Espa?a jugo a la ruleta rusa
Dos goles en los ¨²ltimos minutos dan el empate a Corea
SANTIAGO SEGUROLA Espa?a jug¨® a la ruleta rusa frente a Corea y finalmente se dispar¨® dos balas en la cabeza. Dos jugadas de ¨²ltima hora dieron el empate a Corea, cuando la selecci¨®n echaba cuentas y se ve¨ªa en la segunda fase. Pero de alguna manera se cumpli¨® el sino de un equipo que no gana el partido de apertura desde 1950. Y detr¨¢s de la sinuosa ruta del partido, quedaron abiertas demasiadas interrogantes. Espa?a s¨®lo tuvo cinco minutos de altura. Marc¨® entonces sus dos goles y pareci¨® maquillar la multitud de defectos que hab¨ªa ofrecido en el primer tiempo. Pero la respuesta final de Corea invalida el argumento del juego pr¨¢ctico. La selecci¨®n jug¨® mal y nunca mereci¨® la victoria que detent¨® durante casi toda la segunda parte.
El encuentro dej¨® para la memoria dos nombres: Ca?izares y Caminero. Ca?izares repiti¨® su papel ante Dinamarca con todas las consecuencias. En el momento de mayor desconcierto, con la selecci¨®n sometida a sus limitaciones y al efecto de la expulsi¨®n de Nadal, el guardameta espa?ol desbarat¨® uno por uno los remates de los coreanos. La selecci¨®n se sostuvo sobre la seguridad del guardameta, a la espera de tiempos mejores. Llegaron en la segunda parte, cuando todos los pron¨®sticos eran negativos. Entonces apareci¨® Caminero. Desde la media punta, construy¨® las dos jugadas de gol. Las produjo con una autoridad absoluta, con clase y poder, como si viniera de otro planeta. Hasta su aparici¨®n, Espa?a hab¨ªa vivido en la caverna.
La selecci¨®n puso todas las condiciones para perder el partido. Le falt¨® juego, jerarqu¨ªa e iniciativa. En realidad, incumpli¨® todos los mandamientos de los buenos equipos. Se observ¨® un problema de convicci¨®n. Clemente ha decidido que su equipo juegue con un estilo directo, primario: la pelota larga, el f¨²tbol f¨ªsico, el juego de rechaces. La elecci¨®n choca con la conducta de unos jugadores que vienen de otras culturas. La colisi¨®n produce unos problema de identidad que son evidentes en muchos jugadores. Vienen de las ant¨ªpodas a jugar a la inglesa. Es un salto sin red que hasta ahora se ha solucionado con buenos resultados, pero parece que es un equipo sin gran jerarqu¨ªa, muy capaz de complicarse la existencia ante rivales demedio pelo.
El esfuerzo por seguir el modelo de Clemente es meritorio, pero la falta de respuesta es notable. Algunos defectos fueron espectaculares en la primera parte. El desprecio por la elaboraci¨®n en el centro del campo provoc¨® la ausencia de contacto con la pelota, la capacidad para buscar espacios y controlar, el tempo del partido. Vol¨® el bal¨®n insistentemente hacia Julio Salinas, siempre de espaldas a la porter¨ªa, convertido en un Cascarino o cualquiera de esos arietes ingleses que caminan desdentados por el f¨²tbol. El resultado de esa conexi¨®n a¨¦rea entre los centrales y Salinas fue un desastre.
La conmoci¨®n que provoc¨® la expulsi¨®n de Nadal a?adi¨® un nuevo factor de desconcierto. El equipo sinti¨® otra vez herido, sin nada a lo que agarrarse. No ten¨ªa juego, ni convicci¨®n. Era una tarde para la heroica, algo parecido a la noche de Dinamarca.
Dos detalles colocaron a Espa?a a las puertas de la victoria. S¨®lo necesitaba que aflorara la clase de alg¨²n jugador. Fue Caminero. Sus intervenciones siempre tuvieron la altura necesaria para desequilibrar a la defensa coreana. Los dos goles anunciaron que Espa?a ganar¨ªa su primer partido de apertura desde 1950. No fue as¨ª. El equipo no tuvo ni la habilidad ni el oficio para conservar el resultado.
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