Otro pinchazo en hueso
Ojo, lector, los guardianes de la moral p¨²blica atacan de nuevo. Ahora quieren acabar con la fiesta de los toros. Sabi¨¦ndose impotentes para combatirla de frente y por derecho, han montado una campa?a sesgada a m¨¢s largo plazo con el fin de impedir que futuras generaciones de espa?oles cojan afici¨®n al espect¨¢culo m¨¢s nacional. Y todo esto pasa en Madrid, capital del reino.Una noticia reciente en estas mismas p¨¢ginas informa de que la Consejer¨ªa de Integraci¨®n Social (no s¨¦ lo que es eso) del Gobierno regional pretende prohibir que los menores vayan a los toros. A estos bien intecionados bur¨®cratas les importa poco que el Gobierno regional patrocine una escuela de tauramaquia. Tampoco les dice nada el hecho de que ese Gobierno sea propietario de la Plaza Monumental de Las Ventas, fuente de sustanciosos ingresos por los festejos all¨ª organizados, entre ellos novilladas nocturnas donde pueden entrar gratis ni?os menores de 14 a?os. Pasan por alto la celebraci¨®n en estas fechas de corridas, novilladas,, capeas y encierros en centenares de pueblos de la provincia, casi todos patrocinados por sus respectivos ayuntamientos. No: estos iluminados lo que pretenden sencillamente es que los ni?os no vayan a los toros, y punto.
Siempre que uno se entera de un disparate de tama?as proporciones se pregunta por -el, pol¨ªtico que lo ide¨®. ?Por qu¨¦ busc¨® problemas que no necesitan ni ¨¦l ni su partido? ?Por qu¨¦ ninguna voz autorizada de su partido suprimi¨® dicha iniciativa antes de que se hiciera p¨²blica? ?Y qu¨¦ argumentos ingeniar¨¢ la oposici¨®n para dejar en rid¨ªculo a dicho partido hasta que la propuesta sea retirada? -
Porque tarde o temprano terminar¨¢ por ser retirada. As¨ª ha sido desde tiempo inmemorial en la piel de toro: siempre los detractores han tenido que rendirse ante la persistente afici¨®n de los espa?oles a los toros, S¨¦neca, Cicer¨®n, san Agust¨ªn y el cardenal Torquemada no pudieron abolir las corridas. Cuando Isabel la Cat¨®lica vio su primer (y ¨²nico) festejo se qued¨® horrorizada, pero tuvo que reconocer en una carta a su confesor que ser¨ªa incapaz de acabar con el espect¨¢culo. Uno de los enemigos m¨¢s tenaces fue Tom¨¢s de Villanueva, arzobispo de Valencia a principios del siglo XVI; cuando fue canonizado en 1658, sus admiradores en varias ciudades festejaron el evento organizando... ?corridas de toros!
Roma luch¨® contra la fiesta m¨¢s brava. En 1567 el papa P¨ªo V public¨® una bula en la que amenaz¨® con la excomuni¨®n a cualquier autoridad que permitiese el toreo en sus dominios, a cualquier seglar que tomase parte, y a cualquier cl¨¦rigo que asistiese; a los muertos por asta de toro se les negar¨ªa un entierro cristiano. En 1575 el nuevo pont¨ªfice modific¨® esta prohibici¨®n, pero su sucesor, Sixto V, la reimplant¨® en 1583. El rey Felipe II le escribi¨® una carta en la que le inform¨® de que dicha prohibici¨®n probablemente tendr¨ªa poco efecto en Espa?a, ya que "la fiesta de los toros es una costumbre tan antigua que parece estar en la sangre de los espa?oles". Al final, la Iglesia se dio por vencida. A lo largo del siglo XVIII se publicaron sesudos razonamientos- en contra de la fiesta de los toros. Otros oponentes, como el cl¨¦rigo Sarmiento, tampoco tuvieron ¨¦xito. En la pasada centuria, la muerte de un torero provocaba que diputados parlamentarios pidieran la abolici¨®n, pero nunca llegaron a votar tales iniciativas.
?Pero para qu¨¦ seguir? En el caso que nos ocupa, la medida se retirar¨¢ o (lo que es m¨¢s indigno todav¨ªa) se olvidar¨¢.
Nada de esto es nuevo. En el segundo tomo de su enciclopedia Los toros, el eminente investigador Coss¨ªo menciona un curioso caso ocurrido en 1879. En aquel a?o, la Sociedad Protectora de Animales de Inglaterra se puso en contacto con la de Praga para solicitar que ¨¦sta rogase a la archiduquesa do?a Mar¨ªa Cristina, que estaba a punto de casarse con don Alfonso XII de Espa?a, que "al llegar al trono de Espa?a, procurase la abolici¨®n de las corridas". La sociedad de Praga contest¨® que esto ser¨ªa muy dif¨ªcil debido a lo siguiente:
"La sociedad inglesa ignora, por lo visto, una cosa muy curiosa. El Ayuntamiento de Madrid forma parte de la Sociedad Protectora de Animales, y en sus salones celebra dicha sociedad sus juntas y concilios; pues bien, el Ayuntamiento ha sido la instituci¨®n que ha organizado las dos ¨²ltimas corridas de toros". Se g¨²n Coss¨ªo, estos dos festejos eran corridas regias para celebrar las venideras bodas reales. O sea, que esa buena se?ora ten¨ªa muy poco que hacer. Igual que estos se?ores de la Consejer¨ªa de Integraci¨®n Social.
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