'Marujones'
Muy anteriores al invento de la marujona -invento machista de pura cepa-, los marujones pululan en nuestra maravillosa sociedad sin que nadie se. meta con ellos. ?Y ya va siendo hora! Resulta que sin ellos la figura de la marujona hubiera sido imposible; ellos fueron poco a poco moldeando a sus c¨®nyuges a su imagen y semejanza, hasta dar con ese ya famoso - m¨¢s bien infame- prototipo de mujer que a todos parece hacer tanta gracia ?C¨®mo es el maruj¨®n? El maruj¨®n es un hortera, cuarent¨®n o cincuent¨®n de asco, ese que gasta bromas sobre las gorduras de las mujeres y no siente pudor ninguno por tener un barrig¨®n blando, de esos que ning¨²n embarazo podr¨ªa jam¨¢s justificar. Es un personaje que abunda y merodea, con mejillas sonrosadas, michelines bailones y una sexualidad a simple vista dudosa. Hombre degenerado a fuerza de ser acomodaticio y pusil¨¢nime, desconocedor de toda inquietud cultural, vulgar y mezquino, camina por la vida con aires de grandeza, autosatisfecho y complacido de s¨ª mismo, como si en su casa no hubiera espejos, como si se creyera que complace a alguien, cuando en realidad no complace ni a su mujer, que hace ya tiempo se volvi¨® marujona por desesperaci¨®n, aburrimiento y porque se sent¨ªa estafada hasta la m¨¦dula.La marujona crey¨®, cuando contrajo matrimonio con el susodicho, que hab¨ªa ganado un marido, un hombre, un protector. Y ahora comprende que le ha ca¨ªdo, por obra del tiempo y de la pu?etera vida, un cuasi-hijo torpe, que chochea y encima pretende llevar la voz cantante en la casa.
?Pobre maruj¨®n! Invento programado que encuentra su para¨ªso en el Gobierno socialista -que tom¨® lecciones particulares del franquismo-, consumidor de televisi¨®n, deglute f¨²tbol, traga programas concursos por un tubo, regurgita repeticiones, play backs de todo lo imaginable y lleva la gula televisiva al l¨ªmite del v¨®mito en forma de rueda informativa con comentarios cruzados del personal implicado y ex implicado en el acontecimiento deportivo.
Y, adem¨¢s, invierte el tiempo que a¨²n le queda en rellenar quinielas, comprobar boletos y hacer un seguimiento biogr¨¢fico de los jugadores que dan la sal a su vida, y conoce todos sus movimientos partun y pospartum posoperatoruim y por-narices -que hay que tenerlas para soportar todo lo que el maruj¨®n soporta-.
Este personaje que se mueve por resortes que pulsan el peri¨®dico deportivo, la radio y la televisi¨®n, am¨¦n de los impulsos que generan en ¨¦l sus jugos g¨¢stricos -que tambi¨¦n tiene buen saque el individuo-, encima goza riendo a carcajadas los chistes que sus compa?eros de trabajo -otros igual que ¨¦l- le cuentan sobre las marujonas.
Siempre est¨¢ seguro de que ha alcanzado la meta que se merec¨ªa, por lo que una vez, hace ya tanto tiempo, luch¨®. S¨ª que se lo merece, el mam¨®n. Y no le saques nunca de su terreno, su min¨²sculo terreno, porque balbucear¨¢ dos palabras inconexas y estar¨¢ perdido. Comentar¨¢ luego con los suyos que estas intelectuales feministas son insoportables, y no estar¨¢ a gusto hasta llegar a su casa, sacarse los zapatos y en la intimidad de su mundo maruj¨®n entregarse a la hipnosis profunda del televisor. Sin saber nada, el est¨²pido, y crey¨¦ndolo saber todo.-
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