Terror y calor
La costumbre norteamericana de alegrar la cartelera veraniega con estrenos de campanillas no est¨¢ muy arraigada en Espa?a. Aqu¨ª, por lo general, distribuidores y exhibidores parecen ponerse de acuerdo para hacer coincidir su colecci¨®n de saldos con la temporada estival. ?sta es la ¨¦poca en la que pasan fugazmente por nuestras pantallas pel¨ªculas que llevamos todo el a?o esperando y pel¨ªculas que jam¨¢s hab¨ªamos pensado ir a ver. En la antolog¨ªa espa?ola del saldo veraniego brilla con luz propia un g¨¦nero cinematogr¨¢fico muy poco respetable: el terror, ese caj¨®n de sastre en el que coexisten las piezas de m¨¦rito con las birrias m¨¢s costrosas y que, cuando no es abordado por un director de prestigio (pensemos en Coppola y su Dr¨¢cula), se ve condenado al disfrute exclusivo de los locos del tema.En estos momentos cohabitan en nuestra cartelera una de esas piezas de m¨¦rito (Braindead) y una de esas birrias costrosas (Hellraiser III). Consejo de amigo: vayan a ver la primera y olv¨ªdense de la segunda. S¨ª, de acuerdo, tal vez recuerdan con agrado la primera entrega de la serie, escrita y dirigida por Clive Barker, pero les aseguro que esta triste secuela no tiene nada que ver con el original de 1987.
Hellraiser III est¨¢ concebida para fan¨¢ticos de la serie que est¨¦n plenamente familiarizados con las andanzas del bueno de Pinhead y su cuadrilla de cenobitas. 0 sea, que el p¨²blico en general, en el dudoso caso de que asista a la proyecci¨®n de la cinta, no se enterar¨¢ de nada. La tarde que yo la vi, el respetable pertenec¨ªa en su mayor parte al primer colectivo. El segundo estaba representado por un jubilado que roncaba con una potencia que para s¨ª quisiera el mism¨ªsimo Pavarotti. Los locos del fant¨¢stico, por su parte, eran perfectamente previsibles (parejas de adolescentes, chavales solitarios con granos, aspirantes a serial killer ... ) y se comportaban como tienen por costumbre: es decir, como si el cine fuera el sal¨®n de su casa, y la pantalla, la de su televisor.As¨ª pudo uno disfrutar de -una estupenda colecci¨®n de berridos extempor¨¢neos, risas a granel y comentarios subnormales no muy atajables. Con la obra maestra que se estaba proyectando, ?qui¨¦n era capaz de asumir la autoridad moral necesaria para achantar a los malditos mozalbetes? Conclusi¨®n: vayan al videoclub, revisen la pel¨ªcula de Barker y olv¨ªdense de este tost¨®n y de su director, Anthony Hicockx, a quien auguro un glorio- -so futuro como fabricante de videoclips para las m¨¢s inmundas bandas de heavy metal.
0 no. No vayan al videoclub. Es mejor que se quiten el mal sabor de boca con Braindead, tercera pel¨ªcula del neozeland¨¦s Peter Jackson, a quien los conocedores del g¨¦nero recordar¨¢n, sin duda, por su muy marrana producci¨®n de 1987 Mal gusto (el punto de partida de esta obra magna era potente: una pandilla de alien¨ªgenas se dejan caer por la Tierra en vistas a conseguir carne humana para sus cadenas de hamburgueser¨ªas). Braindead se proyect¨® en el festival de Sitges de hace un par de a?os, cuando su seguro servidor formaba parte del jurado. No, no me envidien, pues tuve que bregar con dos pesos pesados del aburrimiento contempor¨¢neo: la actriz Ellen Burstyn, que apartaba los ojos de la pantalla cada vez que ha b¨ªa sangre (no se de qu¨¦ le sirvi¨® participar en El m¨¦rito con exorcista), y el director Stuart Gordon, para costrosas quien el festival coincidi¨® con la celebraci¨®n jud¨ªa del yom kippur (les aseguro que verle comer verduritas mientras los dem¨¢s nos infl¨¢bamos de gambas era un espect¨¢culo asaz deprimente).
Braindead es una espl¨¦ndida muestra del gore moderno, diga lo que diga Ellen Burstyn. Comienza en clave de comedia y, poco a poco, va degenerando hacia* una diYertid¨ªsima org¨ªade sangre, casquer¨ªa variada y delirio absoluto que no puede dejar indiferente al aficionado a este tipo de cosas. La mezcla de maquillajes desquiciados y efectos especiales consigue superar, incluso, la contundente colecci¨®n de guarradas que fabric¨® para Society, de Brian Yuzna, ese poeta del l¨¢tex que atiende por Screaming Mad George. Y, adem¨¢s, la protagonista es nuestra Diana Pe?alver (la cosa, en un principio, era una coproducci¨®n con Espa?a).
Nunca olvidar¨¦ c¨®mo me bat¨ª para darle el premio a la mejor interpretaci¨®n femenina (por patriotismo, porque estaba espl¨¦ndida y porque era la novia de mi viejo amigo Julio Fern¨¢ndez). Pero ah¨ª estaban Ellen Burstyn y Stuart Gordon (no comprendo c¨®mo semejante muermo pudo rodar un disparate tan divertido como Reanimator) para llevarme la contraria y premiar a una actriz china cuyo nombre nunca he conseguido memorizar. Realmente, hay veces que formar parte de un jurado cinematogr¨¢fico no es ninguna ganga.
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