La alternancia
ELECCIONES 12-JLa posibilidad de alternancia m¨¢s o menos inminente, capaz de abrir la segunda transici¨®n democr¨¢tica, ya es un hecho. ?Qu¨¦ pasar¨ªa, de producirse un supuesto semejante? Sin duda, no ser¨ªa tan grave como se temen los conservadores m¨¢s sensatos, que a veces te expresan en privado la inquietud que hoy m¨¢s les preocupa: ?t¨² crees que Aznar ser¨¢ capaz? Y yo les tranquilizo con el refr¨¢n de que es el h¨¢bito quien hace al monje: tambi¨¦n Gonz¨¢lez nos parec¨ªa incapaz antes del 82 y luego, tras tomar el mando, se hizo en seguida con el tim¨®n, asumiendo perfectamente toda la responsabilidad del cargo.Por lo dem¨¢s, si bien era cierto que este pa¨ªs necesitaba una pasada por la izquierda, tampoco lo es menos que igualmente necesita una pasada por la derecha democr¨¢tica como novedad hist¨®rica: sin esta prueba de fuego nunca se fortalecer¨¢n nuestras instituciones. Sin embargo, no se trata s¨®lo de un mal menor, necesario para nuestra consolidaci¨®n democr¨¢tica. Adem¨¢s, esta segunda transici¨®n podr¨ªa en s¨ª misma suponer un bien por derecho propio, en t¨¦rminos de revitalizaci¨®n de nuestra vida p¨²blica. Si se recuerda bien, la primera transici¨®n supuso, de 1975 a 1985, todo un acontecimiento para la generaci¨®n de los sesenta, que protagoniz¨® un ingente experimento, de cambio social. Pero luego, tras la consolidaci¨®n, vino el desencanto, la resaca, la desmovilizaci¨®n, el pasotismo y, por ¨²ltimo, la corrupci¨®n. Pues bien, dado que los j¨®venes actuales (como nos suced¨ªa a nosotros durante los primeros setenta) viven por completo a espaldas del sistema pol¨ªtico, ?ser¨ªa mucho esperar que la segunda transici¨®n suponga para la generaci¨®n X lo mismo que la primera transici¨®n supuso para nosotros? Se me dir¨¢ que, hasta para un optimista hist¨®rico, eso es mucho esperar. Vale. Pero de. algo s¨ª que no hay duda: y es que s¨®lo la pasada por la derecha permitir¨¢ la regeneraci¨®n de la izquierda. Y no me refiero tanto a la izquierda pol¨ªticamente dicha, que lo tiene muy crudo, pues sus posibilidades actuales de regeneraci¨®n est¨¢n tan verdes que son a corto plazo m¨ªnimas, por no decir nulas (con el partido socialista reducido a mero aparato de recaudaci¨®n clientelar, el ex comunismo recluido en el asilo de jubilados y el sindicalismo apalancado en su monopolio del empleo blindado, a la espera de que su gran esperanza blanca, que es Antonio Guti¨¦rrez, pueda tomar el relevo del liderazgo pol¨ªtico), sino a la izquierda social.La ciudadan¨ªa, la opini¨®n p¨²blica, hasta la prensa misma, somos mayoritariamente de izquierdas. Y llevamos a?os frustrados por no poder levantar la voz con dignidad: de ah¨ª que algunos hayan podido a?orar aquellos buenos viejos tiempos, cuando contra Franco se luchaba mejor. Pues bien: contra Aznar s¨ª se vivir¨¢ mejor. Todos necesitamos recuperar emocionalmente el derecho de atacar al poder con propiedad. Mucho m¨¢s en el caso de los intelectuales, o en el de la prensa, cuya funci¨®n es controlar al poder. Este mismo peri¨®dico en el que escribo, ?acaso no recobrar¨ªa todo el cr¨¦dito que hoy le niegan tantas voces mezquinas y resentidas? ?Acaso no ganar¨ªa m¨¢s contra Aznar?
Sin embargo, pese a todo, la segunda transici¨®n no debe empezar todav¨ªa, hasta tanto no se hayan cerrado cuentas. Recordemos que la primera transici¨®n consensu¨® un pacto de silencio, o de autoamnesia colectiva, por el que se amnistiaron todos los delitos del franquismo. Pues bien, ahora no debemos repetir el mismo pacto de silencio con la corrupci¨®n actual (Filesa, Naseiro, casinos, etc¨¦tera); nada de tabla rasa, borr¨®n y cuenta nueva o ley de punto final, pues toda autoamnesia abortar¨ªa de ra¨ªz la segunda transici¨®n. Pero, claro, si la alternancia ocurre ahora, antes de saldar cuentas con la corrupci¨®n, los principales sospechosos exigir¨¢n de los posfranquistas la misma clase de amnist¨ªa que obtuvieron los franquistas durante la primera transici¨®n. Por tanto, antes de que se produzca la alternancia es preciso que los mismos socialistas salden sus propias cuentas: y eso s¨®lo Gonz¨¢lez puede exig¨ªrselo, pues los posfranquistas no est¨¢n legitimados para ello.
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