?Dirigido por...?
Adem¨¢s del t¨ªtulo de una revista de cine esto de "dirigido por... (y acontinuaci¨®n el nombre del director) es un le trerito que sale en las pel¨ªculas y que no siempre es del todo exacto, pues, si nos fijamos en el int¨¦rprete del filme, que es el que da la cara, hay ocasiones en que el letrero debiera decir "no dirigido por..." (y a continuaci¨®n el nombre del director), personaje que adem¨¢s tiene ¨²ltimamente por costumbre reservarse otro cartelito adicional que es, con mucha frecuencia y por no decir siempre, divertido.Divertido si se habla del caso con palabras dulces, ya. que ese cartelito dice nada menos que "una pel¨ªcula de..." (y a continuaci¨®n el nombre del director), que as¨ª se autoproclama, en un c¨®mico acto de usurpaci¨®n institucionalizada, autor ¨²nico de un esfuerzo de creaci¨®n evidentemente colectivo, en el que incluso hay veces que el director el es ¨²ltimo de la cola a la hora de crear calidades. Me dijo una vez un famoso guionista, del que no digo el nombre para evitar que me desmienta o me acuse, con justicia, de chivato: "?ngel, no la l¨ªes con eso de si las pel¨ªculas son o no son de los directores. Tu di que lo son, aunque no lo sean. Imag¨ªnate que cunde que las pel¨ªculas son, tanto como del director, de los que las escribimos y las hacemos. ?Te imaginas el desastre? Ahora todo es perfecto: si la pel¨ªcula sale bien, el director es un genio y el resto somos estupendos; pero si sale mal, el director es un mendrugo y el resto seguimos siendo estupendos. Y como una de cada diez pel¨ªculas sale bien, m¨¢s vale no menearlo".
Pero hay que menearlo cuando, por ejemplo, uno percibe que si Lobo es una pel¨ªcula con cosas que funcionan es a pesar de que est¨¢ "dirigida por" Mike Nichols y de que es "una pel¨ªcula de" Mike Michols. Lo que en la pantalla ponen -adem¨¢s del escritor Harrison, que saca ¨¢cido esc¨¦ptico de su pluma para que luego, ante la c¨¢mara, esa su corrosi¨®n sea reducida por Nichols a cosquilla- los rostros de Nicholson, Pfeiffer, Plummer, Spader, Nelligan y Jenkins supera de manera abrumadora la aportaci¨®n de Nichols a la creaci¨®n, entre otras razones porque el director no los ha dirigido de verdad y esto se percibe materialmente en la pantalla, ya que cada uno campea en ella por su cuenta y Nichols no logra vertebrarlos e interrelacionarlos. De eso se trata.
Entre las funciones que el director tiene en el proceso de creaci¨®n de una pel¨ªcula, hay dos intransferibles: una es el mantenimiento del continuo de la secuencia, esa tautolog¨ªa musical consistente en convertir el tiempo en tempo; y otra, que es la que aqu¨ª importa: interrelacionar los actores. No al actor, sino a los actores; no al individuo, sino al reparto. Que cada int¨¦rprete encuentre el hilo caliente que mejor transmita su electricidad ¨ªntima a la c¨¢mara, es en parte tarea del director, que si conoce su oficio debe saber mover interiormente y situar exteriormente al actor. Pero que el int¨¦rprete de, como individuo, la talla es sobre todo responsabilidad suya. Le o¨ª decir a Anthony Hopkins en Berl¨ªn: "Acepto que el director me indique donde entro y donde salgo de campo. Pero lo que tengo que hacer mientras estoy en campo es cosa, m¨ªa".
Elevar al m¨¢ximo la temperatura expresiva de los int¨¦rpretes y luego coordinar, uniformizar y finalmente interrelacionar los trabajos de cada uno de ellos, logrando de todos un conjunto ensamblado, una unidad, como si tres, seis o diez personas fueran caras de una ¨²nica piedra tallada, es un milagro en el que el director no tiene sustituto posible: asunto suyo. Y de que est¨¦ a la altura de esa compleja tarea depende ni m¨¢s ni menos que una pel¨ªcula logre ser un entramado de rostros y conductas vertebrados, imposibles de desgajarse rec¨ªprocamente, indisociables los unas de los otros y, por tanto, hilos del bastidor de, una aut¨¦ntica creaci¨®n movidos por un aut¨¦ntico creador de movimiento. Es el caso de D¨ªas contados, pel¨ªcula verdaderamente dirigida por Imanol Uribe, y no porque lo diga un cartelito en los t¨ªtulos de cr¨¦dito, sino porque lo proclama con pu?etazos hacia fuera la pantalla, ya que es imposible imaginarla poblada por otros int¨¦rpretes que todos, absolutamente todos los que la pueblan.
Babelia
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