Los prodigios de la feria trashumante
Los barracones de las fiestas de los pueblos ocultan una sociedad desunida y diferente
La cara de Esteban Maricovich, Poli, brilla de noche, cuando las bombillas del drag¨®n parpadean, suena bakalao en el descampado de Arroyomolinos (1.545 habitantes) y los ¨²ltimos muchachos se timan con las adolescentes a base de chocar cochecitos.Poli, el feriante, no es el ¨²nico a quien las luces del tinglado embellecen cuando cae la noche. El coche de bomberos del carrusel de Mar¨ªa, que tiene mas a?os que los 20 que cumple ella, reluce al girar y eso que a mediod¨ªa s¨®lo era un esqueleto polvoriento, al lado de la peque?a pista de coches de choque en la que montaban guardia un hatajo de chiquillos del pueblo. El castillo se ha hinchado de aire y en ¨¦l, como en las camas de la abuela Sof¨ªa, saltan los cr¨ªos. Huele a churros y las pandillas suben y bajan la calle de la Iglesia.
Poli a¨²n tiene el pelo repeinado de cuando se quit¨® la grasa de las manos y se puso guapo para vivir el primer d¨ªa de feria. Es la medianoche del Corpus y el hombre echa su brazote por el lomo de la mujer y explica que hay un pueblo en que los mozos s¨®lo se suben a su atracci¨®n (un drag¨®n capaz de marear a 50 hombres) si pone el flash discotequero y los de la pe?a se contemplan unos a otros en una sucesi¨®n de fotos fijas. ?l lleva barriga disimulada por una camisa vaquera, unas cuantas medallas al cuello y la palabra feriante escrita en los genes. En 42 a?os, si no miente, ha concebido nueve hijos y ha sido trapecista, alba?il, mec¨¢nico de coches, soldador y tornero. Incluso fue bater¨ªa ocasional con el D¨²o Din¨¢mico e hizo zapatos en Elda (Alicante) por los inviernos. Por todas esas habilidades, su drag¨®n es el que m¨¢s a¨²lla y m¨¢s se ilumina, antes de que la hija recoja los tiques y el monstruo emprenda viaje. En el costado de Poli se apoya una mujer morena de 35 a?os que ama el caf¨¦ solo y los Ducados, y que ha parido hace exactamente 16 d¨ªas a Jos¨¦ Angel, su noveno hijo. El beb¨¦ pone fondo musical a las noches en que los 10 restantes tratan de dormir en la caravana.
La vida de esta familia h¨²ngara (como se llaman a s¨ª mismos puntualizando que no son gitanos) siempre es trashumante: "Si nos meten en un piso, tenemos miedo de que se caiga encima", dice la mujer. As¨ª que Petra y Poli viajan con los nueve chavales -seis chicas y tres varones-, nacido cada uno en una ciudad distinta salvo la benjamina, de dos a?os, y el beb¨¦. Los dos son de Legan¨¦s. "Son muchos", dice la, pareja, que sigue enlazada bajo las estrellas, "pero si falta. alguno siempre lo notamos".
Poli puede ser uno de los prodigios que da la feria; pero, que quede bien claro, no es el ¨²nico. Est¨¢, en el carrusel de Paloma, un chaval chupado llamado ?ngel. Sus ojos grandes y oscuros se pierden en la noche cuando cuenta, sin darle importancia, lo que se comi¨® el ¨²ltimo domingo a la hora del almuerzo:
-Lentejas...
-Un bid¨®n -precisa su empleador, Paco, el marido de Paloma.
-Tambi¨¦n fabada -prosigue ?ngel-, filetes de lomo, una barra de pan, una botella de agua...
-De litro y medio -interrumpe Paco.
-Dos huevos fritos, patatas, y...
-Cinco albaricoques.
-No, siete.
La criatura tiene 16 a?os y es capaz de devorar bolsas enteras repletas de bollos en un abrir y cerrar de ojos, cuenta ?scar, su compa?ero de trabajo, el empleado de los ojos azules. ?scar levantaba poco m¨¢s de un metro del suelo cuando se subi¨® al tren de la bruja en su pueblo, Torrej¨®n. Desde entonces vive en la feria y de la feria, con el carrusel de Paloma.
-Y dice la madre que desde que Angel no est¨¢ le duran los botes de Colacao m¨¢s de una semana, porque ¨¦l se los com¨ªa a cucharadas.
