"Hay que frenar la tendencia destructora del nacionalismo"
La an¨¦cdota ilustra perfectamente al personaje. Ocurri¨® cuando Peter Sutherland trabajaba en Bruselas, un d¨ªa en que los ministros de Transporte de los Doce andaban a la gre?a por una serie de restricciones mutuas al tr¨¢fico a¨¦reo de pasajeros. De repente, ¨¦l, como Comisario de la Competencia, tom¨® la palabra, impuso silencio, y les espet¨®: "Os voy a llevar a los tribunales, a todos y cada uno". Estupor generalizado. Por donde ha pasado, Sutherland se ha impuesto en¨¦rgicamente. Lleg¨® al GATT en junio del a?o pasado, cuando la Ronda Uruguay llevaba a?os estancada y amenazaba con arrastrar al desastre a este organismo encargado de regular el comercio mundial. En diciembre, las negociaciones conclu¨ªan con ¨¦xito.Pero ¨¦se parece ser el final de la carrera. Tras sonar insistentemente como posible sucesor de Jacques Delors al frente de la Comisi¨®n Europea, los Doce, finalmente, se han decidido por el luxemburgu¨¦s Jacques Santer. En una conversaci¨®n con EL PA?S, Sutherland, que pas¨® esta semana por Madrid invitado por el Instituto de Empresa y la Fundaci¨®n Ortega y Gasset, explica que abandonar¨¢ la vida p¨²blica cuando finalice su mandato al frente del GATT. A sus 48 a?os, uno de los pol¨ªticos europeos m¨¢s brillantes vuelve a la actividad privada en su Irlanda natal.
Pregunta. ?No se siente un poco decepcionado con la pol¨ªtica europea?
Respuesta. No. Yo no he perseguido la nominaci¨®n a la presidencia de la Comisi¨®n. O sea, que no ha lugar a la pregunta... porque ... [duda ostensiblemente] ... no soy candidato. No se puede hablar de decepci¨®n. Eso es todo lo que le dir¨¦.
P. ?Cu¨¢l ser¨¢ su pr¨®ximo trabajo?
R. No s¨¦. Mi tarea era concluir con ¨¦xito la Ronda Uruguay del GATT. Eso est¨¢ ya hecho. Ahora se trata de ratificarla a tiempo, y eso es cosa de los parlamentos nacionales. Yo siempre dije que dejar¨ªa el puesto cuando entrase en funcionamiento la Organizaci¨®n Mundial del Comercio [OMC, el organismo, sustituto del GATT].
P. El paisaje pol¨ªtico que deja ahora, en 1994, es radicalmente distinto del que conoci¨® cuando lleg¨® a Bruselas en 1986.
R. Estamos en un momento muy peligroso, tanto para Europa como para el mundo. La inc¨®moda estabilidad, cuando el mundo estaba polarizado, entre el Este y el Oeste, ya no existe. Eso quiere decir que hemos a?adido a la econom¨ªa mundial unos 2.500 millones de personas. Se ha reducido la cohesi¨®n que un¨ªa a los europeos entre s¨ª. Esta nueva situaci¨®n exige un liderazgo decidido, porque hay que frenar la tendencia destructora del nacionalismo, del regionalismo y de la xenofobia.
P. ?Y d¨®nde encontramos ese liderazgo clar¨®?
R. Depende de una decisi¨®n pol¨ªtica, a nivel mundial, pero que tiene que tomarse de forma instituci¨®nal. Lo contrario representa el triunfo de la ley de la jungla. Ya hemos pasado por esto antes. La gran dificultad para superar esta situaci¨®n es que el crecimiento econ¨®mico es insuficiente. Cuando esto sucede, siempre hay tendencia a levantar barreras y a desarrollar pol¨ªticas proteccionistas. Pero el resultado ya lo conocemos: una lucha destructiva entre pueblos. Evitarlo es el objetivo ¨²ltimo de la Uni¨®n Europea y el sistema multilateral de comercio mundial. Los argumentos contra las aperturas de todo tipo ya los o¨ªmos cuando Espa?a y Portugal entraron en la Comunidad Europea: se dec¨ªa entonces que ambos pa¨ªses atraer¨ªan toda la industria por sus bajos sueldos.
P. Pero ahora no se trata s¨®lo de sueldos. Habr¨ªa que hablar tambi¨¦n de legislaci¨®n laboral, derechos sindicales, protecci¨®n social: nada de esto existe en Asia, por ejemplo.
R. Cierto. Pero la conclusi¨®n de su razonamiento es que habr¨ªa que privar de su capacidad de competir a los pobres de la tierra.
