Tercer grado
EL INDULTO -puro acto de gracia formalmente atribuido al jefe del Estado- nada tiene que ver jur¨ªdicamente con el tercer grado penitenciario, al que accede el recluso que cumple determinados requisitos b¨¢sicamente relacionados con la evoluci¨®n de su conducta. Conceder un indulto, cualquiera que sea la motivaci¨®n invocada, implica introducir un criterio pol¨ªtico de car¨¢cter discrecional, mientras que la progresi¨®n al tercer grado -cumplir la condena en r¨¦gimen abierto con la sola obligaci¨®n de pernoctar en prisi¨®n- no es cuesti¨®n que dependa estrictamente del Gobierno, sino de criterios de tratamiento penitenciario.La concesi¨®n del tercer grado a Amedo y Dom¨ªnguez se ajusta alas reglas penitenciarias establecidas. Es la primera condici¨®n que debe cumplir la medida, pero esa acomodaci¨®n legal no basta para que desaparezca el malestar que produce en una parte de la sociedad espa?ola el hecho de que individuos relacionados con los Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n (GAL) vayan a cumplir a partir de ahora su condena en la calle. El r¨¦gimen abierto de. semilibertad que comenzaron a disfrutar ayer parece la culminaci¨®n de un indisimulable prop¨®sito del Gobierno de poner fin a su situaci¨®n carcelaria, por mucho que se hayan cumplido las condiciones esenciales de trato no discriminatorio frente a otros reclusos con condenas similares y que disfrutan tambi¨¦n del tercer grado penitenciario.
La propuesta ha partido de las instancias competentes: los equipos de observaci¨®n y tratamiento de la prisi¨®n de Guadalajara, en la que ambos reclusos cumpl¨ªan su condena de 108 a?os. En las prisiones espa?olas existen casi 5.000 reclusos clasificados en tercer grado, que salen durante el d¨ªa a la calle y vuelven a pernoctar a la c¨¢rcel. Algunos de elIos con delitos tan graves como los que penan Amedo y Dom¨ªnguez.
Con todo, la decisi¨®n es pol¨¦mica y la Administraci¨®n penitenciaria no las ten¨ªa todas consigo al adoptarla. Amedo y Dom¨ªnguez han tenido que manifestar por escrito su arrepentimiento. Hasta ahora, ese compromiso se asociaba al indulto, por cuanto esta medida supone el perd¨®n o condonaci¨®n de la pena -as¨ª ha ocurrido. en el caso de algunos presos de ETA reinsertados por esa v¨ªa-, pero no a los supuestos. estrictamente - penitenciarios de progresi¨®n en grado. La negativa del golpista Tejero a mostrar el m¨¢s m¨ªnimo arrepentimiento por su actuaci¨®n en el intento de golpe de Estado del 23-F impidi¨® su indulto, pero no la aplicaci¨®n del tercer grado penitenciario de que disfruta. Es comprensible que diversas fuerzas pol¨ªticas hayan acogido la concesi¨®n del r¨¦gimen abierto a Amedo y Dom¨ªnguez sin el m¨¢s m¨ªnimo entusiasmo; unas con absoluto rechazo y otras con la aceptaci¨®n resignada del que pasa por un mal trago que no puede evitar. Pero este desagradable tr¨¢mite debe entenderse dentro del contexto de la gran operaci¨®n que supone recabar el mayor apoyo posible en la sociedad para un objetivo capital como es el desmantelamiento del terrorismo en Espa?a. El sentido de la justicia se rebela ante la imagen de Amedo y Dom¨ªnguez de paseo, al igual que ante la visi¨®n de los verdugos etarras de Yoyes en libertad. Pero hay ocasiones en que la generosidad hacia unos delincuentes puede evitar nuevos cr¨ªmenes.
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