Contra 'El art¨ªculo'
Y a favor del placer. A favor de Manuel Vicent, el maestro de Denia, amigo de los toros, evolucionado monosabio que nos ense?a a ser humanos, a comer arroces y filetes de Villagodio mientras seguimos a la espera de mejores euromiuras. Vicent, que profundiza en la vida con la pasi¨®n y la ternura del que sabe leer a Virgilio o poner el punto exacto de aceite en una ensalada, est¨¢ secuestrado por su propia afici¨®n. ?Y qui¨¦nes son los entendidos que cada San Isidro esperan como yonquis el chute antitaurino de Vicent? Seg¨²n mi arbitrario trabajo de campo, no pueden faltar el colectivo de adoradores de lechugas; los segui dores de la Bardot, pos-Wigitte La Maciza; una amplia representaci¨®n de trabajadoras y asociados del Ministerio de Asuntos Sociales y otras cruces; com pradores del gregoriano en versi¨®n marketing; los voluntarios para la alimentaci¨®n de palomas del Retiro; un grupo de paseantes de alsacianos, con pala y recogedor; una quinta columna de bebedores de aguas minerales, zumos de tomate e infusiones varias; lectores de Castaneda; soci¨®logos feministas del Mediterr¨¢neo; ¨¢cratas floreales seguidores de la "v¨ªa marina" por la regeneraci¨®n; matarifes profil¨¢cticos sin sindicar; andaluces senequistas de la estirpe de Anguita; una colonia de nudistas austriacos; algunos afiliados a Esquerra Republicana; una partida de perjudicados pasivos por los fumadores activos; un librero de viejo que hered¨® las obras completas de Eugenio Noel; un banderillero arrepentido. Y la me moria l¨²cida de Eduardo Haro Tecglen. Me olvido de algunas chicas danone, dos o tres obispos y alg¨²n sill¨®n de la Academia.
?Y qu¨¦ hacen Eduardo Haro y Manuel Vicent al frente de ese pase¨ªllo? Me imagino una excursi¨®n con toda esa cuadrilla por los campos de Salamanca, por Valdemorillo o por los alrededores de Las Ventas y me dan ganas de esconderme en el bar del tanatorio de la M-30, un buen lugar para ver pasar a los antitaurinos desde la barra.
Me falta imaginaci¨®n. No consigo ver a estos dos espa?oles del placer y la ¨¦tica con pancartas contra la sangre derramada, contra el casticismo de Bergamin -por cierto, ?qu¨¦ bien habr¨ªa estado con un pasodoble final en vez de con aquellas m¨²sicas no calladas con que le enterraron!-, contra las gracias de Perico Beltr¨¢n, contra las mentiras del banderillero Periquito, contra el guiso del rabo de toro. ?Y el problema social de los alguacilillos, pi cadores, mulilleros, chulos de banderillas, mono sabios, areneros, m¨²sicos de la banda y otros currantes de la fiesta nacional? ?O deber¨ªa decir del planeta de los toros? El hermano del rojo pintor y cartelista de esta feria, Pepe D¨ªaz, cuando ley¨® El art¨ªculo de Vicent me record¨® algo tan elemental como esto: "?Entonces, las fiestas de los pueblos, sin los toros, ser¨¢n cantos regionales, procesiones y paseo de las autoridades! ?Y para eso estuve en la resistencia antifranquista en la Europa de los currantes? Si lo s¨¦, me hago belga. Sin corridas de toros, ?a qui¨¦n le interesa ser espa?ol?".
Vicent, por favor, no le puedes hacer eso a tu amigo Pepe. Pega una larga cambiada, deja el farol estilista de tu art¨ªculo y vuelve a tus trincherazos ir¨®ni cos, a los mejores naturales del periodismo en ruedo ib¨¦rico. Vendr¨¢n miuras que necesitar¨¢n tu acero.
Bien templado en alguna velada en Benicarl¨®.
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