El poder y el alma
PASQUAL MARAGALLEl autor sostiene que socialistas y nacionalistas catalanes pueden andar un trecho juntos en la recuperaci¨®n pol¨ªtica si no se amordaza la capacidad de cr¨ªtica m¨²tua.
Dice Jos¨¦ Ram¨®n Recalde en su art¨ªculo Conservar el poder, salvar el alma que dif¨ªcilmente se pueden salvar los dos a la vez, pero que no es imposible. Estando de acuerdo, como ocurre invariablemente, con el consejero de Justicia del Gobierno vasco, me gustar¨ªa a?adir al mismo escenario la perspectiva de un catal¨¢n socialista.Superar el esp¨ªritu de grupo y la prepotencia de la burocracia; colocar los intereses particulares -incluso los colectivos de partido- al servicio de los generales; hacerse permeable a la cr¨ªtica; resistir la tentaci¨®n autoritaria; luchar contra la discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo; defender el medio y asumir compromisos internacionales. Y todo ello, hacerlo m¨¢s pendientes de las adhesiones ciudadanas que de los pactos con otros partidos. ?sta es la receta de Recalde. B¨¢sicamente es la que compartimos, creo, muchos socialistas. Incluso muchos que no lo son.
En realidad, todos los partidos deber¨ªan perseguir estos objetivos. ?Tiene Converg¨¨ncia necesidad de superar un cierto esp¨ªritu de grupo y subordinar mejor los intereses partidistas a los generales? ?Desde luego! ?Tiene el PNV alg¨²n problema en hacerse m¨¢s permeable a la cr¨ªtica? Seguramente. ?Debe IU hacer esfuerzos por resistir la tentaci¨®n autoritaria? M¨¢s le vale. ?Deben todos, incluso el PP, luchar contra las discriminaciones por raz¨®n de sexo, defender el medio ambiente, etc¨¦tera ... ? A buen seguro.
La diferencia est¨¢ en que sectarismo, inmunidad a la cr¨ªtica, exceso de autoridad, son rasgos que preocupan sobre todo de quien tiene el poder, claro. O el poder mayor, porque PNV y CiU, y hasta IU en alguna medida (en C¨®rdoba, IC en Barcelona ... ) tienen poderes. Incluso el PP tiene poder.
Conservar cada uno su poder y a la vez salvar el alma -la cuesti¨®n que inquietaba a Maquiavelo, a Federico II, y al moderno pr¨ªncipe, el partido- requiere no equivocarse de aliado, dice Jos¨¦ Ram¨®n Recalde. Y requiere tambi¨¦n pasar la prueba de esas preguntas.
Recalde hace dos consideraciones que ata?en a CiU, nuestro aliado en el Parlamento. "Para conservar, hoy, el Gobierno es necesario el pacto con CiU", dice el autor. Y a?ade: "Es posible caminar junto al actual aliado. circunstancial en ciertas v¨ªas de regeneraci¨®n de la pol¨ªtica". La segunda consideraci¨®n ata?e a la credibilidad de la renovaci¨®n socialista antre los ciud¨¢danos. Estoy totalmente de acuerdo. Con Ciu Podemos hacer una parte de la reforma pol¨ªtica necesarias incluso de la regeneraci¨®n del sistema Hay un aspecto m¨¢s importante, que es el de la consolidaci¨®n del Estado federalizante en que vivimos, que s¨®lo puede hacerse con CiU. El error de la LOAPA consisti¨® en no entenderlo as¨ª.
En el sentido de la regeneraci¨®n ya tengo m¨¢s dudas. Nuestros nacionalistas -me refiero a los que gobiernan en Catalu?a- han sufrido tanto como los socialistas, como m¨ªnimo, los zarpazos del poder que anunciaba Lord Acton. Se sabe menos, pero no es menos cierto. Quiz¨¢s incluso lo es m¨¢s. Si no la extensi¨®n, s¨ª la intensidad de su poder gubernamental, medi¨¢tico...) puede ser incluso m¨¢s fuerte. M¨¢s indiscutible. M¨¢s causante de actitudes de inhibici¨®n moral, de conformidad acr¨ªtica, y de temor reverencial, ¨¦se que causa tantos y tantos estragos en la fortaleza de la sociedad civil.
Seguramente algo parecido ocurre en Euskadi. Pero no puedo afirmarlo con tanta seguridad. El hecho es que el autogobierno es en s¨ª mismo un bien deseado, largamente anhelado durante a?os de dictadura y que su sola existencia es una bendici¨®n. Lo cual no deber¨ªa eximir de rigor en los an¨¢lisis del ejercicio de ese gobierno aut¨®nomo en tanto que tal gobierno. Pero parece que exime.
De modo que la ecuaci¨®n democr¨¢tica del control desde abajo funciona con menos eficacia en este caso; el valor de la cohesi¨®n y la identidad recuperada y compartida se impone a los de la diferencia, la calidad y la pluralidad.
