Problemas de narices
Aunque no se le d¨¦ la importancia debida, poseer una gran nariz tiene su m¨¦rito. No es de extra?ar que Jos¨¦ de la Calle, recientemente nombrado campe¨®n madrile?o de narices, sea un hombre discreto. Seguro que lo es porque la vida, como a Raphael (?o era a Julio Iglesias?) le ha hecho as¨ª. 73 mil¨ªmetros de largo, 39 de ancho y 32 de profundidad no se llevan de cualquier manera, y lo digo con un enorme (tan grande como mi propia nariz) conocimiento de causa. Puede que a primera vista s¨®lo se piense en las venta jas que aporta contar con semejante aparato. Una buena respiraci¨®n, enorme olfato y otros t¨®picos graciosillos por el estilo. Incluso se puede llegar a afirmar que en algunos casos un buen ap¨¦ndice nasal tiene un especial atractivo, lo que en mi caso, y dicho sea de paso, no me ha reportado ning¨²n beneficio en este terreno. Pero h¨¢ganme caso. Una gran nariz es una fuente inagotable de problemas.El primero surge en el colegio, ese nido de peque?os seres crueles y retorcidos a los que llamamos cari?osamente ni?os. Sin llegar al suplicio que supone ser gordo, cosa que no se olvida nunca por la cantidad de afrentas que sufres a temprana edad (eres el hazmerre¨ªr en la clase de gimnasia, no te eligen para los equipos deportivos salvo para llevar el agua y los balones, sudas m¨¢s de la cuenta y el bocata del mediod¨ªa nunca es lo suficientemente grande), siempre hay un compa?ero de clase que se fija en tu nariz. De ah¨ª a perder el nombre propio y pasar a ser simplemente. el "narizotas" s¨®lo va un peque?o paso. (Aviso para peque?os narizotas. No es recomendable defenderse violentamente a tales chanzas, pues normalmente acabas recibiendo un nuevo golpe en dicha parte, que la har¨¢ aumentar de tama?o por unos d¨ªas. El remedio ser¨¢ peor que la enfermedad, pues de manera indirecta se logra que el reci¨¦n estrenado apodo pase a convertirse en el definitivo y punzante acompa?ante de toda la etapa colegial).
Sigamos. Peor que esto es a¨²n la adolescencia. Cuando llega la edad en la que dejas de mirar a chicas como chicos y pasas a observarlas de arriba-abajo con gran detenimiento, s¨ªntoma inequ¨ªvoco de que algo est¨¢ pasando, al chaval de la gran nariz se le plantea una terrible situaci¨®n., Eres consciente que tarde o temprano has de dar tu primer beso-beso (o sea, en la boca), normalmente a la primera que se deja (a esas edades no se elige), y no sabes qu¨¦ vas a hacer con tu nariz llegado el momento. Unas grandes orejas se pueden pegar a la cabeza, las filas de dientes pueden llegara ser camuflados y el olor a sobaquillo remite con el desodorante. Pero, ?y la nariz? Es un gran estorbo, y puede hacer fracasar un. momento hist¨®rico de tu vida y qui¨¦n sabe si no llegar¨¢ a producirte un trauma de esos que luego conducen a los asesinatos en masa en un hipermercado. Angustiado, pides consejos a los veteranos. Siempre encuentras a alguno, pues es raro el caso del narizotas avanzado. Te recomiendan observar a cualquier gal¨¢n cinematogr¨¢fico con tu misma particularidad fisiol¨®gica. !Ya est¨¢! No era f¨¢cil, pero Jean-Paul Belmondo es el hombre. No est¨¢ muy de moda, pero es el narizotas con mas ¨¦xito entre el p¨²blico femenino de la historia. Seguro que en el videoclub queda alguna pel¨ªcula suya. Bien estudiados los movimientos previos, llega el momento de la verdad. Salvo extrema torpeza, como meterle la nariz por el ojo, o que se te caiga un enorme moco en el instante supremo (insalvable circunstancia), te percatas aliviado que con un leve movimiento lateral-circular (tanto mayor cuanto m¨¢s grande es la nariz) esquivas con precisi¨®n todos los obst¨¢culos. Has triunfado, pero el mal rato no te lo quita nadie.
Convertido en adulto, al narizotas le cuelgan sambenitos por doquier. Una nariz abultada significa mala vida y muchas peleas. Una nariz prominente presupone gran astucia. Medio metro de nariz no puede ocultar grandes dotes olfativas. Una hermosa (por el tama?o) nariz aguile?a s¨®lo la puede tener un hombre avaro, de los que cuentan sus dineros por las noches. Grandes narices pertenecen a grandes mentirosos (¨¦sta es la teor¨ªa Pinocho). No se entiende que una gran nariz no quiera ser metida donde no la llaman (abstenerse mal pensados). Ante tal avalancha de presupuestos, al pobre no le queda m¨¢s remedio que refugiarse detr¨¢s de su nariz. Vive su vida sin buscar m¨¢s problemas de los necesarios. Hasta que un d¨ªa, sin comerlo ni beberlo, sus amigos le convencen para presentarse a un concurso de narices. A rega?adientes acepta. Antes de salir a escena, sabe que va a ganar. Los narizotas se huelen entre ellos.
El vencedor recibe el premio con cara de no saber qu¨¦ hacer. Respira hondo(realmente hondo) y se encoge de hombros. Sabe que el p¨²blico toma a broma un concurso de estas caracter¨ªsticas, pero ¨¦l es plenamente consciente de que lo de tener una nariz sobresaliente es una cosa muy seria, y no oculta su orgullo. Una espectadora grita: "!Guapo!". Se sonroja y, por momentos, parece un sem¨¢foro.
Dedicado a Jos¨¦ de la Calle y, por extensi¨®n, a todos los narizotas. De parte de otro que tal baila.
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