Pr¨ªncipe con Franco, Rey de los espa?oles
Hoy hace 25 a?os que don Juan Carlos jur¨® como sucesor ante las Cortes
El 30 de enero de 1986, el pr¨ªncipe Felipe de Borb¨®n cumpli¨® 18 a?os y jur¨® la Constituci¨®n como heredero de la Corona. Durante la recepci¨®n en el Palacio Real, su padre, el rey Juan Carlos, quiso exteriorizar la emoci¨®n hist¨®rica de aquel momento y, con discreci¨®n, pero muy expl¨ªcitamente, se explay¨® con algunas confidencias ante un peque?o grupo de periodistas.Don Juan Carlos contrapuso la normalidad y la consolidaci¨®n democr¨¢tica que significaba el juramento de su hijo con las zozobras que ¨¦l vivi¨® como Pr¨ªncipe y, sobre todo, con la incertidumbre que durante a?os pes¨® sobre sus espaldas. Habl¨® incluso de la presiones que soport¨® y que trataban de marcarle el rumbo en muy distintas direcciones. No lo cit¨® expresamente pero, con toda seguridad, contrapon¨ªa todo lo que acababa de vivir con aquella jornada del 22 de Julio de 1969, hoy hace 25 a?os, cuando jur¨® como sucesor a la Jefatura del Estado a t¨ªtulo de rey ante las Cortes de Franco.
Un juramento que prest¨® con la amargura de haber provocado un serio disgusto a su padre, don Juan de Borb¨®n, y con el convencimiento de que su aceptaci¨®n, exigida d¨ªas antes por sorpresa en el Palacio del Pardo, supon¨ªa asegurar la monarqu¨ªa como forma de Estado y la l¨ªnea de sucesi¨®n de su familia, aunque con ello convirtiese a su padre en el eslab¨®n perdido de la dinast¨ªa.
Un eslab¨®n que chirri¨® tres d¨ªas antes del juramento cuando don Juan disolvi¨® su Consejo Pol¨ªtico e hizo p¨²blica una declaraci¨®n desde Estoril (Portugal) su residencia habitual. "Para llevar a cabo esta operaci¨®n no se ha contado conmigo ni con la voluntad libremente manifestada del pueblo espa?ol. Soy pues un espectador de las decisiones que se hayan de tomar en esta materia y ninguna responsabilidad me cabe en esta instauraci¨®n", advert¨ªa el conde de Barcelona.
Carrillo rectifica
Los mon¨¢rquicos juanistas cerraron filas, y muchos mostraron abiertamente su disgusto ante don Juan Carlos. No fueron los ¨²nicos. Paralelamente, las gentes m¨¢s cercanas a lo que todav¨ªa quedaba de falangismo dentro del r¨¦gimen redoblaron su campa?a de descr¨¦dito hacia la figura del Pr¨ªncipe, y los pocos que en aquellos a?os encabezaban movimientos de oposici¨®n abierta al franquismo descalificaron a don Juan Carlos por considerarlo el pr¨ªncipe de Franco. Santiago Carrillo, secretario general del PCE, manifest¨® p¨²blicamente este rechazo. Pocos a?os despu¨¦s rectific¨® en voz alta y con notoria claridad.
El panorama que se abr¨ªa ante don Juan Carlos no era precisamente alentador. Ni siquiera hab¨ªa logrado la habitual unanimidad de las Cortes franquistas. Aunque el general presidi¨® la sesi¨®n y la votaci¨®n fue nominal, 419 procuradores dijeron s¨ª, pero 19 se pronunciaron negativamente y 9 se abstuvieron.
Al d¨ªa siguiente, don Juan Carlos firm¨® la aceptaci¨®n ante el ministro de Justicia, Antonio Mar¨ªa de Oriol, como notario mayor del Reino, y esa misma tarde volvi¨® al palacio de las Cortes para pronunciar un discurso que calm¨® los ¨¢nimos de los hombre del sistema: "Quiero declarar en primer lugar que recibo de su excelencia el jefe del Estado la legitimidad pol¨ªticanacida del 18 de julio de 1936... " La historia hab¨ªa empezado a rodar mucho antes. A bordo del Azor, el 25 de agosto de 1948, con la mar por testigo, se establecieron casi definitivamente las reglas de juego. El general Franco advirti¨® a don Juan que su prop¨®sito era seguir gobernando al menos veinte a?os m¨¢s. Pero del desencuentro surgi¨® un acuerdo que acabar¨ªa marcando el desenlace de la discusi¨®n sucesoria. Don Juan Carlos, el futuro rey de Espa?a, vendr¨ªa a estudiar y a educarse a Espa?a.
Desde entonces arranca una leyenda anti mon¨¢rquica alimentada oficiosamente en los peri¨®dicos falangistas y en los ¨¢mbitos del Frente de Juventudes. All¨ª se canta con frecuencia, entre bromas y verasaquello de "que no queremos reyes idiotas que gobiernen la naci¨®n y por pelotas implantaremos el estado sindical. ?Abajo el rey!". Pero a estos cantos don Juan Carlos opuso un prudent¨ªsimo silencio hasta su proclamaci¨®n como pr¨ªncipe heredero en 1969. El 14 de mayo de 1962 se hab¨ªa casado en Atenas con la princesa Sof¨ªa, y el 8 de febrero de 1968 celebraba en Madrid el bautizo del infante Felipe, su heredero.
El 22 de noviembre de 1975, dos d¨ªas despu¨¦s del fallecimiento de Franco, el Pr¨ªncipe accedi¨® al trono y comprometi¨® su futuro disipando cualquier duda que se arrastrara de su pasado: "Hoy empieza una nueva etapa de la historia de Espa?a" porque, a?adi¨®, "la instituci¨®n que personifico comprende a todos". El pr¨ªncipe de Franco se convert¨ªa, seis a?os despu¨¦s de ser proclamado sucesor, en rey de los espa?oles.
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