'Las urracas' vuelven a volar
Kevin Keegan convierte al Newcastle en el equipo de moda en Inglaterra
Kevin Keegan ha vuelto a los titulares. Bal¨®n de Oro en 1978 y 1979, el internacional ingl¨¦s se desmarc¨® del f¨²tbol y emigr¨® a Espa?a. Pero ahora ha devuelto la alegr¨ªa a una ciudad azotada por el paro y una larga ¨¦poca de tristezas futbol¨ªsticas. Newcastle, la industrial ciudad norte?a, ya ha dejado de ser conocida en Europa ¨²nicamente como la patria chica del cantante Sting.Se alzaron cejas inglesas en febrero de 1992 cuando, tras el despido de Osvaldo Ardiles, la direcci¨®n t¨¦cnica del Newcastle fue entregada a Kevin Keegan. "Es una inc¨®gnita" coment¨® entonces John Toshack, su c¨®mplice en el ataque del Liverpool de anta?o. "Que yo sepa, lleva siete a?os jugando al golf en la Costa del Sol. Pero un aviso. Cuando Kevin se propone algo, normalmente se las ingenia para conseguirlo".
Lo que ha conseguido Keegan es devolver a las urracas a la Primera Divisi¨®n en su primera campana, inscribirlas en la Copa de la UEFA en su segunda y colocarlas en el liderazgo al inicio de la tercera.
Lo malo para el Manchester, el Blackburn y otros pretendientes a la corona, es que la clasificaci¨®n no parece excesivamente accidental. Lo dicen seis victorias en seis partidos y una salida europea hasta Amberes, finalista de la Recopa hace dos a?os, donde venci¨® por 0-5. El balance es de 27 goles en esos siete encuentros y los hombres de Keegan todav¨ªa no saben lo que es marcar menos de tres en un partido. Ha nacido uno de esos equipos que, si recibe cinco goles, siempre conf¨ªa en marcar seis.
La extravagancia del conjunto de Keegan ha encandilado a una afici¨®n que hab¨ªa quedado anonadada por la venta de jugadores como Gascoigne, Waddle o Beardsley por parte de un club de poca ambici¨®n. Para medir la locura colectiva s¨®lo hay que pisar un pub de la ciudad el domingo al mediod¨ªa. A esa hora el patrocinador del Newcastle, unas cervecer¨ªas, repite en circuito cerrado el partido del d¨ªa anterior. Las ventas de cerveza ya deben haber amortizado los gastos de patrocinio.
Lo singular es que la alegr¨ªa se extiende, a trav¨¦s de la arrolladora personalidad de Keegan, a los futbolistas. Disfrutan con las oleadas. de f¨²tbol ofensivo exigidas por su entrenador. Barry Venison, un lateral cumplidor de toda la vida, brilla como tap¨®n defensivo en el centro del campo y, a los 30 a?os, se encontr¨® en la selecci¨®n inglesa ante los Estados Unidos hace quince d¨ªas. Robert Lee, acusado de ser un delantero miedoso en el ¨¢rea contraria durante sus largos a?os en el Charlton, deslumbra en el centro del campo y marc¨® tres veces en Amberes con valientes remates de cabeza.
Peter Beardsley, de regreso al club y con 33 a?os cumplidos, sonr¨ªe ante las amenazas de un Keegan que quiere renovarle hasta el a?o 2020 e instalar una valla el¨¦ctrica en el jard¨ªn de su nueva casa para que no se escape. Con todo esto, el delantero Andy Cole, autor de 41 goles durante la pasada campa?a, ya no monopoliza ni os goles ni los titulares. Ha nacido un equipo arriesgado y emocionante pero compensado.
Est¨¢ claro que, bajo la euforia, existe una direcci¨®n seria y coherente, supervisada por el presidente, Sir John Hall, y llevada a cabo por un Keegan muy astuto a la hora de elegir a sus hombres y darles rienda. suelta para aprovechar sus virtudes. Durante el verano puso el dedo en las llagas defensivas de su conjunto y volvi¨® del Mundial con el lateral ofensivo suizo Marc Hattiger (120 millones e pesetas) y el central belga Philippe Albert (530 millones) que se ha adaptado como pato. al agua, disfruta con el apodo de Prince Albert y se frota la barbilla pregunt¨¢ndose c¨®mo es posible que pase m¨¢s tiempo en el ¨¢rea contraria que en la propia.
As¨ª es el Newcastle actual. Es una simp¨¢tica locura que habr¨¢ que tomar en serio.
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