Tarea de demolici¨®n hecha con clase
El Milan de Fabio Capello dio una lecci¨®n de f¨²tbol moderno en Atenas
El Milan sac¨® ricos dividendos de su propaganda victimista. Se declar¨® inferior y conservador. Fue superior, jug¨® al ataque y gole¨®. El Barcelona se present¨® como el abanderado de un f¨²tbol de lujo frente a la prosa italiana y fue t¨¦cnicamente eclipsado por sus rivales. Ten¨ªa que haber sido la santificaci¨®n de Cruyff, pero Capello le gan¨® la partida. Ten¨ªa que haber sido la final de Romario y Stoichkov y fue la final de Savicevic, Desailly y el goleador Massaro. Todos predec¨ªan una victoria para el conjunto que hab¨ªa desarbolado al Oporto, pero en Atenas apareci¨® el equipo de Zaragoza. La demolici¨®n fue total.En Atenas se confirmaron todos los temores de los seguidores del Barcelona y practicamente ninguno de los tifosi del Milan. Las ausencias de Bares? y Costacurta ni siquiera se notaron. Galli, Maldini, Tassotti y Panucci fueron agresivos, r¨¢pidos, concentrados y expeditivos. El mejor ataque del mundo no se vio.
Albertini, Donadoni, Desailly y Boban fueron netamente superiores a Guardiola, Amor, Bakero y al carrilero Sergi en el centro del campo. Su dominio fue tan ,aplastante que las armas m¨¢s afiladas del Barcelona, Stoichkov y Romario, apenas pudieron ser desenfundadas.
Desailly se erigi¨® en pantalla gigante por delante del supuestamente d¨¦bil centro de la defensa milanesa. Demostr¨® mil maneras de lidiar a los azulgrana y hacer que stis embestidas pareciesen vulgares. Se anticip¨® a todo el mundo. Bloc¨® pases con el pie, la cabeza o el cuerpo. Domin¨® por alto. Sali¨® jugando, subi¨® para apoyar cada ataque blanco y redonde¨® la faena pisando el ¨¢rea del Barcelona y marcando un gran gol. Eclips¨® no s¨®lo a Bakero, sino a todo el centro del campo azulgrana. Fue elemento decisivo.
El Milan impuso su ritmo en todo momento, frenando y acelerando, mezclando pase corto y bal¨®n largo. Vari¨® sus zonas de presi¨®n para concentrarse en la parcela central de la salida azulgrana. Koeman y Guardiola jugaron el bal¨®n con prisas e imprecisi¨®n. Entregaron pocos balones con criterio. De esta forma, el Milan conden¨® al Barcelona a iniciar sus jugadas a trav¨¦s de las bandas donde Ferrer y Sergi son capaces de galopadas pero no son grandes distribuidores de juego.
El Barcelona perdi¨® todas sus batallas individuales. Begiristain estuvo especiamente perdido por una banda donde Sergi duplic¨® la cuota de zurdos. Tassotti y Boban les cerraron la banda y les obligaron a suministrar m¨¢s le?a al fuego en el centro del campo.
Los cambios no produjeron ning¨²n efecto positivo porque s¨®lo afectaron la periferia del juego y no la zona central donde Desailly y compa?¨ªa destrozaban el f¨²tbol azulgrana.
Sin respuestas
El Milan siempre supo localizar a sus delanteros, dados los marcajes muy generosos en la vanguardia azulgrana. Massaro y Savicevic, encargados de la tarea de aguantar la posesi¨®n de la pelota para permitir el movimiento del bloque milanista, pudieron hacerlo- con una impunidad que roz¨® la insolencia.
Nadie encontr¨® respuestas deportivas para el delantero montenegrino Savicevic.. El balc¨¢nico se deshizo de Nadal y cuantos le sal¨ªan al paso con un descomunal control en corto y un regate seco, obedeciendo las instrucciones de Berlusconi de que demostrara su condici¨®n de gran figura. Para pararle, sus marcadores -primero Nadal y despu¨¦s Ferrer- recurrieron a patadas que les valieron la tarjeta amarilla.
Lo m¨¢s importante es que lo que iba a ser el cap¨ªtulo culminante en la biblia del profeta del gol y la consagraci¨®n del f¨²tbol de ataque que predica acab¨® en una humillaci¨®n que puede traer consecuencias imprevisibles para la fe del colectivo azulgrana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.