Allende el est¨ªo
El calor produce aton¨ªa y estabilidad, pero tambi¨¦n hast¨ªo. En efecto, todo se aplaza para el pr¨®ximo curso y, adem¨¢s, los augurios para el inmediato futuro no son especialmente malos. No habr¨¢ disoluciones ni precipitadas dimisiones, entre otras causas por el alto sentido del Estado de que, una vez m¨¢s, hacen gala los nacionalistas catalanes y vascos a los que la opini¨®n madrile?a, sin embargo, no deja de pretender marginar. Y la estabilidad as¨ª garantizada servir¨¢ de marco a una lenta pero segura recuperaci¨®n econ¨®mica que ya nadie se atreve a negar.Y, sin embargo, las buenas perspectivas no ahuyentan el des¨¢nimo colectivo. El partido gobernante parece decidido a dejar de serlo. La falta de ideas, patente en la carencia de iniciativas parlamentarias, y la p¨¦rdida de capacidad de movilizaci¨®n social crea un notable vac¨ªo dada la hiperextensi¨®n que el mismo partido hab¨ªa llegado a alcanzar hasta fecha bien reciente. Un vac¨ªo que, en cuanto a proyectos, algo bien distinto de los titulares period¨ªsticos, de las fotograf¨ªas Y aun de los votos, sigue sin llenar el Partido Popular.
La pol¨ªtica, como la naturaleza, aborrece los vac¨ªos y la desilusi¨®n colectiva, que es un vac¨ªo, verdadera oquedad en la psiquis nacional, puede ser llenada por arbitrismos del m¨¢s variado signo. La rigidez de los partidos y su progresivo alejamiento de la sociedad espa?ola puede provocar la eclosi¨®n de proyectos independientes, tan leg¨ªtimos como imprevisibles. Las dificultades de la Uni¨®n Europea y sus nunca suficientemente explicados efectos pueden inducir a reacciones aislacionistas y casticistas. Las dificultades econ¨®micas que la recuperaci¨®n no va a eliminar, pueden fomentar estos fermentos incontrolables. Se dir¨¢ que las ¨²ltimas elecciones han atestiguado la capacidad que los grandes partidos tienen para movilizar el voto y el escaso ¨¦xito de los proyectos arbitristas. Pero no debe olvidarse ni la gran bolsa de abstenci¨®n ni la imposibilidad de mantener al cuerpo electoral pendiente, ya de la mera ilusi¨®n por la alternancia, como si el solo cambio fuera una virtud (tesis del PP), o por la continuidad de una situaci¨®n ya se sabe sin sentido (tesis del PSOE). Cualquiera de ambas puede ganar... y cuando todos hablan de cambio, todo seguir¨¢ igual.
Los problemas pol¨ªticos de fondo son los que no abordan hoy las grandes fuerzas pol¨ªticas. Represtigiar las instituciones, acercarlas de verdad a los ciudadanos, hacer m¨¢s viva su representaci¨®n y m¨¢s eficaz su control directo e indirecto sobre un poder de cuyos abusos ya no cabe duda. Ni tampoco los meros retoques t¨¦cnicos que, felizmente, se van haciendo ya y que cualquiera que fuera el Gobierno del futuro seguir¨ªan haci¨¦ndose, bastan para abordar las magnas cuestiones de integraci¨®n social, eficiencia econ¨®mica, solidaridad social, identidad ecol¨®gica y cultural, seguridad interna y, dentro de poco, externa, que preocupan y preocupar¨¢n cada vez m¨¢s a la ciudadan¨ªa.
Los dos a?os que median hasta las pr¨®ximas elecciones, cuando menos, ver¨¢n aflorar estas cuestiones en la superficie de la vida p¨²blica. Ya porque las grandes fuerzas pol¨ªticas sean capaces de asumirlas de veras. Ya porque, su abandono d¨¦ pie a que terceros moderados o radicales, sensatos o arbitristas, decidan hacer de ellas su bandera.
Si en Espa?a hubiera verdadera vida civil, una liga de ciudadanos sin prop¨®sito electoral deber¨ªa exigir de los partidos y de las instituciones -y no faltan instrumentos t¨¦cnicos para ello- una mayor atenci¨®n a estas cuestiones. Los rufianes hablan de personas y los ciudadanos de cosas. La pol¨ªtica ciudadana es la actualidad, por necesaria m¨¢s candente.
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