Aguantar la mirada
No debe de ser f¨¢cil aguantar la mirada de un toro. Sobre todo, por la creencia de que, cuando mira, es porque quiere coger. Y los toreros lo saben. Por eso, la mayor¨ªa no aguanta ni la de un mosquito afeitado. Pese a ello, se hacen llamar figuras.Los toros de Buend¨ªa resultaron curiosos. Miraban al tendido, a la arena, al cielo e, incluso, a los toreros. Y hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar: a las figuras no hay que mirarlas, que se asustan. Adem¨¢s, fueron -los toros- mansos, flojos, parados y descastados. Una birria de toros que ni eran bravos, ni embest¨ªan, ni nada. Bueno, pero miraban.
Los toreros de la tarde no estaban dispuestos a soportar ni una sola mirada. As¨ª, entre los tres y con la colaboraci¨®n de los toros, protagonizaron un festejo desdichado para la Fiesta. Entre los tres, un mitin. impropio de las llamadas figuras; un esc¨¢ndalo y una insultante falta de respeto al p¨²blico. Lo extra?o e incre¨ªble es que, a pesar de ello, la Fiesta siga viva.
Buend¨ªa / Rinc¨®n, Joselito, Finito
Toros de Joaqu¨ªn Buend¨ªa, bien presentados, mansos, flojos, descastados. C¨¦sar Rinc¨®n: silencio; palmas. Joselito: ovaci¨®n; silencio. Finito: silencio; bronca. Plaza de toros de M¨¢laga 18 de agosto. 6? de feria. Casi lleno.
Al primer toro de Rinc¨®n lo ense?¨® a embestir Vicente Yesteras cuando lo lidiaba en el tercio de banderillas. Pero el maestro, que no quer¨ªa ser mirado, adopt¨® precauciones excesivas, se olvid¨® del magisterio de su subalterno y no aprovech¨® la escasa codicia de su oponente. El animal era inc¨®modo, pero el torero no ten¨ªa fe alguna en superar la m¨¢s m¨ªnima dificultad. Se arm¨® de valor y realiz¨® un gran esfuerzo en el otro. Lo recibi¨® animoso con el capote y parec¨ªa que la decisi¨®n borrar¨ªa la desesperanza. Pero no pudo ser. Una serie aceptable de naturales y pare usted de contar. Seguro que el toro lo mir¨®, porque Rinc¨®n no quiso ni verlo a la hora de matar.
Joselito estuvo muy torero en su primero. Brill¨® -a gran altura. por ver¨®fiicas y un quite por delantales. Con la muleta, se lo ?lev¨® toreramente por bajo a los medios, lo cuid¨® y lo tore¨® con ortodoxia y naturalidad. No fue un conjunto apasionante, pero s¨ª arm¨®nico y est¨¦tico. Muy torero, de nuevo, por ver¨®nicas a pies juntos en su segundo, un ajustado quite por chicuelinas, y el toro que le da un susto a un banderillero. Seguro que lo mir¨®. A partir d¨¦ ah¨ª, cambi¨¦ por completo el panorama. Joselito cogi¨® la muleta y lo mat¨® alevosamente. Para que no mirara m¨¢s.
Y Finito, viendo lo que hab¨ªan mirado !os dem¨¢s, y dado que sus toro, no eran ciegos, se los quit¨® de encima de mala manera, tras estar torpe e inseguro.
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