Sentido com¨²n
En la literatura de algunos espl¨¦ndidos cabecillas de la arquitectura espa?ola hay desconcertantes signos de que el sentido com¨²n regresa como argumento a la hora de pensar los proyectos. Muchos arquitectos se han reivindicado como d¨¦spotas ilustrados que no hacen caso al cliente., El usuario no tiene derechos, dicen, y en lugar de vivir feliz debe acomodarse a los conceptos que ellos imponen. En la historia de esta disciplina hay ejemplos se?eros de esta crueldad. El desgraciado burgu¨¦s que encarg¨® su casa, la Farnsworth, a Mies van der Rohe jam¨¢s pudo habitarla. Era un paralelep¨ªpedo todo transparente, invivible. Lo parad¨®jico es que esta casa imposible ha pasado a los top ten de los anuarios del ramo. Puede que sea un bello objeto, una b¨²squeda al l¨ªmite, y que valiera la pena haberlo probado... pero lo inconcebible es que la hermen¨¦utica sobre el caso apenas se detenga en este grave tropiezo.Van der Rohe, con todo, tendr¨¢ siempre el merecido halago de haber sido un arriesgado pionero. En Espa?a, el problema ha estado en algunos ep¨ªgonos que quieren colgarse del ¨¢rbol de la vanguardia, a costa del usuario, y s¨®lo alcanzan a dise?ar caricaturas de lo que un d¨ªa fue indagaci¨®n. La verdad es que la administraci¨®n p¨²blica, como cliente, ha tenido su parte en este Folclor de ¨¦lite. Por un lado, ha dado libertad y algunos han sabido aprovecharla. Por otro, la tentaci¨®n del monumento -en el fondo, dedicado a s¨ª misma- ha levantado chapuzas tan grandes como las ganas de presumir del autor y sus paganos.
Edificios achicharrantes, un museo barcelon¨¦s sin lavabos, viviendas de paredes curvas donde no se ajustan los muebles... Ojal¨¢ esta literatura est¨¦ anunciando un dificil esfuerzo de s¨ªntesis entre la osad¨ªa, la belleza y los derechos de los sufridos usuarios.
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