-Tendr¨¢s la solitaria, seguro.
-Siempre he comido as¨ª.
Hoy, jueves, la abuela Sof¨ªa anda dolorida, pero no deja de fumar. Muchos de los chavales que corretean por la feria de Arroyomolinos tienen algo que ver con ella. Ella pari¨® 18 hijos y tiene casi 100 nietos. "Estoy muy cansada, mucho. He tenido 18 hijos y sigo por los caminos". Su marido despacha fichas verdes en las camas el¨¢sticas, un lugar donde las mejores piruetas las hacen sus propos nietos, una colecci¨®n de chavales cuyos ojos completan toda la gama de verdes.
-Yo hago la voltereta para atr¨¢s -dice un hermano.
-Yo, en el suelo -apunta el otro. La feria de Arroyomolinos constituye un mosaico de lo que es cualquier ciudad, s¨®lo que en reducido y en port¨¢til. Est¨¢, arriba, el barrio de los h¨²ngaros -Poli y sus muchos familiares, que tienen un trenecillo y las camas el¨¢sticas de la abuela Sof¨ªa- y, abajo, las barracas de tiro, la churrer¨ªa, el bar, las t¨®mbolas.
S¨®lo la chavaler¨ªa que recorre las barracas les une. Ellos lo reconocen.
Algunos dicen que los h¨²ngaros son muchos -"porque tienen muchos hijos"- y les van a comer el terreno -"y eso no lo ponga que lo he dicho yo ?eh?", se apresuran a a?adir.
Hay otros que duermen entre molinillos de viento y ma¨ªz, en su barraca y aspiran a reirse y a que les toque la loter¨ªa. ?se es Amador y su vientre demasiado abundante para sus 25 a?os. Su t¨ªo Francisco, el de los puestos de tiro, es un feriante de ?vila que se cri¨® en una caseta de madera sin agua, sin luz y sin servicios. Hasta hace 10 a?os viv¨ªa as¨ª los seis meses de temporada. Ahora tiene caravana con aire acondicionado, su mujer le prepara buenos cocidos y los hijos le han retirado tras una operaci¨®n de coraz¨®n. ?l le saca brillo a su Mercedes y dice: "Feriantes los habernos buenos y malos, aunque tenemos mala fama".
Otros aman la libertad de la vida en la feria, como David, el muchacho que tiene un par de zarromatos en los que se pueden pescar mu?ecos de peluche. Tiene una novia morena que cuida de ¨¦l mientras trabaja y bucea.
Casa y caravana
Otros tienen una casa de 400 metros cuadrados reci¨¦n estrenada en Rivas -Vaciamadrid, como Ely, una vallecana cuyos dos hijos regentan una pista de coches de choque en San Fernando de Henares. Ely reina en una caravana exactamente igual que un piso de lujo, un poco m¨¢s peque?o, pero poco. Lo que peor llevas C¨®mo les trata la gente, como si fu¨¦ramos, dice, gitanos y ladrones.
Gente normal
Otros se empe?an en demostrar, obsesivamente, que son gente normal, muestran su equipad¨ªsima caravana y cuentan: "Yo tengo casa, como cualquiera, donde vivo en invierno, lo ¨²nico es el colegio de los cr¨ªos". Unos chavales van seis meses a la escuela y seis meses no; otros se marchan internos y guardan una memoria siniestra de aquellos a?os.
Y luego est¨¢ el mism¨ªsimo drag¨®n del trenecillo, un hombre bajito que lleva 23 a?os perdido entre las barracas.
Isidro es un drag¨®n tatuado, que habla a borbotones de hijos reconocidos y que no se acuerda del n¨²mero de la puerta de la casa de su mism¨ªsima hermana. Por la feria dicen que el drag¨®n de cabeza de goma duerme en un cami¨®n.
Esta noche, un monstruo tatuado volver¨¢ a acechar a los muchachos de Arroyomolinos o de cualquier otro pueblo en fiestas. Los rostros de los feriantes, perfumados, brillar¨¢n bajo las bombillas.
