El Magreb
FRANCIS GHILESEl autor afirma que la historia decidi¨® de otra forma y la unidad magreb¨ª no parece estar de actualidad. El desasosiego que reina en Argelia desde 1992 no s¨®lo arroja sombras sobre esta pais sino tambi¨¦n sobre a Marruecos y T¨²nez.
Despu¨¦s de 1945, la esperanza de que los tres pa¨ªses del Magreb se unir¨ªan, si no en el plano pol¨ªtico, al menos en el plano econ¨®mico, era moneda corriente entre los nacionalistas argelinos, marroqu¨ªes y tunecinos. La historia decidi¨® de otra forma y la cuesti¨®n de la unidad magreb¨ª no parece estar de actualidad.El desasosiego que reina desde 1992 en Argelia no s¨®lo arroja una sombra sobre el futuro del mayor de los Estados del Norte de Africa, sino tambi¨¦n sobre T¨²nez y Marruecos. Asimismo, hace inciertas las relaciones entre las dos orillas del Mediterr¨¢neo Occidental. Europa no puede sino estar perpleja frente a unas sociedades donde la revuelta prima frecuentemente sobre la reforma, donde los valores de libertad tan invocados por Europa tienen dificultades para arraigar, donde la aparici¨®n de un islam pol¨ªtico radical que denuncia a Occidente despierta antiguos miedos en. la orilla Norte.
La crisis argelina ocupa el centro del escenario. Pero hay que recordar que en T¨²nez y en Marruecos el Estado sigue siendo todopoderoso, y la libertad de expresarse y de crear empresas es muy fr¨¢gil y limitada. Pocos empresarios marroqu¨ªes o tunecinos tienen una verdadera libertad de movimiento: el Estado sigue profundamente convencido de su supremac¨ªa, lo que explica los procedimientos altamente arbitrarios en el plano econ¨®mico. Todo esto no facilita nada las relaciones con los pa¨ªses europeos, donde la libertad de crear empresas y de establecer alianzas con compa?¨ªas extranjeras es elevada y donde el Estado de derecho en materia econ¨®mica es una realidad cotidiana.
A pesar de sus reservas, Marruecos y T¨²nez evolucionan hacia una gesti¨®n m¨¢s moderna de sus recursos, pero no se les puede comparar con los dragones del sureste asi¨¢tico. Sin embargo, est¨¢n mejor dotados que la mayor¨ªa de sus hermanos africanos y que muchos de sus primos lejanos latinoamericanos. Tambi¨¦n est¨¢n mejor dotados que algunos de sus hermanos europeos: muchos italianos del Sur podr¨ªan envidiar la suerte de los tunecinos. Estar gobernado por el partido ¨²nico de la Agrupaci¨®n Constitucional Democr¨¢tica es preferible a estarlo por la mafia.
Las relaciones econ¨®micas entre la UE y los pa¨ªses de la Uni¨®n del Magreb ?rabe (UMA) se caracterizan por un gran desequilibrio. M¨¢s de dos terceras partes del comercio exterior del Magreb corresponden a la UE, pero s¨®lo algo m¨¢s del 2% del comercio europeo se lleva a cabo con el Magreb. Independientemente del ¨¦xito relativo de las exportaciones tunecinas y marroqu¨ªes despu¨¦s de las reformas econ¨®micas que se vienen aplicando desde hace 10 a?os, el agotamiento de esta tendencia es patente. La competencia de Asia y Europa del Este es intensa. Los hidrocarburos constituyen el 75% del valor de las exportaciones de los cuatro pa¨ªses importantes -Libia, T¨²nez, Argelia y Marruecos-, porcentaje que no cambiar¨¢ mucho en los pr¨®ximos a?os.
Estos hidrocarburos, sobre todo el gas, tienen un car¨¢cter eminentemente estrat¨¦gico: Europa necesita este gas hoy y ma?ana lo necesitar¨¢ m¨¢s todav¨ªa. Existen tres razones para ello. La primera es que en Italia y en Espa?a, por motivos pol¨ªticos, est¨¢ excluida la construcci¨®n de reactores nucleares. La segunda es que el gas es infinitamente menos contaminante que el petr¨®leo. Por ¨²ltimo, la llegada de las centrales t¨¦rmicas de ciclo combinado hace que el coste de la producci¨®n de electricidad a partir de gas sea cada vez menos oneroso.
