Mitterrand ensalza la Europa reconciliada gracias al desembarco
El cielo estaba tan gris como medio siglo atr¨¢s. Fran?ois Mitterrand, presidente de Francia, se?al¨® la playa a su espalda para recordar que ah¨ª mismo, el 6 de junio de 1944, se decidi¨® el destino de Europa. "Os doy las gracias", dijo, m¨ªrando a 5.000 ancianos soldados, "por la libertad del mundo, que tanto os debe". Omaha Beach, una larga playa de Calvados, fue escenario de la batalla m¨¢s cruenta del desembarco en Normand¨ªa. Mitterrand proclam¨® ayer que en aquel infierno, hac¨ªa 50 a?os, hab¨ªa nacido una nueva Europa reconciliada en la que la guerra era "inconcebible".
Mitterrand recibi¨® en Omaha Beach a nueve jefes de Estado y a m¨¢s de 5.000 supervivientes del D¨ªa D. La ceremonia, sobria, azotada por el viento, hab¨ªa comenzado con la voz de dos de los protagonistas de 1944. Primero, la del general Dwight Ike Eisenhower, jefe supremo de las fuerzas aliadas, con su anuncio de que el decisivo desembarco se hab¨ªa puesto en marcha. Despu¨¦s, la voz del general Charles de Gaulle, l¨ªder de la Francia Libre, con la frase que galvaniz¨® a millones de franceses: "La batalla suprema ha comenzado".Surcaban el cielo tres viejos aviones Dakota, reliquias de la II Guerra Mundial, y un grupo de barcazas reproduc¨ªa las maniobras del desembarco de 1944, cuando un viejo veterano tom¨® la palabra. "Qu¨¦ tranquilo est¨¢ esto hoy", suspir¨® el anciano. A esa misma hora, 50 a?os atr¨¢s, cientos de cad¨¢veres cubr¨ªan la playa. Bombas, gritos, voces ininteligibles de hombres mutilados, aterrorizados o enloquecidos compon¨ªan, aquel D¨ªa D, el trueno incesante de una batalla que cost¨® 3.000 vidas y 7.000 heridos graves en una sola jornada. Todo, a cambio de unos kil¨®metros de arena sucia. El desastre fue tan grande, que el mando aliado pens¨® en ordenar la retirada de Omaha Beach.
"Aqu¨ª, donde estamos, una cierta manera de vivir, de creer y de esperar se impuso sobre el ¨²nico, el aut¨¦ntico enemigo, el nazismo", dijo Mitterrand, en nombre de todos los presentes. A su alrededor, nueve jefes de Estado representaban a los pa¨ªses aliados en aquella fecha: Estados Unidos, Reino Unido, Canad¨¢, Polonia, Rep¨²blica Checa, Eslovaquia, Noruega, Holanda, B¨¦lgica, Luxemburgo, Australia y Nueva Zelanda. Faltaba en la tribuna Grecia, cuya representaci¨®n era de nivel ministerial. Bill Clinton y la reina de Inglaterra flanqueaban al presidente franc¨¦s.
El horror de Omaha Beach permiti¨® que naciera, dijo Mitterrand, una nueva "Europa salvada, que s¨®lo pod¨ªa ser otra Europa; 340 millones de europeos, a la espera de los otros, se, han dotado desde entonces de leyes comunes. Un conflicto armado entre ellos", subray¨®, "es inconcebible. Reconciliados, los enemigos de Normand¨ªa marchan ahora al mismo paso". Fue un recuerdo a Alemania, el gran ausente de ayer.
"Di¨¢logo por la paz"
"Ojal¨¢ puedan apaciguarse igualmente", sigui¨® Mitterrand, "tantos desgarros que, cerca de nosotros, en la antigua Yugoslavia, o m¨¢s lejos, en ?frica negra, y en tantos rincones del planeta, no benefician m¨¢s que a la muerte. Ojal¨¢ pueda organizarse por todas partes el di¨¢logo por la paz de los pa¨ªses, de los pueblos, bajo la ¨¦gida de unas Naciones Unidas que nacieron tambi¨¦n de nuestra victoria en Normand¨ªa".
La emoci¨®n era espesa entre los veteranos, los grandes protagonistas de la conmemoraci¨®n. Toda la regi¨®n hab¨ªa sido paralizada para que los autocares de ex combatientes pudieran moverse con plena libertad. La poblaci¨®n, sin embargo, se hab¨ªa volcado con los ancianos visitantes y toda la hospitalidad era poca para los supervivientes de aquella carnicer¨ªa que salv¨® a Europa.
Un almuerzo oficial con problemas de tr¨¢fico
Fran?ois Mitterrand, el presidente franc¨¦s, decidi¨® obsequiar ayer a sus ilustres visitantes con una comida ¨ªntima en una acogedora casa normanda. Pero reunir a los otros 10 jefes de Estado, y sus respectivas esposas, que asisten a los actos conmemorativos del cincuentenario del desembarco aliado en Normand¨ªa se convirti¨® en un trasiego de helic¨®pteros y motoristas que rompi¨® el apacible ambiente previsto.Bill Clinton, el presidente estadounidense, fue el primero en tomar tierra en la pista de atletismo habilitada como helipuerto. Clinton necesit¨® una caravana de siete veh¨ªculos para cubrir los escasos centenares de metros que separaban el estadio del lugar de la cita.
La reina Isabel II de Inglaterra lleg¨® media hora m¨¢s tarde. La caravana de la reina brit¨¢nica s¨®lo constaba de cinco veh¨ªculos, pero su Rolls Royce Silver Spur de color verde botella circulaba con mucha m¨¢s elegancia que el Cadillac blindado de Clinton.
Luego vino la aglomeraci¨®n. Los motoristas de la polic¨ªa francesa rodaron sin tregua para intentar sentar a la mesa a reyes, reinas y presidentes antes de que llegara la hora de partir.
El men¨² del ¨¢gape se mantuvo en riguroso secreto. Pero fuentes pr¨®ximas al palacio presidencial explicaron a Reuter que la comida consisti¨® en foie-gras de oca, ternera, quesos y "una sinfon¨ªa de postres". Los vinos que regaron la comida eran de las cosechas de 1944 y 1945.
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