50 a?os bastan
Hace medio siglo, los pa¨ªses que se atisbaban ganadores de la Segunda Guerra Mundial dise?aron en Bretton Woods el nuevo marco econ¨®mico mundial, entronizando a EE UU como nueva potencia hegem¨®nica. En este encuentro se esbozaron los organismos que iban a permitir la expansi¨®n planetaria de la din¨¢mica central de un modelo basado en la l¨®gica del crecimiento y la acumulaci¨®n. Estableciendo el predominio de la producci¨®n y distribuci¨®n a gran, escala, intensiva en capital, energ¨ªvora, de alto impacto ambiental y poco demandante de factor trabajo. A costa de la producci¨®n y distribuci¨®n de base local, de menor componente tecnol¨®gica, basada en gran parte en energ¨ªas renovables, de bajo efecto ambiental, adaptada a los recursos aut¨®ctonos y gran generadora de empleo.Se iniciaba, pues, una etapa hist¨®rica que ha llegado a ser conocida como la ¨¦poca del "desarollo". Este concepto, que santific¨® Truman en su discurso de posesi¨®n en 1949 Para designar las formas de producci¨®n y consumo de EE UU, permit¨ªa calificar autom¨¢ticamente, a la inmensa mayor¨ªa de la humanidad como "subdesarrollada". Dicha ret¨®rica era la coartada perfecta para justificar, en nombre del necesario e ineludible desarrollo, la actuaci¨®n benefactora de las potencias occidentales en la periferia con el fin de sacarla de su situaci¨®n de postraci¨®n. Indudablemente, tras la fachada de este discurso bienintencionado se ocultaba la l¨®gica m¨¢s arriba se?ala a, que, hac¨ªa que la progresiva hegemon¨ªa de la producci¨®n y distribuci¨®n a gran escala a nivel mundial, comandada desde el Norte, no se pudiera hacer sin profundizar en las relaciones de dominaci¨®n dependencia centro-periferia que se hab¨ªan iniciado 500 a?os antes. Y sin incorporar al mercado mundial a territorios, estructuras productivas y culturas ancestrales, que hasta ese momento operaban, en gran medida, al margen de ¨¦ste.
Se creaban el FMI, el BM y el GATT para impulsar tan alta misi¨®n. El FMI iba a ser, al principio, el encargado de fijar un marco estable para la extensi¨®n del comercio mundial, garantizando una paridad fija entre las. distintas monedas y dotando de liquidez a los intercambios planetarios. El capital hab¨ªa aprendido del periodo de entreguerras cuando las devaluaciones competitivas y las medidas proteccionistas, imped¨ªan la progresi¨®n del mercado mundial. Adem¨¢s, en el periodo posb¨¦lico el capital ten¨ªa una creciente dimensi¨®n internacional, y le resultaban progresivamente estrechos los marcos de los Estados para funcionar.
El BM actuar¨ªa en la Periferia, supliendo la d¨¦bil capacidad inversora de los Estados en este espacio, elaborando y ayudando ¨¢ la financiaci¨®n de grandes proyectos,de infraestructuras de transporte, hidr¨¢ulicas, magnos desarrollos agropecuarios para la exportaci¨®n, que iban a permitir que estos territorios se integrasen en una posici¨®n su bordinada a la l¨®gica del merca do mundial. Y esto, que se hac¨ªa bajo el Diktat de las grandes empresas transnacionales, implicar¨ªa altos impactos ambientales, disoluci¨®n de estructuras productivas previas y, en muchos casos, desplazamiento de importantes contingentes de poblaci¨®n. Obligados a emigrar hacia las grandes ciudades del Tercer Mundo, al desaparecer su base local de subsistencia, lo que desata la hiperurbanizaci¨®n. El endeudamiento provocado por estos proyectos recala, l¨®gicamente, sobre las poblaciones de los pa¨ªses agraciados. Un primer paso en la creaci¨®n de su ingente deuda externa.
Deuda que se ver¨ªa impulsada, tras las crisis energ¨¦tica con el reciclaje por parte de la OPEP de los petrod¨®lares a trav¨¦s del sistema financiero occidental, que inyecta estas enormes su mas de capital, en forma de cr¨¦ditos, en . la periferia. Cr¨¦ditos que estas naciones se muestran' incapaces de pagar, m¨¢xime tras la repentina subida de las tasas de inter¨¦s a principios de los ochenta, estallando el problema de la deuda externa. Incobrable (por su cuant¨ªa), pero que se utiliza como un yugo para que los pa¨ªses perif¨¦ricos se adapten a la l¨®gica de la globalizaci¨®n de los mercados. Al FMI se le asigna la gesti¨®n de este problema para superar el riesgo de colapso del sistema financiero internacional. Imponiendo los famosos planes de ajuste estructural a los pa¨ªses perif¨¦ricos, con el fin de que ¨¦stos pudieran acceder a cr¨¦ditos que les posibilitaran, al menos, pagar los intereses de la deuda.
Estos planes obligan a la apertura de las econom¨ªas de los pa¨ªses afectados a la econom¨ªa mundo, orientan su aparato pro ductivo a la exportaci¨®n, devaluan sus monedas respectivas, recortan sus gastos sociales, colapsan los salarios, ponen en manos del capital internacional las mejores empresas y yacimientos de recursos, ordenan brutales pol¨ªticas demogr¨¢ficas para acabar con los pobres, que no con la pobreza, y destinan el grueso de los presupuestos estatales al pago de la deuda, comprometiendo la pol¨ªtica de estos pa¨ªses durante varias legislaturas. Tras m¨¢s de una d¨¦cada de aplicaci¨®n de estos planes, que han provocado fuertes revueltas populares, saldadas con decenas o centenares de muertos, el balance es desolador, especialmente en el caso de ?frica. Adem¨¢s, la deuda externa, a trav¨¦s de su titulaci¨®n en los principales mercados financieros, es una de las causas, junto con la libre circulaci¨®n mundial de capitales, del desarrollo de la llamada burbuja financiera, cuyo movimiento diario es germen de desequilibrios econ¨®micos de todo tipo.
