Nelson Mandela logra estabilizar Sur¨¢frica en 100 d¨ªas de presidencia
Antes de las elecciones del pasado mes de abril, la pol¨ªtica en Sur¨¢frica era cuesti¨®n de vida o muerte. Hoy, Nelson Mandela, que cumple 100 d¨ªas en la presidencia, sufre preocupaciones menos dram¨¢ticas. En una entrevista con el Sunday Times de Johanesburgo ha dicho que sus dos obsesiones principales son la creciente ola de criminalidad y la necesidad de que la econom¨ªa crezca con m¨¢s rapidez. Todos le reconocen haber dado a Sur¨¢frica un grado de estabilidad pol¨ªtica nunca visto en el pa¨ªs.
El hombre leyenda, s¨ªmbolo del siglo XX, se ve obligado de repente a cumplir el mismo oficio, con los mismos vulgares objetivos, que Felipe Gonz¨¢lez, John Major o Bill Clinton. Pero, a diferencia de ellos, tiene tal grado de legitimidad pol¨ªtica que varios comentaristas han observado que, si hoy se realizaran elecciones, otra vez el Congreso Nacional Africano (CNA) incrementar¨ªa su ya sustancial mayor¨ªa parlamentaria. Los votos nuevos los ganar¨ªa de la poblaci¨®n blanca.El peri¨®dico The Citizen, de Johanesburgo, se mantuvo tan fiel al apartheid en los a?os ochenta como Pravda al comunismo. Durante los ¨²ltimos cuatro a?os asumi¨® una posici¨®n tan dura contra Mandela y el ANC que a¨²n el ahora vicepresidente Frederik de Klerk lo consideraba como propagandista de la extrema derecha. Esto es lo que dijo The Citizen en su editorial del lunes: "Sus 27 a?os en la c¨¢rcel han convertido a Mandela en una persona considerada y compasiva; la victoria electoral le convirti¨® en un l¨ªder nacional fuerte y seguro; su talla de presidente le ha dado el halo m¨ªstico a nivel nacional y mundial, de un ser excepcional".
La noche del lunes, Mandela particip¨® en la ceremonia de apertura de una exposici¨®n dedicada a la vida de la ni?a jud¨ªa Ana Frank. Los 400 invitados, casi todos blancos de la alta burgues¨ªa, no pudieron contener su emoci¨®n al estar en presencia del primer presidente negro en la historia de Sur¨¢frica. Orador tras orador alababa la valent¨ªa, la sabidur¨ªa, la generosidad y la nobleza de Mandela ante el orgullo visible, las sonrisas y los continuos aplausos del p¨²blico.
Lo que el presidente Mandela y su Gobierno de unidad nacional han dado a Sur¨¢frica es un grado de estabilidad pol¨ªtica nunca visto desde la llegada de los primeros colonos europeos en el siglo XVII. Mandela ha sacado provecho de los errores de gobiernos revolucionarios anteriores en ?frica. No se ha guiado por la ideolog¨ªa, sino por el razonamiento de que va a lograr su objetivo principal de mejorar el nivel de vida de la mayor¨ªa negra. Su prioridad tiene que ser asentar las bases econ¨®micas y pol¨ªticas del pa¨ªs.
En consecuencia, la palabra nacionalizaci¨®n, que causaba terrores hasta hace poco en la Bolsa de Johanesburgo, ha desaparecido de su vocabulario. Al promover una pol¨ªtica de corte netamente capitalista, ha evitado la fuga de capitales y de recursos humanos que caracteriz¨® la experiencia postcolonial en Mozambique y Angola. Los funcionarios p¨²blicos del viejo r¨¦gimen a su vez siguen en sus puestos. Y, m¨¢s importante a¨²n, el Ej¨¦rcito sigue fiel bajo el mando del general Georg Meiring, afrik¨¢ner alto y rudo, que ha dedicado la mayor parte de su vida profesional a la guerra contra el ANC.
Los altos mandos de la polic¨ªa tambi¨¦n han expresado su lealtad al nuevo Gobierno, pero lo que no han logrado es desvanecer un clima de crimen generalizado que amenaza con socavar el proyecto econ¨®mico nacional. Las estad¨ªsticas oficiales demuestran que hay 50 asesinatos al d¨ªa en Sur¨¢frica, per c¨¢pita siete veces m¨¢s que en Estados Unidos.
El nuevo ministro de Polic¨ªa, Sydney Mufamadi, no duerme desde que asumi¨® su cargo, dicen sus amigos. Tal es la pesadilla de transformar un aparato fundamentalmente represivo en una instituci¨®n cuya primera responsabilidad es combatir el crimen.
Los vestigios del 'apartheid'
El nuevo Gobierno surafricano ha tenido que reorientar la nave del Estado de una manera compatible con las nuevas prioridades contenidas en un documento del ANC llamado el Programa de Reconstrucci¨®n y Desarrollo (RDP). El objetivo filos¨®fico del RDP es eliminar los vestigios del apartheid en todo lo que concierne al Gobierno, pero espec¨ªficamente las desigualdades econ¨®micas. Hasta hoy se ha progresado poco.Pero tal es la gratitud que siente la poblaci¨®n por el nuevo clima de estabilidad, por la casi total ausencia de violencia pol¨ªtica ante la desaparici¨®n del terrorismo derechista, que pocas quejas se han registrado contra el Gobierno. Las quejas, las nuevas crisis, vendr¨¢n si Mandela, en su exceso de pragmatismo, no logra satisfacer las urgentes necesidades de sus partidarios negros.
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