini evidenci¨® que es el sustituto natural de Bares? por su forma de leer el partido. Desailly setrag¨® a toda la l¨ªnea media azulgrana. Albertini y Boban pintaron las l¨ªneas de ataque. S¨¢vicevic deleit¨® a los hinchas con una actuaci¨®n sublime. El fino centrocampista abri¨® la defensa azulgrana en canal y exhibi¨® un juego de pies delicioso, adornado con un gol propio fuera de serie. Y Massaro, el ¨²ltimo de grupo, el 11,' firm¨® el trabajo con dos tantos que se adivinaban desde que el cuero encar¨® el marco de Zubizarreta.
El Barcelona sufri¨® como nun
ca. H ab¨ªa prometido que acaba
r¨ªan con el mito del Milan y resul
ta que con su afrenta todav¨ªa lo
. agrandaron. Derrotas como las de
ayer emborronan cualquier histo
rial cuando se pretende ser el me
jor tanto en las tertulias de los afi
cionados como en los disquetes delos ordenadores. Los n¨²meros cantan hoy que el Barca ha encajado una de las mayores goleadas de la historia en la Copa de Europa. Qued¨® el colectivo de Cruyff como un equipo de andar por casa. Muy sedentario. Dom¨¦stico. Vulgar. La afici¨®n azulgrana aguant¨® estoicamente un chaparr¨®n de f¨²tbol despu¨¦s de haberse paseado por Atenas presumiendo de tener el mejor equipo, el mejor entrenador.
Capello no tiene ni la osad¨ªa de Cruyff ni nunca presunii¨® de ser tan atrevido. Fue con humildad a la final. Prefiri¨® el silencio ante el ruido de su oponente. Camuflado de perdedor en la salida, el resultado final le convirti¨® en un h¨¦roe en la misma medida en que la figura de Cruyff se empeque?ec¨ªa.Todo lo ten¨ªa planificado. ,El Milan, se?alado como el mejor equipo defensivo de Europa, no s¨®lo dej¨® a cero al presumido estandarte del ataque, sino que le meti¨® cuatro goles. Muri¨® el Barca como tem¨ªa. Le ahogaron en el medio campo. Nunca le dejaron dar ritmo ni recorrido al bal¨®n. Jam¨¢s pudo salir de la primera l¨ªnea de presi¨®n y dar el ¨²ltimo pase. No le dejaron pensar. No supo calmar el choque. Quiso sacar del campo al rival y se vio fuera del partido. Perdi¨® con reiteraci¨®n la pelota. El Milan se lo comi¨®. Hasta los extranjeros, los que marcan la diferencia, fueron engullidos por la zaga italiana. Y Cruyff no corrigi¨® nada pese a que sus futbolistas siempre parecieron ser, en cada acci¨®n, uno menos. Cre¨ªa ¨¦l en el Barcelona de los sentidos, ese equipo divino, fantasioso, intuitivo, y se encontr¨® con el Barcelona de los gemidos. U dol¨ªa todo al grupo.
Fue un Barcelona m¨¢s humano que nunca. Humillado en la grada y en el campo. Llor¨® de rabia en el campo como no lo hac¨ªa desde que perdi¨® el ¨²ltimo partido, en Zaragoza. Hoy les seguir¨¢n pasando por el morro que el Milan no s¨®lo es mejor equipo que ellos, sino que el campe¨®n les bail¨® en el hogar de los dioses, en el lugar que hace m¨¢s da?o, en una final. La anunciada alegr¨ªa se convirti¨® en una gran verg¨¹enza. No ha dado todav¨ªa ese generoso grupo humano y futbol¨ªstico el salto de calidad para desafiar la hegemon¨ªa del Milan.
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