Finalmente, el GATT tendr¨ªa como tarea el rebajar los niveles de protecci¨®n de los mercados locales, para as¨ª facilitar el crecimiento del mercado mundial, a trav¨¦s de sucesivas rondas de negociaci¨®n. Su actuaci¨®n, en paralelo con la del FMI y el BM, ha facultado una expansi¨®n impresionante del comercio mundial en estos 50 a?os, ya que ¨¦ste se ha multiplicado por m¨¢s de 10, y ha pasado a estar absolutamente dominado (en m¨¢s de un 90%) por el capital transnacional. Seg¨²n la revista Fortune, las 500 mayores empresas transnacionales del, planeta generan casi el 25% del PIB mundial, pero s¨®lo ocupan el 1,25% de la poblaci¨®n activa global.
El comercio mundial se intensifica desde finales de los sesenta, cuando entra en crisis el modelo de industrializaci¨®n de la posguerra en el centro. Consolid¨¢ndose una nueva Divisi¨®n internacional del Trabajo, que deslocaliza a ciertos pa¨ªses de la periferia sur, del sudeste asi¨¢tico, principalmente, determinados sectores industriales intensivos en mano de obra, manufacturas de baja tecnolog¨ªa o ciertos procesos productivos altamente contaminantes. Lo cual permite abaratar enormemente los costes de producci¨®n por las condicione! de hiperexplotaci¨®n existentes en estas ¨¢reas -en especial de mano de obra femenina-, posibilitando el mantener la capacidad de consumo en el centro, hacia donde se dirige el grueso de estos productos; o bien sortear las restricciones que, en relaci¨®n con el entorno, se establecen en el Norte a los sectores con mayor impacto ambiental. Y son tambi¨¦n las instituciones de Bretton Woods las que facilitan esta reestructutaci¨®n del aparato productivo mundial. Esto determina una acusada ca¨ªda del empleo industrial en el centro, donde el desempleo se convierte en estructural, ante la incapacidad del sector servicios de absorber toda la fuerza de trabajo que es expulsada de la industria y la agricultura. Hecho que contrasta con la situaci¨®n de pleno empleo en el Norte durante los cincuenta y los sesenta. Panorama fuertemente agravado por la actual recesi¨®n.
El tremendo auge del comercio mundial no parece que haya contribuido al desarrollo de las sociedades perif¨¦ricas, donde el hambre y la exclusi¨®n cabalgan de, forma incontenible. Pues los intercambios internacionales s¨®lo benefician a una reducida minor¨ªa, inducen un crecimiento orientado a la exportaci¨®n, en detrimento de sus necesidades b¨¢sicas, y s¨®lo son sostenibles en el futuro, si se mantiene e incentiva la concentraci¨®n de riqueza y sobre consumo en el Norte. Pero en el Norte, tambi¨¦n, el modelo, para seguir creciendo y acumulando, necesita desregular totalmente el mercado de tragajo y acabar con el Estado de bienestar. Esa es la medicina que receta, asimismo, sin contemplaciones, el FMI para los pa¨ªses del centro. La globalizaci¨®n de los mercados golpea, pues, directamente a una gran parte de las poblaciones del Norte, que ve c¨®mo su trabajo se precariza, disminuyen sus salarios, se recortan abruptamente sus conquistas sociales y crece la exclusi¨®n y marginaci¨®n a todos los niveles, especialmente en las metr¨®polis.
La Ronda Uruguay significar¨¢ un salto cualitativo en la expansi¨®n de la gran producci¨®n y distribuci¨®n, con efectos devastadores sobre el empleo y el medio ambiente planetarios. Sobre el empleo, porque cada vez es necesario recurrir a tasas m¨¢s altas de crecimiento para tan siquiera mantener el empleo mundial neto, lo cual choca frontalmente con las limitaciones que impone un ecosistema finito c¨®mo es la biosfera.
"El que crea que el crecimiento exponencial puede continuar sin interrupci¨®n es un loco o un economista" (Boulding). Y sobre el entorno, porque la globalizaci¨®n descansa en un supuesto: energ¨ªa abundante y barata, y en concreto en la extensi¨®n imparable de la movilidad motorizada, y esto se topa de bruces, por ejemplo, con el car¨¢cter limitado de los combustibles f¨®siles y con la necesidad de frenar la emisi¨®n de gases de invernadero, si se quiere controlar el cambio clim¨¢tico en marcha.
Este es el desarrollo que impulsan estas instituciones, configurando un mundo fin de siglo crecientemente inseguro por los desequilibrios que genera. , En el haber de esta progresiva ingobernabilidad cabr¨ªa apuntar, igualmente, la transformaci¨®n del Este a la econom¨ªa de mercado: una bomba de relojer¨ªa adicional, activada tambi¨¦n por el FMI y el BM.
Es, pues, hora de decir: "50 a?os bastan". Esto lo har¨¢n m¨¢s de 130 colectivos del Estado espa?ol en octubre, en Madrid, durante la reuni¨®n del FMI y BM, junto con organizaciones de todo el mundo que expresar¨¢n tambi¨¦n su rechazo en el foro alternativo Las otras voces del planeta.
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