El Estado marido
El anteproyecto de la ley de plazos sobre el aborto ha sido interpretado por la oposici¨®n conservadora como un oportunismo del Gobierno, que tratar¨ªa de recuperar as¨ª los votos perdidos por su izquierda. Pero tambi¨¦n podr¨ªa ser interpretado de otro modo: dado que los socialistas se disponen a abandonar el poder, antes de hacerlo quieren dejar cerrada la cuesti¨®n del aborto para hacer por fin justicia a las mujeres, que son la mejor prueba del ¨¦xito de su gesti¨®n y que, a fin de cuentas, tambi¨¦n son quienes m¨¢s les han votado.En efecto, a¨²n no conozco datos al respecto, pero apuesto a que los recientes comicios europeos habr¨¢n arrojado para el PSOE un mayor apoyo electoral femenino que masculino (o una menor volatilidad del voto de las mujeres). Y esta sospecha no se funda en el estereotipo de que la fidelidad sea una virtud supuestamente femenina (mientras los varones, a juzgar por nuestra tendencia promiscua, ser¨ªamos unos desleales consumados) sino en el reconocimiento de un hecho: en t¨¦rminos relativos, la d¨¦cada socialista ha supuesto una ingente mejora de la condici¨®n social de las mujeres en todos los sentidos (aunque no todo el cambio deba ser atribuido a m¨¦ritos del Gobierno, ni mucho menos). Por lo tanto, es l¨®gico pensar que las mujeres acepten seguir apoyando a los socialistas en mayor medida que los hombres, que parecen mucho m¨¢s decepcionados, cuando no indignados.
Para lo que aqu¨ª nos interesa, ese cambio femenino se cifra en tres puntos: aumento del nivel cultural (en promedio, las mujeres ya leen m¨¢s libros que los hombres), elevaci¨®n del nivel de estudios (la escolaridad femenina ya supera con creces la masculina incluso en los estudios superiores) y, sobre todo, incremento espectacular del empleo femenino (dado el mill¨®n de empleos creados de 1983 a 1993, el n¨²mero de varones ocupados ha aumentado en s¨®lo cien mil, mientras el de mujeres ocupadas lo ha hecho en m¨¢s de ochocientos mil, la mayor parte correspondiente al empleo p¨²blico).
Pero ?por qu¨¦ habr¨ªa de favorecer este cambio al voto socialista en vez de al conservador? Si nos fijamos en el caso masculino, los varones m¨¢s cultos y mejor empleados (los directivos y profesionales urbanos) votan al centro derecha mayoritariamente, como hacen tambi¨¦n los universitarios que a¨²n no disponen de posici¨®n consolidada. En cambio (como han revelado los estudios de Justel, publicados por el CIS), las mujeres m¨¢s educadas, especialmente las profesionales universitarias m¨¢s j¨®venes, suelen votar preferentemente al centro izquierda, al rev¨¦s que sus equivalentes masculinos. ?Por qu¨¦?
La diferencia reside en que las mujeres con m¨¢s nivel de estudios encuentran sus mejores oportunidades de empleo en el Estado, prestando servicio como funcionarias p¨²blicas a todos los niveles. De hecho, en la ¨²ltima d¨¦cada, la colonizaci¨®n del funcionariado inferior por parte de las mujeres ha sido masiva; y de continuar la tendencia actual, esa colonizaci¨®n se extender¨¢ progresivamente a los dem¨¢s niveles superiores, hasta hacer del Estado una reserva femenina (una suerte de gueto para funcionarias). A cambio, los varones titulados monopolizan el empleo privado como t¨¦cnicos, directivos o profesionales por cuenta propia. En suma, el Estado se hace femenino porque el mercado es masculino y est¨¢ cerrado para las mujeres a cal y canto.
Lo cual es coherente con la actual reestructuraci¨®n de las relaciones familiares. Gracias al divorcio, los maridos te abandonan y te dejan tirada con los cr¨ªos. Por tanto, el matrimonio ya no es una inversi¨®n segura para las mujeres, como anta?o lo era. En cambio, el Estado es el mejor marido, pues una vez que has sacado la oposici¨®n es como si te hubieras casado por la Iglesia con ¨¦l, ya que no puede echarte nunca. De ah¨ª que las mujeres tiendan a votar al centro izquierda, que promete ampliar el empleo p¨²blico (sobre todo los servicios sociales cada vez m¨¢s feminizados), mientras los varones prefieran votar al centro derecha, que recorta el Estado para proteger al mercado.
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