Cultura y mermelada
Las paredes universitarias de la Sorbona rezumaron, en el 68, como si fueran calcoman¨ªas, algunas proclamas que parec¨ªan preceptos de las nuevas Tablas de la Ley: "Sed realistas, pedid lo imposible", junto al exigente: "La imaginaci¨®n al poder" y al lado de una advertencia: "Las paredes escuchan; vuestros o¨ªdos tienen paredes".Todo qued¨®, m¨¢s o menos, en la man¨ªa de los mensajes, que no han mejorado mucho desde las cuevas de Altamira hasta hoy, aunque aquellas pintadas llegaran a ilustrar, iba a decir ennoblecer, tapias, murallas y tabiques en casi todas las ciudades del mundo. Recuerdo un grito estremecido en bermell¨®n, campeando desde una valla en la calle Ancha de San Bernardo: "?Ya no hay`futuro!". Desde aquel momento, por puro y oscuro instinto de conservaci¨®n, miro m¨¢s hacia el d¨ªa de ayer que a lo que vaya a suceder esta noche.
El a?o 1992 fue determinada Madrid capital de la cultura, circunstancia inadvertida para la mayor parte de la poblaci¨®n civil. Sigue siendo una ciudad hospitalaria donde se celebran multitud de acontecimientos de ese jaez, casi fantasmalmente abarrotados los locales de sillas y lugares vac¨ªos, seg¨²n afortunada y ajena expresi¨®n.
Una jornada madrile?a cualquiera ofrece al vecino o al forastero un inimaginable surtido en el campo de las artes y las ciencias. Nuestra capital alberga 14 museos, incluido el Prado, cuatro fundaciones con muestras permanentes, 97 galer¨ªas privadas de expresiones pl¨¢sticas; se dan un promedio de seis a ocho conferencias, un par de mesas redondas, dos o tres coloquios, alg¨²n vernissage o inauguraci¨®n, homenajes, conciertos y, aparte de la Feria del Libro, alguna firma de autores en librer¨ªas o grandes almacenes. Sin hablar de las docenas de anticuarios y salas de subastas.
Lo que otro tiempo fueron acontecimientos singulares que convocaban al "todo Madrid" es hoy un permanente saldo, un hurac¨¢n de rebajas en talento, erudici¨®n, maestr¨ªa. Imposible la ubicuidad y cabe una definici¨®n extravagante de Dios atribuirle la facultad de asistir a cuantas solicitudes art¨ªsticas tienen Jugar en Madrid. Admira el coraje de los galeristas que reciben apenas 10 visitas por semana en estos tiempos cr¨ªticos en que las primeras econom¨ªas recortan la adquisici¨®n de libros o de cuadros. El escritor y pintor ingl¨¦s Samuel Butler hace 100 a?os dijo que cualquier imb¨¦cil puede pintar un cuadro, pero hace falta ser muy listo y astuto para venderlo, hist¨®rico consuelo que de poco sirve.
Cierto amigo a quien acaban de otorgar un estimable galard¨®n fue homenajeado por una venerable y prestigiosa entidad. Pudo elegir quien hiciera la presentaci¨®n y el paneg¨ªrico; prepar¨® con esmero la conferencia, s¨®lo retribuida con el honor que aceptaba. As¨ª nos relataba la experiencia:
"El presidente de aquella asociaci¨®n estaba en Tarragona; la directora asist¨ªa a otro acto oficial irremplazable; quien figuraba como introductor de la ceremonia fue apresuradamente sustituido por otro funcionario a punto de irse a su casa. De los cuarenta y tantos miembros eminentes del patronato no asisti¨® ni uno. Por fortuna, tengo familia en Madrid y algunos viejos amigos jubilados. Total, 17 personas, incluidos los oradores. El conserje o bedel, con quien inici¨¦ un amable trato al llegar, como me rogaron con antelaci¨®n, result¨® hombre pesimista. Con veterana pesadumbre, confes¨®: 'Se suelen mandar siempre unas 300 invitaciones y hay tardes que estoy solo con el conferenciante. Me lo llevo a un bar aqu¨ª, al lado, y tomamos unos vasitos de vino toledano bastante bueno'. La docena y media de oyentes creo que le impresionaron".
Quiz¨¢ se trate de saturaci¨®n, hartura, exceso de propuestas, con o sin convite, aunque la croqueta, el canap¨¦ y el jerez sean cada vez m¨¢s raros. Y no digamos, como apostilla el experto, si el evento coincide con un partido de f¨²tbol, carrera ciclista o torneo de tenis radiotelevisado. No va ni el homenajeado.
Madrid, perenne capital de una cultura intr¨¦pida, manantial de genios, aula y c¨¢tedra de sabios, es un muestrario de belleza devaluada. Pudiera estar la soluci¨®n en un sorteo entre pintores, conferenciantes, declamadores y concertistas para ir juntos a las exposiciones, charlas y recitales de los otros. Volver¨ªamos al "Si me lees, te leo".
En aquel a?o, del que lo m¨¢s relevante que parece quedar es que fue bisiesto, un graffiti m¨¢s. de la Sor bona: "La cultura es como la mermelada cuando menos hay m¨¢s precisa exteriderla".. Una gran zancada desde el pa?o que se guarda en el arca a las fren¨¦ticas rebajas de verano. Eugenio Su¨¢rez es escritor.
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