P. Usted sabe que no es eso.
R. Es su l¨®gica argumental. Un salario m¨ªnimo internacional destruir¨ªa el derecho a competir de los pobres, que es lo ¨²nico que tienen. No es s¨®lo una cuesti¨®n econ¨®mica, sino tambi¨¦n moral.
P. ?Y opina lo mismo del trabajo infantil o de los trabajos forzados en las c¨¢rceles?
R. Yo no estoy argumentando en contra de un debate sobre una cl¨¢usula social. EE UU ha dejado claro, por ejemplo, que no pretende forzar un salario m¨ªnimo. Se trata de otras normas de la OIT: libertad sindical, etc.
P. ?Y su punto de vista particular?
R. Yo no opino sobre esos temas. Mi punto de vista es que todo es posible si se llega a un acuerdo entre las partes. Para el director general del GATT, lo importante no es lo correcto o lo equivocado de estos argumentos, sino que se alcance un consenso. Y de momento no lo hay.
P. Pues entonces tampoco es extra?o que mucha gente opine que el resultado final ser¨¢ que Occidente intente reducir esos mismos derechos para poder competir.
R. Las cosas no funcionan as¨ª. No se trata de un proceso con una sola direcci¨®n. Y en cualquier caso, ya estamos viviendo en un mundo abierto. Es irreversible. Ya no hay vuelta atr¨¢s posible mediante normas de ning¨²n tipo. Cualquiera que haya visitado Europa del Este antes de la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica le podr¨¢ explicar lo que sucede si se elimina la competencia. Se acaba siendo un lugar de vacaciones para los industriales japoneses. ?Queremos que Europa se convierta en eso?
P. No. Pero alguna manera habr¨¢ de introducir un m¨ªnimo de protecci¨®n social en los pa¨ªses del Tercer Mundo.
R. Hay un debate sobre c¨®mo integrar las normas de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) en el sistema de comercio multilateral, impulsado en parte por EE UU y Europa. Pero ¨¦se es un debate previo al debate verdadero. Porque en el momento en que se d¨¦ un impasse entre el Norte y el Sur, estos ¨²ltimos, los pa¨ªses pobres, lo perciben como un aspecto del proteccionismo que aplican los pa¨ªses pr¨®speros. Tengo que ser muy cuidadoso con lo que digo sobre esto, porque me insisten en que tengo que ser neutral. Lo ¨²nico que puedo decir es que si el debate ha de ser productivo, se tiene que alcanzar un consenso. Es as¨ª como se funciona, por lo menos en el GATT.
P. ?Es ¨¦se su papel en estos meses que le quedan al frente de este organismo?
R. Mi tarea m¨¢s fundamental es que la Ronda Uruguay sea ratificada. Y quien tiene la mayor responsabilidad en esto es la Uni¨®n Europea y EE UU. Ambos tienen que liderar la ratificaci¨®n. Ninguno de los dos lo ha hecho aun. Muchos pa¨ªses est¨¢n esperando que lo hagan para ratificarla a su vez.
P. ?Por qu¨¦ esperan a EE UU y la UE?
R. Porque tienen la mala experiencia del pasado, en los a?os cuarenta, cuando EE UU finalmente no ratific¨® la Organicaci¨®n Internacional del Comercio, que hubiese sido el equivalente a la OMC . As¨ª que esperan a ver qu¨¦ pasa. Pero tambi¨¦n la UE tiene que hacerlo. Hay una batalla entre la Comisi¨®n y los Doce sobre qui¨¦n tiene competencia para hacerlo.
P. ?Y qui¨¦n la tiene?
R. ?Entre la Comisi¨®n y los Doce? No ser¨¦ tan tonto como para meterme en eso.
P. Pero usted ya no es miembro de la Comisi¨®n. Conteste como director del GATT.
P. Desde ese punto de vista me da igual, con tal de que se haga y se haga r¨¢pido.
P. ?Teme que Clinton tenga problemas con su propia mayor¨ªa dem¨®crata, como pas¨® con el Tratado de Libre Comercio?
R. Pero no s¨®lo con los dem¨®cratas. Otro problema son las objeciones de los republicanos a una hipot¨¦tica p¨¦rdida de soberan¨ªa, y su oposici¨®n a autorizar al presidente a negociar derechos laborales.
P. Algunos economistas conocidos, y estoy pensando en Lester Thurow, aseguran que el impacto de la Ronda Uruguay va a ser m¨ªnimo porque...
R. Lester Thurow es el mismo que dijo que el GATT estaba muerto. Basura. Ser¨ªa desastroso que tuvi¨¦semos que vivir con la ley de la jungla. Su idea de un mundo en bloques es la receta perfecta para la crisis. Sin el paraguas de una organizaci¨®n multilateral, el comercio mundial ser¨ªa un desastre; adem¨¢s ... no me hable de Lester Thurow.
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