Las dos terceras partes del gas importado por Espa?a proceden de Argelia. Este porcentaje ser¨¢ el mismo en el a?o 2000, pero el volumen importado por Espa?a crecer¨¢. De ah¨ª el inicio, previsto para este verano, de la construcci¨®n del gasoducto que unir¨¢ Argelia con Espa?a; de ah¨ª el aumento del 50% de la capacidad del gasoducto transmediterr¨¢neo que une Argelia con Italia desde 1983, cuyo flujo nunca ha quedado interrumpido, a diferencia de lo que ocurri¨® en dos ocasiones con los dos gasoductos que unen a Rusia con Europa y con Turqu¨ªa, respectivamente. Si Argelia fuera gobernada alg¨²n d¨ªa por un r¨¦gimen islamista, interrumpir el flujo de gas equivaldr¨ªa a suicidarse, porque Argelia importa m¨¢s de dos terceras partes de los alimentos que consume cada a?o. Detener el suministro de gas es t¨¦cnicamente factible, pero detener los barcos de cereales, de az¨²car y de leche tambi¨¦n lo es.
Despu¨¦s de su independencia, adquirida hace una generaci¨®n, los pa¨ªses del Magreb dieron prioridad a la construcci¨®n de sus Estados nacionales, y desapareci¨® la dimensi¨®n transversal magreb¨ª. La pol¨ªtica estatista que fomentaba las industrias de sustituci¨®n de las importaciones, fijaba los precios de las importaciones agr¨ªcolas y subvencionaba los productos b¨¢sicos, ha fracasado. Marruecos empez¨® a revisar su pol¨ªtica tras no haber podido hacer frente al pago de su deuda en 1983; T¨²nez le sigui¨® en 1986, y Argelia en 1989. Desgraciadamente, el valiente intento de reformas llevado a cabo tras las revueltas de 1988 qued¨® abortado en junio de 1991.
En un estudio de gran inter¨¦s, publicado en el n¨²mero 8 de los Cahiers Centre d'Etudes et de Recherche Internationales de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, Raymond Behaim, un buen conocedor de las cuestiones norteafricanas, explica que hay tres exigencias econ¨®micas que permiten "esperar el retorno a una din¨¢mica de unificaci¨®n" de los pa¨ªses magreb¨ªes. La primera se refiere a la necesidad que tienen los empresarios magreb¨ªes de conquistar los mercados internos, no s¨®lo porque las salidas al exterior se vuelve m¨¢s dif¨ªciles, sino porque las necesidades internas de un mercado que tendr¨¢ entre 90 y 100 millones de habitantes en el a?o 2000 aumentan y se diversifican.
La segunda exigencia es la de la financiaci¨®n. "Ni los escasos resultados de las privatizaciones, ni la mejora de las reservas de divisas, ni la reactivaci¨®n de los mercados financieros internacionales podr¨ªan responder a las necesidades". Behaim subraya un hecho que deber¨ªa llevar a la reflexi¨®n: la rentabilidad del capital invertido en los pa¨ªses del Magreb es claramente superior a la que se registra en otros lugares. Aunque ganen mucho dinero en el Magreb, las empresas europeas consideran que el riesgo pol¨ªtico es elevado. Behaim indica que en el periodo 1988-1991, el balance de inversiones entre Francia y el Magreb -con la excepci¨®n de Marruecos- fue netamente positivo para Francia. Ning¨²n mercado magreb¨ª es lo suficientemente grande como para justificar inversiones extranjeras importantes, salvo por lo que se refiere al sector de hidrocarburos. Un Magreb econ¨®micamente unido representar¨ªa una masa importante: un mercado que atraer¨ªa a los inversores occidentales en otros campos aparte del petr¨®leo y el gas. Queda claro el papel clave que representa Argelia.
La importancia de ese papel explica en parte el fracaso relativo de Marruecos y T¨²nez a la hora de desarrollar una pol¨ªtica bilateral con la UE. Una zona de libre intercambio entre Marruecos y la UE no ser¨ªa sostenible en modo alguno. La pol¨ªtica agr¨ªcola de la UE y los acuerdos de autolimitaci¨®n que han restringido fuertemente las exportaciones de determinados productos marroqu¨ªes hacen que el acceso comercial del Magreb a Europa no sea libre. Por otra parte, los aranceles preferenciales de los que se beneficiaban algunos productos magreb¨ªes se han visto fuertemente reducidos por la reciente conclusi¨®n de la Ronda Uruguay.
