Decidi¨® el hombre invisible
Romario abri¨® la goleada de Brasil a los 'leones indomables' de Camer¨²n
El hombre invisible decidi¨®. Romario sali¨® de la sombra, agarr¨® pelota, sali¨® como un tiro y bati¨® al portero con un remate sencillo y letal. Luego volvi¨® a la cueva donde habita. Se desentendi¨® del partido, o lo vio de lejos, o se aburri¨®. Con Romario nunca se sabe. Pero en esa jugada vino ¨¢ decir: se juega as¨ª, se lleva as¨ª, se marca as¨ª. La lecci¨®n apenas dur¨® dos segundos, porque no hay nadie que administre tanto su talento. Romario s¨®lo aparece para matar. Con dos segundos es suficiente.El gol revel¨® la importancia de los detalles en el f¨²tbol. Aquellos que interpretan el f¨²tbol de manera mec¨¢nica se encuentran con la respuesta de un tipo que desprecia los sistemas, la participaci¨®n en el juego, la presi¨®n, la ayuda en los momentos dif¨ªciles. Pero decide, y nos dice que el f¨²tbol pertenece finalmente a los jugadores. Lo que hace Romario no est¨¢ escrito en ning¨²n libro de la escuela de entrenadores. M¨¢s a¨²n, en esas aulas ser¨¢ un jugador despreciado porque no practica toda esa parafernalia t¨¢ctica y f¨ªsica que tanto se pregona en estos tiempos.
Bien, este hombre permiti¨® vivir a Brasil en un partido inc¨®modo. Algo de la selecci¨®n brasile?a traiciona el esp¨ªritu del f¨²tbol que se suena en las playas y en las callejas de R¨ªo. Quiz¨¢ sea la presencia de Dunga y Mauro Silva, dos medios con una declarada vocaci¨®n defensiva. En sus manos, la selecci¨®n brasile?a es m¨¢s chata de lo deseable, poco luminosa, funcional un tanto espesa. Poner el equipo a los pies de Dunga significa dar la vara de mando al jugador menos brasile?o que han visto los ¨²ltimos tiempos. Dunga juega en en el Stuttgart, y algo de alem¨¢n tienen en lo que hace. Corta, tapa, choca y se sacrifica. Pero es previsible. Se le ve venir. Por ah¨ª, Brasil encuentra problemas para crear.
Camer¨²n volvi¨® a mostrarse como un equipo competitivo y dif¨ªcil de superar. Por encima de su juego est¨¢ su esp¨ªritu, la capacidad de sostenerse en los partidos. Camer¨²n complica la vida a todo el mundo: a la selecci¨®n albanesa y a la brasile?a.
Sirve para medir los verdaderos recursos de sus rivales. Y en este aspecto, Brasil sali¨® lastimada, Sufri¨® porque no encontr¨® los resortes para manejar el encuentro. Necesitaba la imaginaci¨®n que no les daban Dunga y Mauro Silva. Y Ra¨ª volvi¨® a presentarse como un futbolista discontinuo, sin demasiada presencia.
Brasil no transmiti¨® durante la mayor parte del encuentro. Pero vino Romario a rescatarla. Sali¨® de la nevera para decir un par de cosas. Su gol tuvo una naturalidad incomparable. Tom¨® la pelota, corri¨®, esper¨® a que el portero se acostara y toc¨® levemente con la puntera. Era lo que necesitaba Brasil, un detalle de arte, algo que cambiara el ritmo monocorde del encuentro. Para eso existe Romario, para iluminar los partidos con una r¨¢faga corta y descomunal de talento.
Con el gol, los brasile?os se tranquilizaron, pero no se aventuraron demasiado. S¨®lo cay¨® en un estado efervescente cuando Camer¨²n perdi¨® a uno de sus defensas y el partido se vino abajo. Llegaron los goles y la samba en las gradas, e incluso hubo tiempo para la nostalgia cuando entr¨® Milla, el h¨¦roe del Mundial de Italia, con sus 42 a?os y una leyenda a cuestas. Pero lo fundamental hab¨ªa ocurrido antes, en un duelo dificultoso para Brasil. Ocurri¨® que vino el hombre invisible y cerr¨® el partido en dos segundos. As¨ª es muchas veces el f¨²tbol: una cuesti¨®n de detalles.
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