Indur¨¢in recupera su estilo
Sin lanzar ning¨²n ataque, distanci¨® en tres minutos m¨¢s a Rominger en la etapa reina de los Pirineos
Miguel Indur¨¢in ya gana batallas a¨²n perdi¨¦ndolas. Pero el Tour que disputa nada tiene que ver con el ?le los dem¨¢s. Su llegada a la meta de Luz Ardiden no fue brillante, porque Virenque llevaba ya siete minutos esperando, y unos cuantos corredores m¨¢s algo me nos, y sin embargo fue m¨¢s l¨ªder que nunca. Sali¨® de la etapa con 4.47 minutos de diferencia sobre Rominger y la acab¨® con 7.56. El rival volvi¨® a desfallecer y su segundo puesto comienza a peligrar. Todo apunta a que no acabar¨¢ el Tour.Indur¨¢in fue consecuente con el objetivo que persigue, ganar su cuarto Tour, e hizo justamente lo que anunci¨® el d¨ªa anterior: evitar desgastes innecesarios. Sac¨® la calculadora energ¨¦tica, ech¨® cuentas y mand¨® al equipo que pusiera una velocidad de crucero que no representara mucho gasto. Renunciaba a obtener diferencias escandalosas, a establecer el r¨¦cord de ventaja en el Tour (28.27 minutos de Coppi a Okkers en 1952) o, simplemente, a regodearse de su superioridad.
Con tal prudencia no se pueden ganar etapas en el Tour, sobre todo en un recorrido como el de ayer, hecho para quien quisiera tentar a la suerte, y en el que quien m¨¢s puntos obtuviera en las cumbres recibir¨ªa un premio especial de 1,2 millones de pesetas. Eran primero cien kil¨®metros de toboganes y, a continuaci¨®n, subida al Peyresourde, bajada, subida al Aspin, bajada, subida al Tourmalet, bajada, y subida final a Luz Ardiden. Total, 51,6 kil¨®metros de ascensiones encadenadas, o sea, dos horas con el coraz¨®n a 180 pulsaciones por minuto. Una etapa para consagrarse, o bien para ganar o perder el Tour definitivamente.
No merec¨ªa la pena correr riesgos. Es la personalidad de Indur¨¢in, que prefiere sepultar el orgullo asegurar. Dej¨® que otros conocieran la gloria. ?Siete minutos le sac¨® Virenque! El chico, nacido en Casablanca hace 24 a?os, consigui¨® la tercera victoria consecutiva del ciclismo franc¨¦s, rompiendo una sequ¨ªa de a?os, y la tercera de su equipo, el Festina, en este Tour. Apost¨® y venci¨®, tras iniciar la escapada en el primer puerto junto con su compa?ero Roberto Torres, ¨²nico espa?ol en el conjunto; despu¨¦s coron¨® el segundo en un peque?o grupo de cabeza, para irse a continuaci¨®n en solitario hacia la meta subiendo el Tourmalet.
Sus perseguidores, entre ellos Pantani, c¨®mo no, tuvieron la oportunidad de entrar tambi¨¦n por delante del campeon¨ªsimo, aunque no todos, porque alguno, como Cubino, midi¨® mal sus fuerzas y lleg¨® a perder toda la ventaja adquirida, superior a los cinco minutos, cuando todav¨ªa estaba fresco.
Eran tres carreras las que hab¨ªa sobre las cumbres de los Pirineos. Delante, quienes se enfrentaban a la gesta; en medio, Indur¨¢in y todos los rivales sometidos a su yugo; detr¨¢s, los que corr¨ªan reloj en mano para no llegar fuera de control. A Indur¨¢in no le preocupaban los escapados. Virenque y Pantani eran los m¨¢s cercanos a ¨¦l en la clasificaci¨®n general y estaban a un cuarto de hora. Miraba m¨¢s hacia su lado derecho, ligeramente atr¨¢s, donde se le hab¨ªa pegado Rominger. Vio que no iba bien, por eso no le atac¨®, porque caer¨ªa fulminado en cualquier momento por s¨ª solo. En el Tourmalet ya se descolg¨® unos metros y la ocasi¨®n no fue aprovechada por el l¨ªder para rematarle.
Ese ahorro de esfuerzos del l¨ªder tambi¨¦n permiti¨® que por delante la carrera continuara indemne, pese a que la subida de Virenque y Pantani en Luz Ardiden fuera en regresi¨®n. Indur¨¢in, imperturbable, iba a lo suyo. Rodeado de todo su equipo, a excepci¨®n de Nijboer y Mauri, hasta el Tourmalet, y luego, en Luz Ardid¨¦n, tras Bernard, su escudero de confianza en los Pirineos. En la ¨²ltima ascensi¨®n, Rominger volvi¨® a acusar el esfuerzo y nuevamente se descolg¨®, ya para siempre. Indur¨¢in se march¨® hacia la cima acompa?ado de los m¨¢s fuertes, Poulnikov y Leblanc de nuevo.
Sin un solo ataque, ni una pedalada de m¨¢s, puso a Rominger fuera de combate y aleja un poco m¨¢s a De las Cuevas, el candidato franc¨¦s a hacerle frente en la general. A cambio, permiti¨® que Virenque se le acercara, pero a una distancia que no le inquieta. El problema ahora es para Rominger y De las Cuevas, que se ve¨ªan acompa?ando a Indur¨¢in en el podio de Par¨ªs. Indur¨¢in ha permitido que Virenque y Leblanc se hayan metido en la lucha, mientras Pantani, fiel sucesor de Chiappuci, que no sali¨® ayer al continuar indispuesto, reclama un lugar en el combate.
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