La Administraci¨®n no controla la seguridad las atracciones
Que un vag¨®n no descarrile ante las fauces de un drag¨®n de mentira o que la cacerola que rueda y levanta el pelo a los chavales no se salte de su eje depende, b¨¢sicamente, de la bonhom¨ªa y profesionalidad del due?o de la atracci¨®n de feria. No existe legislaci¨®n que implique revisiones peri¨®dicas oficiales de estos aparatos que ruedan de feria en feria. As¨ª lo reconocen en el Ministerio de Industria y en la Comunidad de Madrid.Lo que m¨¢s se acerca a una revisi¨®n oficial es un certificado que ano a a?o extiende un ingeniero t¨¦cnico industrial sobre el buen funcionamiento del aparato. Es un papel cuya copia van entregando los feriantes a cada Ayuntamiento.
"Lo m¨¢s importante [en la seguridad de las atracciones] es el patr¨®n. Es como tener un coche y no cambiarle el aceite ni las ruedas", comentaba esta semana el propietario de una atracci¨®n similar al Hurac¨¢n, el ingenio del que sali¨® despedida una joven en San Fernando de Henares (27.000 habitantes) y que se estrell¨® contra un poste. El feriante, que no quiere dar su nombre, afirma: "Yo llevo con este aparato 14 a?os, y nunca me ha pasado nada. En cada pueblo presentamos la revisi¨®n [se refiere al certificado del ingeniero t¨¦cnico] y el certificado de la luz [un bolet¨ªn anual de la revisi¨®n de la instalaci¨®n el¨¦ctrica emitido por la Direcci¨®n General de Industria de la Comunidad de Madrid], pero lo m¨¢s importante es el patr¨®n". "Como las montamos y las desmontamos continuamente, digamos que se revisan mucho m¨¢s", a?ade otro.Varios de los feriantes que han estado en San Fernando con atracciones similares al Hurac¨¢n notaron el baj¨®n del negocio tras el accidente. "Quer¨ªan los cr¨ªos subirse, pero los padres no les dejaban", explicaba un tercer industrial.
Sin capacidad municipal
El Ayuntamiento de San Fernando de Henares, adem¨¢s de otros papeles, tambi¨¦n pidi¨® este certificado a todos los feriantes, seg¨²n comenta el concejal de Instalaciones, Andr¨¦s P¨¦rez. "Nosotros exigimos estos documentos debido al criterio de nuestros t¨¦cnicos", explica el concejal, "pero no hay legislaci¨®n sobre el terna". Ning¨²n t¨¦cnico municipal visit¨® las atracciones para comprobar, antes de que llegase el p¨²blico, que todo estaba en orden. "Ning¨²n Ayuntamiento tiene capacidad para ello", a?ade P¨¦rez.Unos feriantes aseguran que los ayuntamientos les revisan; otros dicen que no, y que incluso el certificado de los peritos se hace sin poner la lupa en las atracciones: as¨ª lo afirma Miguel ?ngel L¨®pez, de 32 a?os, miembro de la Asociaci¨®n de Industriales Feriantes de ?vila, integrada en la Asociaci¨®n Nacional de Industriales Feriantes. L¨®pez, como alg¨²n compa?ero, reclama una legislaci¨®n para su sector.
Servicios"Hace unos a?os se present¨® un texto al ministro Javier Solana [entonces titular de Cultura, competente en Espect¨¢culos], pero no hicieron caso", explica L¨®pez. "Una ley observar¨ªa la creaci¨®n de recintos feriales con enganches de agua y luz para los feriantes", prosigue L¨®pez; "servicios higi¨¦nicos para el p¨²blico, que no suelen tener, y que un ingeniero del Ayuntamiento revisase todas las atracciones, las grandes y las peque?as".En el Ministerio de Industria se?alan que se est¨¢ preparando una directiva de la Uni¨®n Europea (UE) sobre estos aparatos m¨®viles, que, como explica un portavoz, "no son como las lavadoras, que se hacen en serie y han de cumplir una homologaci¨®n. Son aparatos ¨²nicos". El ministerio a?ade que, de todos modos, los mecanismos han de ser seguros en virtud de la Ley de Protecci¨®n al Consumidor. Cuando una directiva europea est¨¢ en periodo de fraguarse, los pa¨ªses miembros -explican en el ministerio- no pueden reglamentar sobre lo mismo.
En la Comunidad de Madrid vienen a decir algo parecido: que no hay legislaci¨®n ni nacional ni auton¨®mica: ellos s¨®lo controlan la instalaci¨®n el¨¦ctrica que llevan dentro las atracciones, que toman la luz del tendido en cada pueblo.
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