Hipocres¨ªa verde
Las hordas tur¨ªsticas asaltamos Venecia sin piedad, como lo hicieron los longobardos en la Alta Edad Media, los franceses con Napole¨®n, los austriacos bajo Francisco Jos¨¦; los b¨¢rbaros siempre confunden la riqueza con lo material. Nosotros sus admiradores la convertimos a diario en un maloliente corral de bab¨¦licos reba?os y contribuimos a destruir la belleza a cuyo reclamo acudimos.Un benem¨¦rito alcalde de Venecia propuso se cobrara una m¨®dica cantidad en la desembocadura del puente que une las islas con la tierra firme y que, si la tasa no bastara para reducir el n¨²mero de visitantes en las horas punta, se cerraran las puertas hasta reducirse el agolpamiento. Se imaginar¨¢n ustedes que soy m¨¢s bien partidario de que se use s¨®lo el precio para mantener la aglomeraci¨®n en el punto que no suponga un da?o para irremplazables monumentos. Pero admito que se mezcle el precio con las colas para filtrar el n¨²mero de visitates porque entre los lectores de EL PA?S hay mucho blando de coraz¨®n a quien la mera menci¨®n de cobrar dinero por un espect¨¢culo popular, les arrasa los ojos de l¨¢grimas.
No hace falta ser adivino para saber que se arm¨® una inmensa escandalera y que el alcalde hubo de retirar la medida. El eslogan vencedor fue: "?Venecia es un bien de la humanidad, un bien p¨²blico y por tanto gratuito!"
Dos economistas malhadados, Pigon y Samuelsen, inventaron para bienes y servicios de determinadas caracter¨ªsticas el nombre de "bienes p¨²blicos". Nuestros socialistas del coraz¨®n de Jes¨²s se lanzaron inmediatamente sobre la expresi¨®n para mal usarla. Propiamente hablando "bien p¨²blico" es aqu¨¦l que no se gasta, usa, o reduce cuando aumenta el n¨²mero de sus consumidores. La verdad es que no hay muchos ejemplos de "bien p¨²blico" pero utilizar¨¦ el de la televisi¨®n retransmitida por el aire: un televisor m¨¢s que se enciende no reduce la calidad de la recepci¨®n, de los ya en marcha.
Bien p¨²blico no quiere decir que sea gratuito: para pagar la televisi¨®n hace falta anuncios o impuestos (pero el pago es mostrenco porque, a?ado para los especialistas, el coste marginal de un televidente es cero). No es bien p¨²blico lo que no es de nadie, o lo que pertenece a la comunidad: el aumento de visitantes produce grave deterioro a Venecia y no hay tampoco raz¨®n para que esos visitantes no contribuyan directamente al mantenimiento de lo que visitan.
Total, que Venecia no es un bien p¨²blico sino un bien escaso (lo contrario de bien p¨²blico en la jerga samuelsoniana no es privado, sino marginalmente escaso).
Sigo con un implacable razonamiento, cuyo fin es demostrar cu¨¢nto amo el arte y el medio ambiente y m¨¢s hip¨®critas son muchos colectivistas verde intenso.
Durante el d¨ªa arraciman en la plaza de San Marcos y en su hermosa bas¨ªlica, millones y millones de turistas venidos en autobuses para pasar cuatro horas en la delicada ciudad de los canales, poco gastan, nada permanecen. ?Por qu¨¦ no cobrarles una entrada?
Los Gobiernos del mundo entero han contribuido a los gastos de las obras para que Venecia no acabe hundi¨¦ndose en el fango, o que las mareas vivas no se lleven alguno de sus monumentos. ?No deber¨ªan ser los visitantes los primeros en aportar dinero con ese fin?
Ah, pero se nos oponen los falsos amigos de lo p¨²blico. La hipocres¨ªa de moda es la de pensar que son los dem¨¢s, especialmente las empresas y los Gobiernos del medio ambiente y los monumentos. Venecia la construyeron los mercaderes y capitalistas, la adornaron los artistas protegidos por los ricos. Ahora la destruyen autobuses y trenes de dirty-ful people que no quieren defender a Venecia ni con el precio de unos pocos gelatti.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.