No hay precedentes
No existen casos documentados de infecci¨®n por VIH despu¨¦s de que una o varias personas hayan sufrido cornadas producidas por la misma asta de toro que con anterioridad haya herido tambi¨¦n a una persona infectada por VIH.Es conocido que el VIH, agente causal del sida, se puede transmitir por sangre, por relaciones homosexuales y heterosexuales con penetraci¨®n sin protecci¨®n, y de madre a futuro hijo. Con objeto de no causar alarma infundada, conviene recordar que todas las donaciones de sangre se controlan obligatoriamente mediante la prueba de detecci¨®n de anticuerpos frente al VIH en Espa?a, al igual que en los dem¨¢s pa¨ªses desarrollados, y no se transfunde sangre en la que se detecten.
Para que pudiera haber transmisi¨®n del VIH es necesario que ¨¦ste penetrara en el torrente sangu¨ªneo. Ello implicar¨ªa, adem¨¢s de la puerta de entrada (la herida producida), que lo hiciera en una cantidad de sangre infectada suficiente, de forma que la misma contuviera una dosis infecciosa de VIH. Ello depende de la concentraci¨®n del VIH en la sangre, es decir, de la cantidad de virus infeccioso que contenga ¨¦sta y del volumen de la misma transferido al torrente sangu¨ªneo de la persona accidentada. En cualquier caso, como ha afirmado muy gr¨¢ficamente en m¨²ltiples ocasiones el vi¨®logo espa?ol Rafael N¨¢jera, en caso de herida "la sangre sale, no entra".
Con el fin de ilustrar un poco m¨¢s estos aspectos, puede ser conveniente repasar las circunstancias de varias situaciones que, a prior?, el gran p¨²blico puede considerar an¨¢logas. Estas ser¨ªan los pinchazos accidentales en personal sanitario con sangre de personas infectadas por VIH, los usuarios de drogas inyectables que reutilizan equipos de inyecci¨®n sin desinfectar y el caso de posible herida durante choque muy violento deportivo.
En el estudio europeo sobre exposici¨®n accidental a VIH y otros retrovirus, que financia el programa de investigaci¨®n en medicina salud de la Uni¨®n Europea y que coordinamos, se han contabilizado 23 casos documentados de infecci¨®n por VIH tras pinchazo accidental percut¨¢neo en personal sanitario mientras procuraba cuidados a una persona infectada por VIH, y el riesgo promedio en esta situaci¨®n es del 0,33%. En cualquier caso, teniendo en cuenta el gran n¨²mero de procedimientos que se llevan a cabo todos los d¨ªas, ello da idea de lo bajo que es este riesgo, muy inferior al de transmisi¨®n, por ejemplo, del virus de la hepatitis B en personal no inmunizado no vacunado, cuantitativamente m¨¢s importante.
Seg¨²n Mast y Gerberbin (1991), en el caso del personal sanitario la transmisi¨®n accidental de VIH depende del tipo de aguja, su di¨¢metro y su profundidad de penetraci¨®n, ya que ello tiene que ver con el volumen de sangre que pueda transferirse. En el caso de un asta de toro, la sangre no puede penetrar en su interior al ser toda la superficie de la misma continua. Seg¨²n Gaughin y colaboradores (1990), en los usuarios de droga por v¨ªa inyectable el volumen de sangre que se transfiere en un pinchazo es de 8 a 30 veces m¨¢s que en el caso de un pinchazo accidental en personal sanitario, ya que aqu¨¦llos realizan maniobras de bombeo con el ¨¦mbolo de la jeringuilla cuando se autoadministran drogas como la hero¨ªna.
Otro factor que disminuye la cantidad de virus en la sangre en la persona infectada por VIH es si ¨¦sta est¨¢ tratada con antirretrovirales, ya que en este caso disminuye la viremia (concentraci¨®n de virus en sangre de 500 a 1.000 veces). Por otra parte, la cantidad de virus VIH en sangre es mayor en el estadio final de la enfermedad, pero en esas circunstancias es harto dificil que alguien infectado por VIH est¨¦ en condiciones de acudir a encierros. En cuanto a la situaci¨®n en los deportes violentos y que tras el caso del futbolista italiano de 25 a?os, al parecer ocurrido como consecuencia de una colisi¨®n en 1989 con abundante hemorragia de sangre, vuelve ahora a plantearse de nuevo como consecuencia de la pretensi¨®n de la liga australiana de jugadores de f¨²tbol (rugby) de hacer obligatorias las pruebas de VIH o hacerles pagar una multa de 1.000 libras si se niegan, cabe se?alar que un organismo de la solvencia cient¨ªfica de la Asociaci¨®n M¨¦dica Australiana (el equivalente de los colegios m¨¦dicos de Espa?a) considera que no hay base cient¨ªfica y que ello, adem¨¢s de ser ?legal, supone una invasi¨®n de la intimidad.
El argumento de la Asociaci¨®n M¨¦dica Australiana est¨¢ en consonancia con el conocimiento cient¨ªfico y la recomendaci¨®n de la OMS, la Unesco y dem¨¢s autoridades internacionales que se ocupan del tema. Es una medida no s¨®lo ineficaz, sino contraproducente, desde el punto de vista de la salud p¨²blica, la discriminaci¨®n, la ruptura de la confidencialidad y la falta de solidaridad, sin las cuales no llegaremos a controlar la infecci¨®n por el virus del sida.
Rafael de Andr¨¦s es subdirector del Centro Nacional de Biolog¨ªa Celular y Retrovirus y secretario de la Sociedad Interdisciplinaria del Sida.
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