Templar opiniones
El maestro Anto?ete, comentarista de Canal +, elogia en voz baja y critica en silencio
Anto?ete sigue provocando un alboroto cada vez que pisa Las Ventas, la plaza de sus grandes triunfos. Lo hace todas las tardes, para transmitir las corridas de Canal +. "?Maestro! ?Qu¨¦ me dice de Aparicio? ?Y los naturales de Curro [por V¨¢zquez], eh?" Y el maestro sonr¨ªe y asiente con la cabeza, templando sus opiniones para no ofender a nadie. El respeto que todos le merecen provoca que elogie en voz baja y censure en silencio, Antonio Chenel Anto?ete, sabe lo que es, en v¨ªsperas de torear en Madrid, echar la ceniza en la taza y el az¨²car en el cenicero, de lo mal que se pasa. Por eso no le cuesta trabajo interpretar cada gesto que realizan los matadores en el ruedo. "Y sobre todo en el callej¨®n, despu¨¦s de haber matado el toro", dice. "La tensi¨®n que han vivido les hace cambiar el semblante. Ah¨ª est¨¢ el ejemplo de Aparicio, que qued¨® roto y desgarrado".Durante cada transmisi¨®n, Anto?ete baja al ruedo para meterse en la piel de cada torero. Hay momentos que lo pasa realmente mal. Eso le hace exclamar: "?Claro que hay toreros que pagar¨ªan por no venir a Madrid! Pero si quieres ser alguien hay que pasar por Las Ventas. Entonces, una de dos, o superas el atragant¨®n o te quitan el sitio".
Hay una faceta nueva en Anto?ete que enriquece su experiencia: la de ganadero. Hace un a?o que compr¨® un lote de 25 vacas de procedencia Murube, que ya le han dado las primeras cr¨ªas. Est¨¢ entusiasmado con lo que pueda salir de ah¨ª. Una de las becerras ha dado pruebas de casta arrolladora. A los dos d¨ªas de nacer fue repudiada por la madre; tuvo que ser criada con biber¨®n. Creci¨® en absoluta libertad, entre caricias de Anto?ete y su familia, y juegos con los mastines de la finca. El lunes, con seis meses de edad, empez¨® a embestir a quien se le acercara.
All¨ª, en el campo, ha encontrado Anto?ete su refugio, renunciando a toda la vida social que le brinda la popularidad. Prefiere echar de comer al ganado, limpiar de chaparros la finca o jugar al domin¨® con los vecinos de Navalagamella (Madrid), que pasar el d¨ªa en la ciudad al rebufo de la feria. Despu¨¦s de comer cambia el vaquero, la camisa y la gorrilla por un traje y sale para la plaza. ?A trabajar!
La gente le para y le pregunta por Jesul¨ªn, por los V¨¢zquez, por Aparicio, por Litri.Pocas veces responde en p¨²blico. "Son estilos diferentes y yo no puedo imponer mis gustos a nadie", manifiesta Anto?ete. "Digo lo que digo. cuando uno est¨¢ bien y si no, me callo". Cuando de noche regresa a Navagalamella suele sentarse en el butac¨®n, con los mastines a los pies, para ver un v¨ªdeo. Entonces comenta: "?Eso es torear! Con las manos abajo y acompa?ando. Eso y no lo de las manos arribita". ?Silencio!: Rafael de Paula torea de capote.
Babelia
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