Negociaci¨®n cubana
EL INICIO de la negociaci¨®n entre EE UU y Cuba es en s¨ª mismo esperanzador, aunque su alcance sea a¨²n dudoso. La tesis norteamericana es que se debe tratar s¨®lo sobre los temas de inmigraci¨®n: ¨¦sta hoy es ca¨®tica y llena de peligros para los miles de balseros. La delegaci¨®n cubana, en cambio, considera forzoso examinar el tema del embargo. En todo caso, la ausencia de di¨¢logo ha sido uno de los rasgos m¨¢s absurdos y negativos de las relaciones entre Washington y La Habana. Ahora, la urgencia de un problema tr¨¢gico como el de la inmigraci¨®n puede ayudar a entrar en una fase nueva. Es un deseo que expresan amplios sectores de EE UU, incluso entre los que han defendido hasta ahora una l¨ªnea dura.Si se habla s¨®lo de emigraci¨®n, EE UU se ver¨ªa obligado a pedir a Fidel que vuelva a su l¨ªnea m¨¢s cerril: impedir por medios represivos que la gente pueda salir de Cuba. Tal ha sido una acusaci¨®n constante lanzada contra ¨¦l. Ahora, una vez anulado el compromiso de aceptar a todos los cubanos que lleguen, EE UU ofrece ampliar el cupo de los que podr¨¢n entrar legalmente. Pero la realidad actual desborda con mucho ese cupo. Por tanto, no parece que se pueda soslayar la entrada en terrenos de discusi¨®n m¨¢s amplios. Ese deseo tan general de salir de la isla est¨¢ ligado, adem¨¢s de a motivos pol¨ªticos, a causas econ¨®micas en las cuales el embargo es un factor m¨¢s. Si no hay mejora econ¨®mica seguir¨¢ habiendo balseros. Por tanto, Clinton cometer¨ªa un error si no aprovechase esta ocasi¨®n para facilitar que la negociaci¨®n abarque el tema econ¨®mico.
En Estados Unidos crece una corriente de opini¨®n que destaca la incongruencia de una, pol¨ªtica que otorga a China relaciones privilegiadas mientras se impone el embargo a Cuba: claro que los casos son muy dispares y que con China hay intereses -empresariales enormes. Pero ese doble baremo da?a el prestigio de EE UU. El contraste es tambi¨¦n manifiesto en los casos de Vietnam y Corea del Norte, seg¨²n resaltan cada d¨ªa peri¨®dicos como The Wall Street, Journal (partidario hasta ahora de la m¨¢xima dureza con Castro) y pol¨ªticos como Lee Hamilton, presidente de la Comisi¨®n de Exteriores de la C¨¢mara de Representantes. Clinton no deber¨ªa ignorar estas voces que surgen en la opini¨®n norteamericana, sobre todo cuando se acercan las elecciones de noviembre.
Por otra parte, si la simplificaci¨®n cubana presenta el levantamiento del embargo como una panacea, EE UU deber¨ªa considerar las posibilidades que tal levantamiento abrir¨ªa para negociaciones y acuerdos encaminados a empujar la econom¨ªa cubana hacia la liberalizaci¨®n. La pol¨ªtica exterior de EE UU se encuentra ahora en un momento complejo: por un lado, se prepara la intervenci¨®n militar en Hait¨ª, ya aprobada, en principio, por el Consejo de Seguridad. Al mismo tiempo, la negociaci¨®n con Cuba es se?al de que los partidarios de la fuerza, del bloqueo naval, est¨¢n en retroceso. Pero a Clinton no le conviene quedar en la cuerda floja: negociar un poco, pero no negociar sobre aquello que podr¨ªa abrir v¨ªas para una soluci¨®n.
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