Por tanto, s¨ª podemos andar con los nacionalistas un trecho juntos en la recuperaci¨®n de la pol¨ªtica, pero a condici¨®n que se acepten reproches mutuos y no en una sola direcci¨®n, como hasta ahora. Cuando o¨ªmos a los representantes de nuestros aliados exigir de los socialistas firmeza contra la corrupci¨®n, entereza moral y otros valores semejantes, muchos catalanes no podemos menos que reprimir una primera reacci¨®n que est¨¢ entre el asombro y una leve indignaci¨®n. Por supuesto que esto tambi¨¦n es cierto de las acusaciones del PP. Pero el PP es nuestro adversario y al adversario se le supone contrariedad a todo lo que uno representa. No tanto al aliado.
Lo que deber¨ªa suceder entonces es que si el se?or L¨®pez de Lerma (CiU) preside la Comisi¨®n Rold¨¢n o Rubio, el se?or Higini Clotas (PSC) por ejemplo, y sin que nadie se ofendiera, presidiera la Comisi¨®n BPF, esc¨¢ndalo pol¨ªtico motivado por el hecho de que una empresa de la que formaba parte el ex consejero de Econom¨ªa y Finanzas Planas de munt (de ah¨ª la P) no pagara los pagares que emit¨ªa. Planasde munt fue presidente del peri¨®dico El Observador y ejerc¨ªa de presidente del Institut Catal¨¢ de Finances mientras BPF emit¨ªa unos curiosos documentos mercantiles. Porque si no, si esa clarificaci¨®n de coincidencias y discrepancias y esa reciprocidad de situaciones no se produce, ocurre:
1 - que la. gente piensa que uno de los aliados le est¨¢ sacando el jugo al otro por el mero hecho de ser su voto indispensable y no a la inversa. (La moral que se deriva de esa constataci¨®n es interesante, porque viene a decir que uno puede ser juez del otro, y no el otro del uno, y que, por tanto, determinados comportamientos son censurables en cualquier direcci¨®n s¨®lo si no hay mayor¨ªa absoluta y si, adem¨¢s, la coalici¨®n existente es rec¨ªproca, que es lo que estoy pidiendo).
2- que uno de los aliados (el grandull¨®n) representa el aburrido" inter¨¦s general y el otro (el peque?o) los "interesantes" intereses particulares, o la macro y la micropol¨ªtica.
Todos los hijos de padres, todos los padres de hijos, todos los ex combatientes y los futuros combatientes, todos los peque?os tenderos y los hiper mercados, tienen algo que agradecer al peque?o aliado que pone el acento a la ley general que los ignoraba, la LAU de turno u otra, mientras el pobre gran aliado se limita a enunciar los principios generales de bondad que interesan a todos a la vez y por tanto a nadie en particular.
Y encima el peque?o aliado puede permitirse arg¨¹ir que no votando en contra de lo obviamente bueno es ¨¦l quien no lo impide y, por tanto, quien lo causa. Popper ha hablado de la perversi¨®n del sistema electoral proporcional cuando da aparentemente a uno el poder que niega a cuatrocientos. Sin duda ese sistema y las coaliciones en. general impiden en s¨ª mismos muchos de los excesos de soberbia de las mayor¨ªas absolutas. Lo que Popper no hab¨ªa ni imaginado es que el uno que puede decantar lo es no porque haya ganado las elecciones en la parte del territorio en que se presenta (en Catalu?a CiU perdi¨® ante el PSC en 1093) sino porque en otros territorios su aliado perdi¨® terreno frente a terceros.
Para terminar, el requerimiento m¨¢s ambicioso que Recalde nos pone a los socialistas, y se autopone, es el de conciliar igualdad y desarrollo, solidaridad y autonom¨ªa, libertad y autoridad. Ese requerimiento no podremos andarlo juntos con nuestros aliados, por la sencilla raz¨®n de que para ellos el desarrollo, la autonom¨ªa y la autoridad se anteponen siempre a la igualdad, la solidaridad y la libertad. Siempre que entran en conflicto.
Quiz¨¢s los socialistas nos complicamos la vida cuando queremos conciliar tantas cosas. Quiz¨¢s sea cierto que, como suelen decir nuestros aliado s "no entendemos a la gente". Ellos s¨ª. Ellos saben que la gente lo que quiere es m¨¢s riqueza, ser ellos mismos, que no les importunemos con peticiones y que haya orden. Aunque incluso en eso podr¨ªamos hacerles reflexionar un poco. Porque algunos de esos simplismos que la gente en Europa entiende tan bien acaban a veces, muy mal.
Pero tambi¨¦n es cierto que a golpe de libertad, igualdad y fraternidad (o solidaridad) ya no se ganan revoluciones. Ni elecciones. Por tanto, somos nosotros quienes debemos reflexionar si queremos gobernar y salvar el alma. Les aconsejo en este sentido que lean las palabras que pronunci¨® V¨¢clav Havel en el Independence Hall de Filadelfia el 4 de julio.
es alcalde de Barcelona.
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