Por ¨²ltimo, una zona de libre intercambio tendr¨ªa como consecuencia que m¨¢s de la mitad de la industria manufacturera marroqu¨ª ser¨ªa barrida al ser incapaz de enfrentarse a la competencia. Esta es la sencilla explicaci¨®n de la urgente necesidad de las privatizaciones marroqu¨ªes y de la estrategia de alianzas del grupo privado Omnium Nord Africain, en el que el rey Hassan II posee participaciones. "Las condiciones t¨¦cnicas y financieras para hacer competitiva la mitad de la producci¨®n marroqu¨ª implican la privatizaci¨®n y las sociedades mixtas, y los industriales marroqu¨ªes necesitan una nueva alianza con la industria europea".
Estas dificultades no impiden en modo alguno procesos como el estrechamiento de los v¨ªnculos econ¨®micos y bancarios entre Marruecos y Espa?a. Este tipo de pol¨ªtica de entente cordiale econ¨®mica da frutos, pero no hace nada para resolver el problema de las relaciones entre ambas orillas.
La tercera exigencia se refiere al aumento del paro, que seg¨²n las cifras oficiales -que subestiman la amplitud del fen¨®meno- afecta a algo m¨¢s de una quinta parte de la poblaci¨®n en Marruecos y Argelia, y a un 16% en T¨²nez.
No obstante, el Magreb econ¨®mico presenta para Europa una triple ventaja: geogr¨¢fica, energ¨¦tica y comercial. Geogr¨¢fica, por la proximidad, que lo distingue de otras zonas econ¨®micas competidoras. La ventaja energ¨¦tica es el gas argelino y sus canales de transporte.
Las econom¨ªas magreb¨ªes son relativamente complementarias, pero los pa¨ªses de la UMA s¨®lo realizan entre ellos el 3,5% de sus intercambios exteriores. Estos intercambios podr¨ªan suponer 4.500 millones de d¨®lares si alcanzaran el 15% del comercio exterior de los pa¨ªses magreb¨ªes, un porcentaje f¨¢cil de lograr si se abrieran un poco las fronteras.
Desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, Europa est¨¢ obnubilada por sus vecinos del Este y, desde la suspensi¨®n de las elecciones en Argelia, aterrorizada por el "demonio" del islam radical. Tambi¨¦n hay que subrayar que, al contrario que Alemania, que defiende siempre en Bruselas y en el Fondo Monetario Internacional (FMI) a sus vecinos del Este, sobre todo a Rusia, Francia carece de una pol¨ªtica clara con respecto al Magreb. En la actualidad, apoya a fondo al r¨¦gimen argelino y defiende la renegociaci¨®n de la deuda argelina que se discutir¨¢ en el Club de Par¨ªs el pr¨®ximo 31 de mayo. Hace tres a?os, su Gobierno miraba con malos ojos los esfuerzos de refinanciaci¨®n de la deuda argelina, cuando no se opon¨ªa activamente a ellos. En Par¨ªs, algunos ven con preocupaci¨®n la presencia cada vez mayor de empresas italianas en Argelia y T¨²nez, y de empresas espa?olas en Argelia y Marruecos. En cuanto a las compa?¨ªas estadounidenses, se las acusa de maquinaciones imposibles de verificar por naturaleza. Francia s¨®lo podr¨¢ hacer que se interesen por las deudas magreb¨ªes otros pa¨ªses que no sean sus vecinos inmediatos en Europa meridional si coordina su pol¨ªtica con Italia y Espa?a en Bruselas, en el FMI y en el Banco Mundial. El Reino Unido y Alemania, por no hablar de los otros miembros actuales y futuros de la UE, estar¨ªan m¨¢s que encantados de dejar a Francia el Magreb y sus problemas.
Sigue siendo grande el peligro de que las relaciones entre ambas orillas del Mediterr¨¢neo occidental, sobre todo en el plano econ¨®mico, sean percibidas a trav¨¦s de prismas psicol¨®gicos y religiosos en lugar de ser analizadas econ¨®mica y racionalmente. Un an¨¢lisis econ¨®mico realizado con la cabeza fr¨ªa sugiere soluciones. Pero har¨ªa falta una pol¨ªtica valiente para promoverlas, y unos pol¨ªticos que explicaran los problemas. Pintar como demonios a millones de argelinos s¨®lo puede alimentar las peores visiones.
Washington y Madrid practican esa satanizaci¨®n mucho menos que Par¨ªs. Es comprensible que las actitudes del Gobierno franc¨¦s, cuyos ministros se contradicen sobre Argelia, sean dictadas por la pasi¨®n. Pero el triunfo de las visiones alarmistas no permitir¨¢ una lectura fr¨ªa de las cuestiones econ¨®micas, cuestiones que no son sencillas, pero que se oponen a una interpretaci¨®n excesivamente catastrofista del futuro.
es especialista en temas del Magreb
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.