Un millar de campesinos regala sus productos para protestar contra la reforma agraria de la UE
Madrid rememor¨® ayer los tiempos de las colas y el racionamiento. Miles de personas -Ia mayor¨ªa jubilados y amas de casa- aguardaron hasta tres horas en la Plaza Mayor a m¨¢s de 35 grados para llevarse gratis una botella de vino y tres kilos de frutas y hortalizas. Los madrile?os acudieron en masa a la llamada de la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos). Casi un millar de afiliados de esta organizaci¨®n venidosde toda Espa?a repartieron 15.000 botellas de vino y 20 toneladas de alimentos en protesta por la pol¨ªtica agraria de la Uni¨®n Europea, que amenaza con la supresi¨®n de 30.000 empleos en el sector vitivin¨ªcola por el recorte de producci¨®n.
Los agricultores se sienten discriminados por la reforma de las Organizaciones Comunes de Mercado (OCM) de vino, frutas y hortalizas que ha propuesto la Comisi¨®n Europea. Seg¨²n el coordinador general de COAG, Eduardo Navarro, "Ios cambios que comportar¨ªa la nueva pol¨ªtica de la UE en el vino, supondr¨ªan arrancar 340.000 hect¨¢reas de vi?edos y la p¨¦rdida de 30.000 empleos". "Adem¨¢s, no puede ser que en el norte de Europa la UE financie el 100% de la reforma y en el Mediterr¨¢neo los estados tengan que cofinanciarla", a?adi¨® Respecto a la reestructuraci¨®n del mercado europeo de frutas y hortalizas, las organizaciones agrarias denuncian que la. competitividad del campo espa?ol, sobre la que tanto se les insiste desde Bruselas, dif¨ªcilmente se alcanzar¨¢ si la UE renueva acuerdos con pa¨ªses como Marruecos, con unos costes salariales muy inferiores.Entre los miles de personas que ayer esperaban turno para hacerse con su botella y los tres kilos de frutas, eran minor¨ªa las que conoc¨ªan los motivos de los agricultores. Mateo Dimas-72 a?os y dos horas de cola- era lo suficientemente expresivo: "Hay que ayudar a esa gente para que no tengan que tirar la fruta. Yo he venido por ellos, porque la fruta no tiene valor". Esta ¨²ltima afirmaci¨®n le deb¨ªa parecer discutible a la mayor parte de los congregados, que acaparaban ciruelas, peras o melocotones como si Espa?a fuera a entrar en guerra. El af¨¢n acaparador convirti¨® a los campesinos en improvisados guardianes del orden.
Tom¨¤s, leridano de la Uni¨® de Pagesos, se las ve¨ªa y deseaba para no ser arrollado por la masa mientras vociferaba -"s¨®lo una bolsa y de lo que toque"- a se?oras cargadas con cinco y seis bultos que, a pesar de no gastarse un duro, se quejaban. "Yo quiero limones, joven", le protestaba una anciana que arrastraba un carro lleno de vino y frutas. La situaci¨®n, en algunos momentos, lleg¨® a ser m¨¢s propia de Ruanda o Sarajevo que de un pa¨ªs en calma. La multitud se arremolinaba junto a los siete camiones pidiendo bolsas en un caos que desbordaba a los agricultores.
Los m¨¢s espabilados tuvieron suerte. Como, Mercedes, una joven que s¨®lo hizo diez minutos de cola y se llev¨® tres kilos de peras y una botella de Rioja rosado. "Y son peras de buena calidad", dec¨ªa satisfecha. Luc¨ªa Omedes, tostada al sol tras tres horas de espera, se lamentaba: "A ver si me voy a quedar sin peras...".
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