Aznar, en la sala de espera
El presidente del PP trata de combatir su impaciencia con la convicci¨®n de que el cambio es cuesti¨®n de meses.
El triunfo electoral le ha sosegado. Pidi¨® elecciones anticipadas a los pocos d¨ªas de la enorme derrota del PSOE el 124, pero no ha vuelto a repetirlo. Sabe que si muestra impaciencia, y en ocasiones la ha mostrado, lo que conseguir¨¢ ser¨¢ suscitar recelo en quienes pueden darle la victoria la pr¨®xima vez. En p¨²blico ha dicho que no tiene m¨¢s prisa que la que tengan los espa?oles por efectuar el cambio. Pero en privado le brota la convicci¨®n de que ese cambio no es cuesti¨®n ya de a?os, sino de meses.Sigue hablando pausado, pero ha elevado el volumen de voz que antes resultaba dif¨ªcilmente audible. Sigue vistiendo con corte cl¨¢sico, pero ha modernizado su vestimenta informal. Sigue siendo Jose, sin acento, en su c¨ªrculo ¨ªntimo de amigos, pero sus hombres de m¨¢xima confianza, que son amigos personales, le llaman indefectiblemente "presidente". En los vuelos nacionales siempre viaja en clase turista, pero en sus desplazamientos por Europa utiliza ahora habitualmente un avi¨®n privado. Y cuenta con un poderoso aparato de partido, que reserva espacio en un sat¨¦lite espacial para facilitar gratis a las televisiones privadas im¨¢genes, por ejemplo, de sus entrevistas con los presidentes de Argentina y de Chile.
En la gira de siete d¨ªas que ha realizado por esos pa¨ªses ha aprovechado el eco amplificado que da la distancia para proyectarse como un pilar en el que podr¨ªa apoyarse el Gobierno si quisiera prescindir de los nacionalistas. Una invitaci¨®n que trata de convertir al Gobierno en doblemente responsable de las concesiones a ClU y al PNV, pero que se ha quedado un tanto huera en el transcurrir de unos pocos d¨ªas. Porque el pasado mi¨¦rcoles, regresado ¨¦l a Madrid, el PP matiz¨® que, para negociar los Presupuestos del Estado -el primer proyecto. importante en el horizonte cercano-, el Gobierno deber¨ªa aceptar ciertas premisas. Unas condiciones, al fin y al cabo, como las que ellos han reprochado a los nacionalistas catalanes. La diferencia, esgrime Aznar, es que CiU defiende un planteamiento particularista y el PP uno nacional.
Un planteamiento que Aznar define gen¨¦ricamente como de "revitalizaci¨®n de la conciencia nacional espa?ola", y que ha convertido en bandera del PP. No le parece significativo que CiU haya subido en votos despu¨¦s de un a?o entero de apoyo al Gobierno. El PP sum¨® en las elecciones europeas, arguye Aznar, m¨¢s votos que el PSOE y CiU juntos.
La pol¨ªtica de reinserci¨®n de presos de ETA est¨¢ siendo, seg¨²n ¨¦l, un ejemplo de supeditaci¨®n del Gobierno a los intereses de los nacionalistas. Est¨¢ convencido de que la ¨²ltima excarcelaci¨®n de etarras es la gratificaci¨®n al PNV por su silencio ante la concesi¨®n del tercer grado penitenciario a Amedo y Dom¨ªnguez. Y est¨¢ irritado por que el Gobierno no le avisara de antemano.
Para ¨¦l no est¨¢ claro que la reinserci¨®n sea un derecho. Y mucho menos que sea eficaz. Aunque pocos d¨ªas despu¨¦s de que hiciera un comentario de este tipo, ETA amenazaba de muerte a los presos que se acogieran a la reinserci¨®n. Para Aznar, lo que prevalece es la reflexi¨®n de que una sociedad "va por mal camino" si deja de ser una regla el cumplimiento de las condenas impuestas por los jueces. Aunque desde la perspectiva del Gobierno y del PNV esa reflexi¨®n est¨¢ impregnada del olor a elecciones en el Pa¨ªs Vasco.
Antes de quedar atrapado por ese proceso electoral, y por la campana que el PP empezar¨¢ inmediatamente despu¨¦s con vistas a las elecciones municipales y auton¨®micas de 1995, ha aprovechado para viajar a Buenos Aires y Santiago de Chile. Aznar, que incorpor¨® el PP al Partido Popular Europeo por el pragmatismo de pertenecer a una de las dos familias pol¨ªticas m¨¢s importantes del continente, considera que en Latinoam¨¦rica, como en Europa, deben agruparse las fuerzas centristas en vez de perpetuar divisiones por matices ideol¨®gicos. ?l suele rehuir hablar de "muerte de las ideolog¨ªas", pero tambi¨¦n esquiva el t¨¦rmino ideolog¨ªa para referirse al ideario liberal-conservador, y prefiere hablar de ideas.
Aznar se ha convertido para Helmut Kohl, canciller federal de Alemania, en un correligionario con el que le interesa contar, puesto que lidera la segunda fuerza m¨¢s importante en el Grupo Popular del. Parlamento Europeo, que encabeza el partido gubernamental alem¨¢n, la CDU Pero eso no ha impedido que los democristianos alemanes hayan dejado a Aznar en una posici¨®n desairada esta misma semana.
Siete d¨ªas despu¨¦s de que almorzara con Kohl en Bonn, la CDU hizo p¨²blico un documento en el que propone una Uni¨®n Europea a dos velocidades, y que deja descolgada a Espa?a del grupo de cabeza. Cuando Aznar sali¨® de su entrevista en la canciller¨ªa, dese¨® los mejores ¨¦xitos a la CDU en la actual campa?a electoral,. y no pudo decir una sola palabra sobre la defensa de Espa?a en la convergencia europea porque no fue informado del documento de la CDU. Una torpeza, dicen los populares, no s¨®lo en el terreno de lo personal, sino en el diplom¨¢tico, porque esa tesis de las dos velocidades puede influir negativamente en los referendos de Finlandia, Suecia y Noruega sobre su adhesi¨®n a la Uni¨®n Europea.
Con la mirada puesta en esa convergencia, Aznar sostiene que lo relevante no es la espectacular disminuci¨®n de destrucci¨®n de empleo en Espa?a, sino el distanciamiento de la renta por habitante y la media europea en los dos ¨²ltimos a?os. La senda por la que avanza el Gobierno no conduce a las reformas profundas que son necesarias, a su juicio, para garantizar la competitividad y, con ello, la financiaci¨®n del Estado de bienestar.
Pero Aznar se cuida de no a crear el fantasma de los recortes sociales para no perder votos, igual que se cuida del "arte del enga?o" de Felipe Gonz¨¢lez. No es un secreto que las relaciones entre ambos son malas. Pero impresiona la naturalidad con que Aznar da por sentado que van a seguir siendo malas "mientras para uno A signifique A y para otro A signifique A, B, D o G".
Debi¨® de sospecharlo al otro lado del Atl¨¢ntico el cantante de tangos Ra¨²l Lavi¨¦ cuando vio en primera fila del boliche a un Joven pol¨ªtico espa?ol que saboreaba un puro y una copa de vino mientras escuchaba sus canciones con atenci¨®n, pero tambi¨¦n con lejan¨ªa. "Est¨¢ aqu¨ª el se?or Aznar. Ezte..., veo que no aplaude mucho. Debe de ser porque me parezco a Felipe Gonz¨¢lez".
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