Pr¨®rroga
El caduco curso pol¨ªtico toca a su fin: y llega la hora ritual de hacer un balance que aspira a ser tanto personal como p¨²blico. Por un extraordinario golpe de suerte, el encargo de realizar estas columnas semanales coincidi¨® con el inicio de un periodo pol¨ªticamente trepidante, donde la catarata de, acontecimientos hist¨®ricos te cog¨ªa de sorpresa cada ma?ana. As¨ª que hubo que lanzarse a la corriente vertiginosa y disponerse a improvisar sobre la marcha, como quien se dedica realizar el peligroso descenso por los ca?ones de un r¨ªo de monta?a, sin m¨¢s guarnici¨®n que una canoa de 60 l¨ªneas tasadas.Pero no hace falta ser Weber para reconocer que eso es oficio de periodista o de pol¨ªtico (los hombres de acci¨®n que se adaptan inmediatamente a la coyuntura que deben pilotar), pero nunca de intelectual (el hombre de ideas que necesita distancia hist¨®rica para reflexionar). Lo cual exige superar una paradoja, pues hoy los intelectuales o son medi¨¢ticos (interviniendo en la realidad desde la prensa) o caen en la impotencia. Pero desde la prensa no puede comunicarse aut¨¦ntico pensamiento (es decir, conocimiento intemporal con vocaci¨®n de permanecer en la memoria futura), sino s¨®lo opini¨®n: mero comentario fugaz de actualidad, que se borra inmediatamente de la memoria.
Ahora bien, puede hacerse de necesidad virtud, y tratar de explotar intelectualmente tama?a contradicci¨®n. Lo cual exige, entre otras cosas, lo que se espera de una columna de despedida vacacional, que es hacer un balance extempor¨¢neo del pasado m¨¢s reciente. ?Qu¨¦ nos ha pasado en estos ¨²ltimos meses, y qu¨¦ va a pasar a partir de ahora? El diagn¨®stico es simple: se ha producido una ruptura pol¨ªtica que cierra un largo periodo estable de predominio socialista. Pero no por ello cabe esperar un cambio pol¨ªtico tan esperanzador como el que se abri¨® en 1982, pues a partir de aqu¨ª s¨®lo cabe esperar incertidumbre. En efecto, el Gobierno vigente se sabe interino, pero se encuentra enquistado en un poder que ya desea abandonar sin que pueda hallar salida digna. De ah¨ª que gobierne en situaci¨®n de pr¨®rroga (por utilizar las met¨¢foras futbol¨ªsticas que nos han venido invadiendo): juega en campo contrario y le paraliza el miedo esc¨¦nico (Valdano dixit) que le provoca una opini¨®n p¨²blica hostil y adversa.
Esta pr¨®rroga s¨®lo dura hasta septiembre, que es cuando el Gobierno tendr¨¢ que volver a examinarse de las dos asignaturas pendientes que le ha suspendido la ciudadan¨ªa. Me refiero, claro est¨¢, a la corrupci¨®n y a la legitimidad. Por lo que hace a la primera, no se trata tanto de juzgar a' los culpables como de hallar soluciones que impidan que vuelvan a producirse hechos semejantes. Alguien ha dicho que todo sucedi¨® por mimetismo respecto al exterior: tradujimos al espa?ol la corrupci¨®n que los europeos parec¨ªan tolerar. Pues bien, importemos tambi¨¦n de Europa las respuestas producidas contra la corrupci¨®n: campa?a judicial de Manos Limpias, expulsi¨®n electoral de los partidos corruptos que estaban en el poder (democristianos o socialistas) y modificaci¨®n de las reglas de juego. "No es cuesti¨®n de personas, sino de instituciones: hay que redefinir las relaciones entre la clase pol¨ªtica y la sociedad civil (lo que exige cambiar la financiaci¨®n de los partidos), pues las vigentes generan corrupci¨®n como subproducto inevitable.
La otra cuesti¨®n pendiente es la legitimidad. ?Con qu¨¦ derecho moral permanece en el poder un Gobierno que ha sido censurado en las urnas? Las justificaciones alegadas parecen inadmisibles. Como demostr¨® Italia, la reactivaci¨®n econ¨®mica es independiente de la estabilidad gubernamental. Y esta ¨²ltima tampoco es imprescindible, pues basta el juego de la Administraci¨®n p¨²blica que sigue funcionando autom¨¢ticamente aunque el ejecutivo dimita. Por lo tanto, para mantenerse al mando hacen falta mejores razones. Y s¨®lo hallo una: es preciso que el Gobierno pacte por consenso unas nuevas reglas pol¨ªticas de juego limpio. Pero esta exigencia deber¨¢ ser afrontada inmediatamente, pues la pr¨®rroga actual no podr¨¢ eternizarse indefinidamente.
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